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Muchos de los jovenes que se graduan con títulos universitarios terminan trabajando de meseros o cajeros.
Muchos de los jovenes que se graduan con títulos universitarios terminan trabajando de meseros o cajeros.
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Los jóvenes de Estados Unidos, en número creciente, intentan encontrar trabajo como sea y para ello han renunciado a largos desplazamientos para poder vivir en casa de sus padres, han retrasado su casamiento, adquieren cada vez menos viviendas y muchos tienen hijos fuera del matrimonio debido al mayor desempleo desde la Segunda Guerra Mundial.

Uno de cada cinco viven en la pobreza, según las nuevas estadísticas del censo del 2010 difundidas el jueves. Las cifras son una muestra descarnada del impacto de la recesión que oficialmente concluyó a mediados del 2009. Resaltan además las oportunidades perdidas y las sombrías perspectivas para toda una generación de 20 y 30 años, que sale a ganarse la vida en medio de un elevado y persistente desempleo.

“Tenemos un monstruoso problema de trabajo y los jóvenes son los que más lo están pagando”, comentó el economista Andrew Sum, director del Centro para el Estudio del Mercado Laboral de la Universidad Northeastern. Agregó que los recientes egresados con titulación universitaria trabajan ahora de camareros, meseros y otros trabajos improvisados y tendrán que competir con los nuevos graduados en posiciones de entrada cuando mejore a la postre el mercado laboral. “Sus elevados niveles de desempleo y subempleo castigarán a los jóvenes al menos por otra década”, dijo Sum.

Más allá del impacto económico, las nuevas estadísticas indican un repunte de la población nacida en el extranjero, 40 millones de personas, el 12.9 por ciento, la mayor tasa desde 1920. El aumento de 1.4 millones desde el 2009 fue el mayor desde mediados de la pasada década, y podría arreciar el debate electoral sobre la política de inmigración en Estados Unidos. La mayor parte de los inmigrantes siguen siendo latinoamericanos con baja capacitación laboral, seguidos muy de cerca por un creciente número de asiáticos.

En Estados Unidos residen unas 11.2 millones de personas que ingresaron de manera ilegal. Las personas de 65 años o más suelen permanecer en sus puestos de trabajo. Uno de cada seis estadounidenses figura ahora en el mercado laboral —el mayor nivel desde mediados de 1960, antes de que los generosos programas de la Seguridad Social y el Medicare, el seguro médico de los jubilados, fomentaran la jubilación prematura.

A nivel nacional, el empleo entre los jóvenes de 16 a 29 años era del 55.3 por ciento, frente al 67.3 por ciento en el 2000 y el nivel más bajo desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Los jóvenes que carecen de titulación universitaria —en general negros o hispanos— fueron los más propensos a perder su trabajo debido a la demanda de mano de obra en la construcción, el sector fabril y el transporte durante la recesión.

Entre los adolescentes, el empleo es inferior al 30 por ciento. El número de niños hispanos que viven en la pobreza aumentó en medio millón a 6.1 millones el año pasado, especialmente en California, Nuevo México, Texas, Arizona y Nevada. Los hispanos suman ahora el 37 por ciento de los niños en la pobreza, frente al 30 por ciento de anglosajones y el 27 por ciento de afroamericanos.