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En la fotografía se aprecia la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios al frente de el volcan Popocatéptl en el estado de Puebla.
En la fotografía se aprecia la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios al frente de el volcan Popocatéptl en el estado de Puebla.
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Uno de los lugares más reconocidos del estado de Puebla nos recuerda que aún está vivo


El volcán nevado que se asoma sobre Ciudad de México emitió un aterrador bramido hace algunas semanas y arrojó columnas de ceniza y vapor al dejar escapar la presión acumulada por una enorme capa de magma.

“Arriba en la montaña se siente increíble”, dijo Aaron Sánchez Ocelotl, de 45 años, quien estaba en sus campos de césped cuando ocurrieron las erupciones. “Suena como el rugido del mar”.

Incluso una gran erupción del Popocatépetl muy probablemente no haría más que arrojar cenizas en una de las áreas metropolitanas mayores del mundo. Pero eso pudiera crear caos en el transitado aeropuerto capitalino y obligar a la evacuación de decenas de miles de personas en las aldeas agrarias que rodean el volcán de 5,450 metros de altura.

El Popo, como se le conoce comúnmente, ha tenido pequeñas erupciones de cenizas casi diariamente desde inicios de 1994. Hace una semana, las erupciones comenzaron a hacerse mayores y las autoridades elevaron ligeramente el alerta para los residentes de las áreas vecinas. Antes del amanecer, la montaña entró en un nuevo nivel de actividad, arrojando ceniza y fragmentos de roca ardiente y asustando a residentes de las aldeas colindantes con un rugido no escuchado en una década.

Residentes de la aldea de Xalitzintla dijeron que les despertó una serie de erupciones que sacudieron sus viviendas. El Centro Nacional de Prevención de Desastres dijo que una serie de erupciones terminó temprano por la mañana y comenzó de nuevo a las 5:05 a.m., con al menos 12 en dos horas.

Una cámara de magma de un millón de metros cúbicos está hirviendo unos nueve kilómetros bajo el Popocatépetl, un volcán nombrado por un legendario guerrero indígena, dijo Roberto Quaas, director del centro de prevención de desastres e una conferencia de prensa.

Los científicos no tienen forma de predecir si la lava en la cámara va a escapar lentamente o en una poderosa explosión como la del 18 de diciembre del 2000, que arrojó roca ardiente y obligó a la evacuación de las aldeas junto a la base.

Quaas dijo: “Sabemos que ese cono de lava, tarde o temprano, va a ser destruido por la presión interna”.

Científicos han detectado una grieta unos 5 kilómetros abajo, además de pequeños sismos de unos 3.4 en la escala Richter, dijo.

Icónica figura en el horizonte de la Ciudad de México en días claros, el Popocatépetl está ubicado aproximadamente a mitad de camino entre la capital y la ciudad de Puebla — lo que significa que unos 25 millones de personas viven en un radio de 95 millas alrededor del volcán, dijo Quaas.

“Esas cifras, obviamente, nos alarman y preocupan”, dijo.

Entrevistada por Televisa, Laura Gurza, coordinadora general de protección civil de la Secretaría de Gobernación (ministerio del interior) dijo que la actividad volcánica observada en la mañana no constituía un motivo suficiente para ordenar la evacuación de poblados cercanos. Sin embargo, instó a la gente que reside en las inmediaciones del volcán a mantenerse atenta.

El volcán es monitoreado permanentemente… y si se tuviese alguna consideración de actividad extraordinaria que ameritara la implementación de un incremento en la alerta… ello significaría una evacuación preventiva… no sería una evacuación masiva sino preventiva”, dijo Gurza, quien instó a los pobladores a tener a la mano documentos importantes y a conocer las rutas por las que tendrían que abandonar sus lugares de residencia en caso de que se incrementara el riesgo.

El viento estaba llevando las cenizas hacia el noreste, en dirección al estado de Puebla.

El presidente Felipe Calderón hizo referencia en un discurso a la intensificación de la actividad del volcán y los problemas que ha debido enfrentar durante su gestión, que comenzó en 2006 y concluirá en diciembre.

“Nos ha tocado vivir tiempos complejos, qué duda cabe… la influenza, la crisis de la influenza, la AH1N1; también, por aquel mismo año (2009), las inundaciones en unas partes, las sequías, todavía persistentes en otras”, dijo Calderón. “En fin, de todo. Sólo falta que haga erupción el Popocatépetl y ya completamos el cuadro. Esperemos que no”.

Calderón y los gobernadores de los estados de México, Puebla y Morelos dijeron en una transmisión televisada en vivo que mantenían abiertos los caminos en torno de la montaña, preparaban refugio de emergencia y aseguraban que los habitantes de la zona estuvieran al tanto de la información más reciente sobre una posible erupción.