Cada 12 de diciembre, la presencia de danzantes aztecas es infaltable en las celebraciones en honor a la Virgen de Guadalupe.
Javier Gálvez, director de Danzantes del Sol, confesó que por generaciones todos sus antepasados le han danzado a la Virgen Morena.
“Por qué se mantiene la tradición, porque desde chicos celebramos a la virgen. Yo le he bailado los 12 de diciembre, con frío o lluvia, y ningún año me ha dado un catarro, tos o dolor de nada,” dijo Gálvez, de 69 años.
Hace 44 años que Gálvez crea este grupo, Danzantes del Sol, el cual está integrado por unas 15 personas, algunos de ellos pertenecen a dos generaciones de la misma familia, como es el caso de Jackie Rivas, de 16 años, quien ha estado en esta agrupación junto a su padre, Moisés Rivas, por 6 años.
Unos 10 miembros de Danzantes del Sol, se estarán presentando en la iglesia San Pablo Apóstol, de Chino Hill, a partir de las 5 de la mañana este lunes 12 de diciembre.
Gálvez indicó que ha dado clases de cultura y danza en varias instituciones educativas, como Claremont College, Riverside City College, Dominguez Hills y la Universidad de California en Riverside.
“Después de la conquista, una de la razones para lograr una evangelización más pacífica, fue la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Cerro Tepeyac, donde los aztecas ya celebraban a su Tonantzin, la madre tierra,” dijo.
Gálvez narró algunas anécdotas sobre su experiencia con la danza azteca, por ejemplo, comentó que un año estaba lloviendo tan fuerte, que los feligreses se habían ido y los danzantes le dijeron: ‘Vámonos’. A lo que Gálvez les respondió: el 12 de diciembre se baila para la Virgen, no para la gente… y ella todavía está aquí.
“Siento mucho poder cuando bailo el día de la virgen. Nosotros somos los únicos que podemos entrar a la iglesia a bailar con nuestra indumentaria y con todo nuestro cuerpo. Cuando bailas con fe, en vez de cansarte, te da más energía,” confesó este devoto.
Explicó que cuando va a un sitio a presentarse, lo primero que observa es el techo, porque necesitan espacio para bailar ya que las plumas pueden llegar a medir casi 6 pies de largo.
“En algunas ocasiones cobramos, entre $300 a $500, en otros lugares bailamos gratis porque sabemos que no tienen los fondos. Además la gente tiene que entender que entre 2 a 5 plumas se pueden quebrar en las presentaciones, y hay que reemplazarlas,” dijo Gálvez.
Indicó que en su indumentaria también cuentan con una colección de caracoles, algunos de los cuales tienen grabados los calendarios aztecas y mayas.
“Acaso bailamos con los peores trajes si no pagan menos, claro que no. Estamos representando una cultura,” dijo.