Como en todas las más grandes celebraciones, la excelente y tradicional gastronomía no pudo faltar durante el 483 aniversario de la aparición de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac al ahora santo Juan Diego.
El menudo y pozole, platillos que datan desde antes de la Conquista, así como quesadillas, buñuelos, champurrado y chocolate caliente, típico del pueblo mexicano, se hicieron presente en el área de Ontario durante las celebraciones a la patrona de México.
Ahí en Ontario, justo en la iglesia católica Nuestra Señora de Guadalupe, miles de fieles devotos llegaron hasta el altar rodeado de rosas rojas y blancas para agradecerle a la virgen por las bendiciones recibidas durante el transcurso de sus vidas. Fue ahí también donde esos miles de fervientes católicos deleitaron su paladar con platillos típicos de México.
Según José Aguirre, miembro del grupo de oración de la iglesia y encargado de cocinar el pozole, platillo de origen precolombino, para el viernes, 12 de diciembre al mediodía ya se habían vendido cientos de galones del tradicional menudo, conocido en otros países como callos, guatitas y mondongo.
“Toda la noche ha venido gente a ver a la virgen, y la gran mayoría ha comido. Es que con este clima se antoja”, comentó Aguirre refiriéndose al acto conocido como las mañanitas a la virgen.
El pozole, palabra que deriva de “pozolli” que en Náhuatl significa espuma, misma que aparece cuando los granos de maíz hierven, pronto estuvo listo y pronto deleitó a los paladares más exigentes. Pronto también se esfumó.
Y es que Aguirre tenía razón, el frio a consecuencias del torrencial aguacero que azotó la región abría el paladar para un caldo caliente. Pero antes, los fieles deberían rezar y rendir tributo a la virgen que une países.
De uno en uno y visiblemente contentos, los marianos arribaron hasta el majestuoso altar en donde se postraron como agradecimiento a las bendiciones y peticiones escuchadas por la virgen de Guadalupe.
Tras una breve oración y/o petición, los fieles continuaron su peregrinaje en la vida – un peregrinaje que esperan sea cordial y bendecido.
Vestidito como el indio Juan Diego, Keoni Juel González, de 8 meses de edad, arribó hasta el altar en los brazos de sus padres Laura Bravo y Joel González, en donde posó para varias fotografías del recuerdo.
A un lado de ellos estuvo Sofía Sánchez, de 67 años de edad, y en cuyos brazos llevaba a María Alexandra Dávalos, bebita de seis semanas de nacida que estaba vestidita con atuendos guadalupanos.
La escena se repetía, familias enteras traían flores y veladoras a la virgen, rezaban, se persignaban y seguían se travesía.
Afuera, las familias se unían mientras compartían la mesa, reinaba la alegría, la devoción, rezaban y comían, alegrando el corazón.