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    Jessica tenía 14 años y estaba enamorada, de manera que el día que recibió el golpe, la vida le dio un vuelco. Cuando habla de “el golpe”, se refiere a uno literal: su novio, tres años mayor que ella, le soltó un bofetón en el rostro que casi la derriba, y que cimbró todo lo que hasta ese momento había creído sobre las relaciones de pareja.

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    En esta foto de archivo del 2010, una pareja camina a la orilla de una playa en Oregón. Cifras difundidas por la Sociedad de California para Terminar con la Violencia Doméstica indican que en Estados Unidos una de cada tres chicas adolescentes ha sido víctima de abuso en el noviazgo.

  • Póster de Youth Over Violence, organización con sede en Los...

    Póster de Youth Over Violence, organización con sede en Los Ángeles. En febrero de 2013 el Departamento de Justicia de Estados Unidos destinó $12.6 millones a veinte grupos comunitarios en un intento de reducir la violencia entre adolescentes, uno de estos grupos fue Peace Over Violence, en California.

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Jessica tenía 14 años y estaba enamorada, de manera que el día que recibió el golpe, la vida le dio un vuelco.

Cuando habla de “el golpe”, se refiere a uno literal: su novio, tres años mayor que ella, le soltó un bofetón en el rostro que casi la derriba, y que cimbró todo lo que hasta ese momento había creído sobre las relaciones de pareja.

“Quedé en shock. Salí de su casa y me fui a la mía; entré cubriéndome la cara para que no me vieran. No podía decirle nada a mi familia porque, para empezar, yo no tenía permiso para tener novio. No podía decir a nadie lo que pasaba porque fui criada de otra manera; esto era algo que no debía permitir”, cuenta Jessica, quien pidió no ser completamente identificada por nombre.

La voz de Jessica – pelo obscuro y ojos alegres, hoy de 21 años – baja un poco cuando habla de esta parte: la vergüenza que puede sentir una joven al tener que aceptar ante otros que está siendo víctima de violencia, y ante sí misma que en una relación, si hay golpes, no hay amor.

Los casos de violencia de pareja entre jóvenes son una zona obscura de la que no mucha gente habla. El hecho de que los chicos involucrados en este tipo de relación no compartan el mismo hogar puede hacer menos visible la situación para quienes los rodean, incluyendo a los padres. Y como los jóvenes, por las características de su edad, no suelen buscar a los mayores para hablar de ciertos problemas, en ocasiones la víctima y el victimario no tienen plena consciencia de que son parte de una relación abusiva.

Cifras difundidas por la Sociedad de California para Terminar con la Violencia Doméstica indican que en Estados Unidos una de cada tres chicas adolescentes ha sido víctima de abuso en el noviazgo.

Aunque los eventos considerados como violencia no siempre dejan huellas físicas – el abuso verbal o las amenazas, por ejemplo – una situación de este tipo puede escalar hasta tener consecuencias irreversibles: una de cada tres mujeres asesinadas en el país ha sido víctima de su pareja actual o anterior.

“Al principio no te das cuenta aunque las señales ya están ahí. Yo tenía 14 años y me emocionaba estar saliendo con alguien mayor que yo. Íbamos a clase juntos, nos hicimos mejores amigos, me pidió ser su novia y todo estaba bien. Pero al poco tiempo dejé de ver a mis amigos y sólo estábamos él y yo juntos todos el tiempo. Me decía que no hablara con otros hombres, sólo con él; dejé de tener vida social, porque también me impedía hablar con mis amigas por considerar que no eran la mejor compañía para mí”, recuerda Jessica.

Dos meses más tarde la situación se había agravado. Jessica tenía prohibido hablar con los demás sobre la relación con su pareja. Su teléfono era sólo para hablar con él, y él se volvió explosivo: cuando se enojaba la pellizcaba.

A los seis meses los pellizcos se habían convertido en empujones. Un día descubrió que él estaba con otra chica y le reclamó: ¿por qué él podía hacer lo que a ella se le prohibía? Entonces la golpeó en el rostro.

Definir la violencia

Uno de los principales problemas para identificar una situación de violencia de pareja, especialmente entre los jóvenes, es la falsa creencia de que la violencia deja una marca física.

No siempre es así.

La violencia entre adolescentes se puede encontrar también en actos de abuso psicológico, emocional y/o sexual: la constante vigilancia, las amenazas, la crítica negativa, los insultos o los celos excesivos son elementos comunes en las relaciones violentas.

Fabiola Montiel, enlace con la comunidad de la organización Peace Over Violence, con sede en el sur de California, considera que es preciso estar alerta ante abuso verbal, que está vinculado con el abuso emocional.

“Existe la idea de que el abuso son golpes físicos, pero hay que poner atención desde el abuso verbal, que no se ve en el cuerpo pero que tiene graves consecuencias. Otro tipo de abuso que es preciso identificar es el sexual; siempre debe de existir un consentimiento para tener cualquier actividad sexual; si éste no existe, se está cometiendo un abuso”, dijo Montiel.

Aunque las situaciones de violencia de pareja entre jóvenes suelen agravarse conforme avanza la relación, en ocasiones las señales están ahí desde el inicio pero los chicos no las ven. En los casos en los que la violencia es común en el ambiente donde se desenvuelve el joven, puede ser verdaderamente difícil identificar un patrón nocivo en su relación.

La violencia de pareja en adolescentes afecta tanto a hombres como mujeres, pero las chicas son más propensas a sufrir traumas emocionales posteriores a una relación abusiva.

Las jóvenes que tienen una relación con un hombre mayor suelen ser más vulnerables: un estudio de 2007 encontró que más de la mitad de las adolescentes involucradas en una relación de pareja violenta tenían por pareja a un hombre mayor de 18 años.

Otro grupo en riesgo son las madres adolescentes o que se encuentran embarazadas: la probabilidad de sufrir violencia siendo una menor embarazada es cinco veces mayor que para una que no lo está.

Entre los adolescentes LGBT, la vulnerabilidad también crece: 50% de los adolescentes homosexuales han reportado haber vivido en algún momento violencia en su relación de pareja.

En febrero de 2013 el Departamento de Justicia de Estados Unidos destinó $12.6 millones a veinte grupos comunitarios en un intento de reducir la violencia entre adolescentes, uno de estos grupos fue Peace Over Violence, en California.

Pero estos esfuerzos no siempre son suficientes: en la mayoría de los estados existen pocas herramientas jurídicas para denunciar los casos de violencia de pareja entre jóvenes que no se encuentran casados o que no tienen hijos.

Sólo 20 de los 50 estados ofrecen órdenes de restricción para jóvenes que no se encuentran casados o que no viven juntos, aunque en el caso de California sí es posible realizar un trámite de este tipo desde los 14 años.

Educar y ayudar

Según datos de la Encuesta de Comportamiento de Riesgo realizada en San Francisco y Los Ángeles, las estudiantes de secundaria que han sido víctimas de violencia física por parte de su pareja son doblemente propensas a dejar de asistir a clases debido a que se sienten vulnerables o inseguras al estar ahí, o durante el trayecto desde o hacia la escuela.

Ese fue el caso de Jessica. Una vez que salió del shock de haber sido golpeada por su novio, dejó de ir a la Preparatoria West Adams por casi dos semanas.

El novio le enviaba mensajes de texto, le pedía perdón. Pero Jessica en el fondo sabía que las cosas no cambiarían si regresaba con él.

“Busqué a mi consejera de la escuela, le conté lo que pasó y le dije que no quería regresar; estaba deprimida, enojada y no sabía qué esperar de él cuando volviera. Ella me dijo que hablara con mis papás, pero yo no estaba lista para eso. Al final la consejera les dijo a mis padres que tenían que hablar conmigo”, cuenta Jessica.

Fue en ese punto cuando Jessica escuchó sobre Peace Over Violence. En una charla para jóvenes descubrió que había una manera diferente de construir relaciones y se dio cuenta de que no estaba siendo feliz en la suya.

“Lo más interesante es que cuando regresé a la escuela, noté las relaciones alrededor de mí y me di cuenta de lo comunes que son las relaciones abusivas. No ves la violencia porque estás metida en la relación, pero fuera de ella está en todos lados. No ves las señales de alerta, o si alguna vez las ves, estás asustada y es muy difícil salir”, confesó Jessica.

Siete años después de su mala experiencia, Jessica tiene una relación de pareja estable y trabaja como educadora con Peace Over Violence. Su trabajo consiste en hablar con los jóvenes para alertarlos sobre las señales que hay identificar para romper el ciclo de la violencia.

Uno de los puntos más relevantes que aborda en estas charlas, es el referente al uso de la tecnología como herramienta de control de la pareja.

“Antes, si ocurría una situación de este tipo, la persona podía irse y listo. Pero ahora, cualquiera puede saber dónde vives, te encuentra si subes a Internet una foto a través de la información de localización. Es fácil usar teléfonos y redes sociales para vigilar, para sabes si estás siendo infiel, y eso favorece el abuso: ¿dónde estás? ¿Por qué no contestas el teléfono? ¿Por qué hablas con tal persona en Facebook?”

Montiel, quien tiene a su cargo los programas de educación y orientación para padres de familia, especialmente de origen latino, explica que un factor que en ocasiones también juega en contra cuando los jóvenes quieren comunicar la situación por la que atraviesan, es la barrera del idioma sumada a algunos aspectos culturales.

“Los jóvenes se sienten mejor hablando en inglés, y en ocasiones los padres sólo hablan español. Pero lo primero que tienen hacer es entablar un sistema de confianza, para que aprendan la diferencia entre las relaciones sanas y las relaciones abusivas”, explica Montiel. “Es necesario hablar con los adolescentes sobre lo que es una relación sana, tomando en cuenta que a muchos padres y madres no los educaron de esa manera. Por ejemplo, anteriormente no podías tener novio hasta los 18 años, y que ni de chiste se te ocurriera tener relaciones sexuales, pero ellos tampoco pidieron permiso para tener novio, ¿o sí?” comenta Montiel.

“Los padres tienen que aprender a identificar las relaciones abusivas, a ver las señales de alerta, y a hablar con sus hijos”, dijo Montiel.

Mitos y realidades

Mito: Es normal que exista algo de violencia en las relaciones de pareja.

Realidad: Aunque algunas personas pueden haber presenciado actos violentos y tener la impresión de que eso es “normal”, la violencia es una reacción no saludable al enojo, la frustración o los celos.

Mito: La violencia en la comunidad LGBT no es grave porque las parejas del mismo sexo tienen la misma fuerza y tamaño.

Realidad: Uno de cada dos adolescentes LGBT ha experimentado violencia en su relación de pareja.

Mito: “Me lo busqué”. “Sabía que estaba enojado, no debí provocarlo”.

Realidad: Enseñar a un adolescente que nadie merece o provoca la violencia o el abuso puede ayudarles a evitarlo en el futuro.

Mito: Debo tener relaciones con mi pareja porque si no se irá con alguien más.

Realidad: Tener relaciones sexuales debe ser una decisión personal y una acción voluntaria. Comunicar claramente las expectativas y los límites en la relación crea una interacción personal sana.

Mito: Estaba ebrio/bajo el efecto de las drogas, así que no cuenta.

Realidad: Es común el uso de esta excusa por parte del abusador, pero pasar por alto la violencia por esta razón favorece que el patrón se repita en el futuro.

¡Reconoce las señales!

• Si muestra preocupación o miedo por hacer enojar a su pareja

• Si ofrece disculpas o explicaciones para justificar el comportamiento de su pareja

• Si pasa mucho tiempo solo con su pareja y poco tiempo con otras personas

• Si recibe un número excesivo de llamadas, correos electrónicos o mensajes de texto por parte de su pareja

• Si empieza a recibir “regalos” sospechosos y sin razón, como ropa o dinero

• Si muestra cambios repentinos en sus intereses o en sus calificaciones escolares

• Si muestra signos de angustia o si está consumiendo substancias nocivas

• Si presenta golpes, moretes, marcas o heridas inexplicables

Recursos

Línea Nacional de Violencia Doméstica 1-800-799-7233

Línea Nacional de Ataques Sexuales 1-800-656-4673

Centro de Recursos para Víctimas del Crimen 1-800-842-8467

En la web

Peace Over Violence: www.peaceoverviolence.org/

Dating Matters: vetoviolence.cdc.gov

Love Is Respect: www.loveisrespect.org/

Centro de Asistencia Técnica en Violencia en Relaciones Adolescentes: www.breakthecycle.org/

Centro de Control de Enfermedades y Prevención: www.cdc.gov

Cifras

$158 mil millones al año cuesta los efectos de la violencia entre adolescentes en EE.UU.

1.5 millonesde estudiantes de secundarias en el país experimentan abuso físico por parte de su pareja

1 de cada 10 estudiantes de secundaria ha sido intencionalmente golpeado, abofeteado o lastimado físicamente por su pareja.

Entre 16 y 24 años es el rango de edad en el que las jóvenes experimentas las tasas más altas de violencia de pareja, casi el triple del promedio nacional.

2 de cada 3 adolescentes en una relación violenta no han hablado de ello con nadie.