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    Norma Ortiz, directora del Mexican American Opportunity Foundation Santa Ana Preschool, logró que se renovara un patio de recreo en Santa Ana, el año pasado.

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    Las hermanas Alondra y Ashley Mijangos juegan en el patio de recreo, afuera del Mexican American Opportunity Foundation Santa Ana Preschool.

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Cuando la directora del kinder Norma Ortiz buscó fondos para mejorar un patio de recreo, las palabras de su profesor de la universidad resonaron en su mente: “sueñen grande”.

Y así lo hizo. Pidió un sendero para los que montan en bicicleta, espacio verde, equipo para jugar y otras amenidades que posiblemente pudieran afectar las vidas de sus estudiantes y del vecindario que los rodea.

Sus peticiones fueron cumplidas en la forma de un jardín y un patio grande en donde jugar, el cual desde su apertura se ha convertido en símbolo de seguridad y confianza para muchos en la comunidad.

Durante los pasados tres años, Ortiz ha servido como directora del Mexican American Opportunity Foundation Santa Ana Preschool, ubicado detrás de la Iglesia de Nazareno al oeste de la avenida Edinger.

El campus, situado arriba de un asfalto, está rodeado en un lado por filas de complejos de apartamentos, donde es difícil encontrar un patio de recreación.

Antes de la renovación, Ortiz había visto a niños sentados en el estacionamiento de la iglesia durante los servicios y jugando fútbol en medio de las calles para pasar el tiempo.

“Casi parecía como algo normal”, dijo Ortiz. “Me la pasaba pensando, ‘esto no es normal. Deberían de tener un lugar donde jugar’”.

La oportunidad para un cambio surgió cuando Ortiz presentó la propuesta como parte de un proyecto de la escuela.

Al principio, no sabía qué pedir. Pero después de consultar a la Policía acerca de las tendencias de crimen en el área y de recibir consejos de su profesor, las ideas comenzaron a fluir.

Después de varias entrevistas, la Fundación Tarsadia había aceptado su propuesta. El grupo prometió cubrir todos los costos, con una donación de entre 30,000 a 120,000 dólares.

Varios empleados de Kaboom y 400 voluntarios de negocios locales, organizaciones sin fines de lucro y familias, completaron el trabajo en un día lluvioso el diez de septiembre del año pasado.

El nuevo patio de recreo, aproximadamente seis veces más grande que el original, abrió al siguiente día.

El patio de recreo ha estado abierto desde el primer día, dijo Ortiz. Los padres de familia y sus hijos seguido terminan sus días allí.

Aquellos que viven y trabajan en esa área dicen que el patio de recreo es más que un lugar donde jugar. Es un lugar seguro para los niños, dicen, y sirve como prueba de que la escuela tiene el deseo de ayudar al vecindario y a todos los que viven allí.

“Los vecinos están contentos”, dijo Joel Ortiz, pastor de la Iglesia Nazareno. “Ellos (los residentes) dicen es mi patio de recreo, es mi parque”.

Joel y Norma están contentos con los cambios que se han realizado y esperan que continúen.

“El pastor me decía que para estas familias, ver era creer”, dijo Ortiz. “Ahora sé a lo que se refería”.