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  • Consuelo Frías y su hijo Emiliano viajaron desde Canadá al...

    Consuelo Frías y su hijo Emiliano viajaron desde Canadá al Este de Los Ángeles para agradecer el favor recibido por la intercesión de Santo Toribio Romo, el patrono de los migrantes.

  • Después de pasar varios años sin poder descendencia, Elizabeth Chávez...

    Después de pasar varios años sin poder descendencia, Elizabeth Chávez pidió la ayuda de Santo Toribio y recibió el “milagro”. Ahora tiene tres hijos: Itzel, Camila y Ernesto Toribio. Su esposo, Ernesto Villaseñor, también es devoto del sacerdote y mártir mexicano.

  • Toribio Romo González nació el 16 de abril de 1900...

    Toribio Romo González nació el 16 de abril de 1900 en Santa Ana de Guadalupe, una ranchería del municipio de Jalostotitlán, en la zona de Los Altos de Jalisco. Sus fieles acudieron a rendirle homenaje en la parroquia de San Marcelino, en el Este de Los Ángeles y admirar también una reliquia suya.

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Emiliano Frías vive en Canadá y Ernesto Toribio en la ciudad de Whittier. No se conocen entre sí. Lo entienden muy poco, pero ambos llevan sellados en sus vidas a un personaje milagroso: Santo Toribio Romo.

Ni Emiliano ni Ernesto Toribio sabían a ciencia cierta porqué sus madres los llevaron a la iglesia de San Marcelino, en el Este de Los Ángeles, la tarde del martes 7 de julio.

¿La razón? Había que pagar una “manda” a Santo Toribio, por favores recibidos.

A un costado del altar se veneraba una reliquia de primer grado: un hueso del tobillo de Santo Toribio, encerrado en un relicario junto a su pecho, en la estatua de 4.5 pies de altura.

La fe de Consuelo Frías y Elizabeth Chávez, madres de Emiliano y Ernesto Toribio, literalmente movió montañas.

A tres meses de su boda, el padre de Emiliano decidió no contraer matrimonio. La engañó, porque él tenía otra familia.

Cuando nació su hijo, Consuelo fue lanzada a la calle por sus padres y tuvo que dormir con el recién nacido a la intemperie.

“Yo le pedía a Santo Toribio que me ayudara a salir de aquel sufrimiento”, narró Consuelo. “No quería estar en México, así que fui hasta Santa Ana de Guadalupe a pedirle su guía”.

En la mente y corazón de esta mujer resonaba varias veces la palabra “Canadá”.

“¿Quieres que me vaya con mi hijo a Canadá?”, le pregunté a Santo Toribio.

Meses después, un amigo de Consuelo le ayudó a conseguir el dinero de los pasajes de avión. Hoy ella vive Saskatchewan, una de las principales provincias de la pradera canadiense.

Otro problema se le vino encina. Era indocumentada y ni siquiera podía llevar a su hijo al médico. Los $8 mil que llevaba consigo se estaban terminando.

Tenía que trabajar, y, para colmo, su cita con autoridades de inmigración estaba en el calendario. Consuelo temía la deportación.

“Antes de entrar con la juez, entré al baño, me hinque de rodillas y le pedí a Santo Toribio que me ayudara con el favor de no ser deportada”.

En el mismo baño, alguien más había escuchado sus suplicas. La juez de inmigración que dictaminaría su suerte estaba en el mismo baño.

“Mujer, vete a tu casa…tu fe te ha salvado”, le dijo la juez de origen argentino a Consuelo, quien trabaja como mesera en un restaurante.

La imagen peregrina de Santo Toribio Romo (1900-1928), custodiada por los Caballeros de Colon, llegó al Sur de California, gracias a los esfuerzos de Rosa González

Toribio Romo González, hijo de Patricio Romo Pérez y Juana González Romo es conocido como el santo patrono de los migrantes.

Murió mártir durante la Guerra de los Cristeros (1926-1929), cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles efectuó una sangrienta persecución religiosa a la Iglesia Católica; mandó asesinar a centenares de sacerdotes y quiso abolir el nombre de Cristo y de la Virgen de Guadalupe de la mente del pueblo mexicano.

“Santo Toribio ha sido un ángel para los migrantes que han cruzado la frontera”, dijo Humberto Ramos, director de vida parroquial en la Iglesia de San Marcelino. “Y en estos momentos de incertidumbre con los niños que han venido de Centroamérica y si una reforma migratoria, podemos elevar nuestras oraciones para su intercesión y que Dios mueva los corazones en Washington”.

Entre cantos de júbilo y alabanza, centenares de devotos de Santo Toribio gritaron vivas a Cristo Rey y a la Santísima Virgen de Guadalupe, que era el lema de los cristeros, quienes preferían el martirio a negar su fe.

Desde 1948 los restos del santo fueron trasladados del panteón de Tequila, Jalisco, al rancho Santa Ana de Guadalupe, en el municipio de Jalostotitlán, su tierra natal.

Romo fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 por el Papa Juan Pablo II y canonizado por él mismo, el 21 de mayo de 2000.

“La imagen peregrina de Santo Toribio cada vez más está siendo reconocida como patrono de los migrantes”, dijo el sacerdote Martin Rizo Soto, encargado de llevar la reliquia al mundo católico. “Aunque muchos no pueden salir a visitarlo a México, la providencia de Dios ha querido que él venga a estados Unidos”.

Después de pasar varios años sin poder tener descendencia, Elizabeth Chávez pidió la ayuda de Santo Toribio y recibió tres “milagros”. Ahora tiene tres hijos: Itzel, Camila y Ernesto Toribio.

“Yo sufría demasiado por no tener bebés”, recuerda Elizabeth. “Y aunque estaba triste, uno, como mexicano, recurre a todo, desde la medicina casera, remedios de yerbas, sobadas en el estómago y también médicos especialistas en infertilidad”.

Fue su misma sobadora quien le recomendó encomendarse y consagrarse a Santo Toribio.

“La primera vez que lo vi en Jalostotitlán me fijé en sus ojos hermosos y vi en ellos una ternura muy grande”, dijo. “La verdad, yo nunca había visto a una persona tan linda como él”.

Elizabeth solicitó la intercesión del santo y Dios le concedió el milagro pedido con mucha fe.

Tres meses después de escuchar testimonios de favores recibidos por otros, se enteró de que estaba embarazada. Hoy, Itzel tiene 13 años de edad, Camila 10 y Ernesto Toribio, seis.

“Yo había depositado toda mi confianza en el santo, aunque sé que Dios es quien concede los milagros”, dijo entre lágrimas la mujer. “Le prometió que si Dios me enviaba un varoncito, le pondría el nombre de Toribio”.

Por ello, en agradecimiento al sacerdote mártir de la Guerra de los Cristeros, el único hijo varón que tiene lleva el nombre de Toribio.

“En mi caso, fueron tres milagros”, dijo Chávez. “Como yo no puedo salir a México, vine aquí a pagarle la “manda” que le debía”.

Y, aunque Ernesto Toribio todavía no entiende la fe de su madre, con toda humildad se postra en el piso y ora junto con ella.