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Empezamos con tres escenas reales que todos los días se viven en algún salón de baile del Inland Empire, donde la Salsa poco a poco va ganando terreno:

Su camisa sudada es el resultado de lo que su rostro refleja, un sobresfuerzo por mantener su dignidad varonil para no perder el compás y quedar eliminado en la mente de futuras parejas. Finalmente, el repicar de los cueros se detiene acompañado de un “vaya” y su semblante cambia de incertidumbre a orgullo. Ha bailado una descarga sin perder el ritmo de principio a fin y con ello ha obtenido el respeto y admiración de los curiosos.

Un hombre sexagenario extiende la mano a una esbelta y joven mujer quien, ataviada con un sin igual vestido rojo adornado con flecos en la parte baja y un escote detenido por unos frágiles tirantes, acapara la atención masculina y es objeto de la “envidia” femenil. Al son de la clave, la extraña pareja ejecuta diestros movimientos que son blancos de la atención.

Una novata pareja practica lo aprendido durante la clase sin perder el conteo. Voltear a cualquier lado significaría un pisotón o un codazo pleno al rostro. Junto al DJ vestido con guayabera, varios curiosos observan y catalogan mentalmente a la mujer con frases coloquiales como “disponible”, “matrimoniada”, “pega mucho” o “de aquí soy”, mientras ingieren alcohol.

Así, de canción en canción, de trago en trago, de conquista arruinada a cita asegurada, la noche transcurre. Pronto llegará el final. Al caer de nuevo las sombras, la historia se repetirá. La orquesta y el DJ serán diferentes. Los personajes probablemente repetirán, vendrán con un nuevo y practicado guión. Bienvenidos al mundo de la salsa, un mundo con lenguaje propio y en cuyo diccionario no existe la palabra inhibición, un mundo irreal en donde el ego aflora al ritmo del timbal.

Existen varios clubes donde los salseros puedan dar rienda suelta a su imaginación, creatividad, resistencia y destreza, y donde no serán criticados por sus exuberantes trajes ni por sus movimientos de cadera, ni mucho menos serán tildados como metrosexuales. Al contrario, serán elogiados y disimuladamente imitados por futuros bailadores.

En clubes como el Coco Palm, en Pomona; Sevilla, en Riverside; Rio Grande y el restaurante Acapulco, en Montclair; y el Tukut Lounge del Casino San Manuel, en Highland, la salsa se ha arraigado por años debido a su consistencia, aseguró Dena Burroughs, promotora de salsa y dueña de la página de Internet www.vidasalsera.com.

“Coco Palm tiene un piso difícil para bailar, pero con raras excepciones está abierto todos los viernes y ya se sabe qué esperar: la música de Chino Espinoza y los Dueños del Son, y la música de DJRobby. Chino tiene un carisma increíble y suena bien y DJRobby encontró la mezcla perfecta de música para tocar entre sets y mantener a la gente contenta”, comentó Burroughs, originaria de Costa Rica. “Ese lugar se la pasa resalbado de gente la mayoría de los viernes y ni siquiera ofrecen descuento. Como explicación solo hay que la gente encuentra que lo que se ofrece adentro vale el costo”.

Ya sea por los elevados precios de la gasolina, el miedo a perder la licencia de ser encontrado manejando bajo la influencia del alcohol, o simplemente por pereza a conducir hasta clubes de Los Angeles, lo cierto es que los antros locales de planta gozan de una popularidad envidiable.

“El Acapulco restaurante te da una lista de cosas que le gusta a todo mundo. ‘Parqueo’ gratis, costo de entrada bajo y hasta la oportunidad de una lista de descuento, bebidas de buen precio, un patio para fumar y un DJ (Luis Pachanga) que tiene buen ojo para ver quién está en el piso para complacerlo a cada cual un poco”, añadió Burroughs. “En ese aspecto, los clubes del I.E. siempre van a poder competir con clubes de Los Angeles, pero hasta ahora no hay ni un solo club local que pueda competir con Los Angeles en términos de shows”.

A excepción del Casino San Manuel, que en octubre del 2010 presentó a la estrella Gloria Estefan en concierto, los clubes locales no han ofrecido hasta el momento espectáculos ni conciertos similares a los que ofrecen los clubes Mayan o Conga Room, en Los Angeles, por ejemplo.

Ahí, a menudo se presentan grandes de la salsa, como Gilberto Santa Rosa, Oscar D’Leon y El Gran Combo de Puerto Rico, entre otros.

En el pasado se han presentado todo tipo de orquestas, como Niche, Sonora Carruseles, Willie Colón, Marc Anthony, Celia Cruz, Luis Enrique y Tito Puente, entre otros.

Steve Lengel, director ejecutivo de operaciones del Casino San Manuel, dijo que la gerencia decidió ofrecer Salsa todos los martes para saciar la sed de alegría y para brindar a sus clientes una variedad diferente.

El Tukut Lounge es de los pocos que presentan orquestas de Salsa en vivo, como Johnny Polanco, Orquesta Tabaco y Ron, Conjunto Afro Son, Orquesta Son Mayor y L.A. Salsa Divas, entre otros, de manera gratuita; sin embargo, aún falta que ofrezcan conciertos o bailes masivos donde amenicen los grandes en su salón principal.

“La palabra Salsa significa mezcla y es exactamente lo que hacemos todos los martes, mezclamos gente de todas las razas con un solo propósito, divertirse”, indicó Lengel. “Siempre estamos viendo la manera de complacer a los clientes. Tenemos las mejores bandas y los mejores maestros de baile”.

Sea cual sea la razón, los amantes de la Salsa y curiosos aprendices locales tienen en el Inland Empire muchas posibilidades de donde escoger. Ya sea que bailen en “uno” o en “dos”, términos técnicos de baile, lo cierto es que los bailadores pueden divertirse cualquier día de la semana a bajo costo. Lo difícil será no cansarse.

En la segunda parte de este artículo analizaremos cómo puede la región competir con áreas como Los Angeles y qué deben hacer los clubes locales para mantener su concurrencia.