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Tegucigalpa.- Los hondureños se alistan para registrar el próximo sábado en el libro récord de Guinness una comida que -en su versión sencilla a base de una tortilla de harina de trigo, acompañada de fríjoles fritos y queso rallado – se le conoce como “baleada”.

La elaboración de “la baleada más grande del mundo”, con un diámetro de 5,5 metros, estará a cargo de unos 30 cocineros de la Academia Centroamericana de Gastronomía, dijo Carlos Vásquez, uno de los que participará en la preparación de la gran tortilla.

Vásquez indicó a periodistas que “la baleada más grande del mundo” será hecha en un centro comercial de Tegucigalpa y que ya tienen listos los ingredientes, sobre los que no precisó detalles, y que unas 2.000 personas degustarán de un trozo del platillo.

La elaboración de “la baleada más grande del mundo” también será de carácter benéfico, a favor de adultos mayores y niños que viven en asilos en Tegucigalpa.

Si la “baleada” que prevén hacer es “sencilla”, sería la gran tortilla untada con fríjoles fritos y queso rallado, o mantequilla.

Pero si es una “baleada” de las nuevas generaciones, que las definen como “superbaleadas”, “megabaleadas” o “con todo”, implicaría añadirle ingredientes como aguacate, chorizo, huevo revuelto, carne de res, cerdo o pollo, entre otros ingredientes, a como la pida el cliente.

El origen de la “baleada” se lo atribuyen varias ciudades del norte de Honduras, donde en el siglo pasado tuvieron asiento dos multinacionales bananeras.

Lo cierto es que desde mucho antes de que se le conociera con el nombre de “baleada”, la tortilla de harina de trigo con fríjoles fritos o cocidos, queso rallado o mantequilla, era un plato casi de lujo en el norte del país, principalmente en los campos bananeros, donde se consumía, cuando mucho, una o dos veces por semana.

Para algunos abuelos de los que trabajaron en fincas bananeras de empresas como la Tela Railroad Company, no fue sino hasta mediados del decenio de los 40 del siglo pasado que se comenzó a comer la tortilla de harina de trigo, siendo para entonces una novedad, en un país que tradicionalmente ha sido consumidor de tortilla de maíz.

El hecho de que el trigo, la materia prima para hacer la tortilla de harina para las “baleadas” (y pan) no se cultive en Honduras, siempre hizo que consumirla tuviera un coste más alto.

Debe haber sido quizás hacia los años 60 cuando la tortilla de harina untada de fríjoles fritos, más queso rallado o mantequilla, doblada, surgió con el nombre de “baleada” en puestos callejeros de comida en el país centroamericano.

En la caribeña ciudad de La Ceiba vive Teresa de Jesús Motiño, quien afirma que la “inventora” de la “baleada” es ella, y explica lo que representa cada ingrediente a partir de que su padre, quien fue un cazador, elaboraba a mano sus propias municiones.

Es común en el norte de Honduras decirle “balas paradas”, incluso “chímbaros” a los fríjoles cocidos, de ahí que según Teresa, al verse obligada por la pobreza a venirse de su pueblo, Jutiapa, para La Ceiba, le surgió la idea de vender las tortillas ahora conocidas como “baleadas”.

Según su relato, la cápsula es la tortilla de harina doblada, los fríjoles el proyectil y el queso rallado la pólvora.

Para Teresa, quien inició con su puesto de “baleadas” en 1964, junto a la línea del ferrocarril que terminaba en la punta del muelle de La Ceiba, no son ciertas las versiones de esa misma ciudad o de San Pedro Sula, en el sentido de que fue porque una mujer que tenía un puesto popular de comida resultó herida de un balazo.

El puesto de “baleadas” de Teresa sigue siendo el primero en el mismo sitio en que se instaló en 1964, al que gradualmente se fueron sumando en línea otras mujeres luchadoras, de las que algunas de ellas fueron empleadas suyas.

Otra versión de la “baleada” hondureña es la que se prepara en las comunidades garífunas (negros), con una tortilla de harina más consistente, cuyo amasado no es con agua, sino con leche de coco.

En la ciudad de El Progreso también se atribuyen la autoría de las “baleadas”, el popular platillo hondureño que consumen pobres y ricos.

Algunos de los cocineros que harán “la baleada más grande del mundo”, participaron en noviembre de 2016 en El Salvador en la elaboración de “la pupusa más grande del mundo”.