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ORLANDO, Florida, EE.UU.- Con un cheque por 4.000 dólares en la mano, entregado por agentes de bienes raíces de Orlando, el representante John Mica se plantó en el restaurante F&D Cantina y describió lo que necesita para lograr un 13er mandato en la Cámara de Representantes.

“Tenemos que hacer que todo el mundo salga a votar”, declaró el legislador republicano en un acto de campaña. “No se dejen distraer por las otras contiendas ni por otros asuntos”.

Pareció ser una forma disimulada de aludir a Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia cuya desfalleciente campaña plantea algunos inconvenientes a Mica en una contienda que se perfila como muy reñida tras una reconfiguración de distritos electorales.

Mica, de 73 años, dice que los comentarios sobre cómo toquetea a las mujeres que hizo Trump en una conversación grabada en el 2005 sin su conocimiento fueron “vulgares e inaceptables”, pero que de todos modos lo apoya. Sin embargo, en el centro de la Florida, un estado clave para las aspiraciones de Trump y de los republicanos de retener la mayoría en la cámara baja, Trump no es lo único que compromete las posibilidades de veterano legislador, poco acostumbrado a retos serios.

En una típica contienda entre la vieja escuela y la nueva, Mica enfrenta a la demócrata Stephanie Murpy, una novata en la política de 38 años, con un historial que incluye un peligroso viaje por mar para escapar de Vietnam cuando era niña, títulos en las universidades de William & Mary y de Georgetown, y cargos en el Pentágono, en empresas privadas y en el mundo académico. Tiene incluso una patente de pantalones de sóftbol de mujeres fabricados por una empresa que administra su esposo.

Mica y Murphy viven a pocas cuadras de distancia en Winter Park pero dicen que nunca se conocieron hasta esta campaña. Ahora se disputan uno de varios distritos suburbanos que los demócratas deben ganar para conseguir algo que hace poco parecía impensable: el control de la cámara baja.

Pocas docenas de las 435 bancas de la Cámara de Representantes son competitivas y los demócratas necesitan añadir 30 para asumir el control de ese órgano. La caída de popularidad de Trump en la recta final de la campaña alentó las esperanzas de los demócratas de que el magnate le cueste varios escaños a su partido, pero resta por verse qué impacto tendrá el anuncio de que el FBI reanudó una investigación de los correos electrónicos de la candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton.

“Creo que la diferencia será de un solo dígito, para un lado o para el otro”, pronosticó la jefa de la minoría demócrata Nancy Pelosi.

El presidente Barack Obama apoyó a 30 candidatos demócratas, mayormente figuras que tratan de quedarse con bancas republicanas, tratando de impulsar sus candidaturas con su popularidad.

Los republicanos dan por sentado que perderán plazas, y en privado admiten que es posible, aunque improbable, que Trump les cueste la mayoría en la cámara baja. Algunos culpan a políticos como Mica de no reaccionar a tiempo al ambiente político hostil que les esperaba, recaudando más dinero e impidiendo que cobrasen fuerza las candidaturas de sus rivales.

Si bien los republicanos aspiran a quitarle algunas bancas a los demócratas en California, Florida, Minnesota, Nebraska y Nueva York, el grueso del dinero que tienen lo usan para proteger a los representantes que pueden correr peligro. Congressional Leadership Fund y la American Action Network anunciaron hace poco que se proponen defender 15 distritos republicanos de todo el país y también hay nuevos avisos en 11 distritos republicanos pagados por el National Republican Congressional Committee, el brazo político del partido Republicano en la cámara baja.

Alentados por la ventaja de Clinton en las encuestas, los demócratas están gastando dinero en distritos en manos de los republicanos, incluidos algunos de Nueva York City, Filadelfia, Las Vegas y Los Angeles.

El comité de acción política (los PACs) que ayuda a los demócratas ha puesto dinero en un distrito republicano vacante en el sur de Indiana y reservó 451.000 dólares en avisos televisivos para tratar de arrebatarle su banca al republicano Ryan Zinke en Montana. El Democratic Congressional Campaign Committee, brazo politico de los demócratas en la cámara baja, planea gastar un millón de dólares para tratar de derrocar a un republicano en los suburbios de Kansas City.

En Orlando, Mica recaudó casi el doble de lo que reunió Murphy. Pero agrupaciones demócratas han invertido 1,6 millones de dólares en la campaña de la desafiante y se proponen gastar otros 2,5 millones, mientras que los republicanos no piensan aportar nada a la campaña de Mica.

Un republicano asegura que el partido comenzará a darle dinero pronto a Mica. La diferencia en los aportes de cada partido a sus candidatos, no obstante, es llamativa.

Mica asegura que le dijo al partido que no se metiese a menos que él se lo pidiese.

Murphy trata de asociar a Mica con Trump en sus avisos y dice que ambos “comparten las mismas políticas nefastas” para la salud de las mujeres y sobre control de armas.

Una redistribución de distritos electorales ordenada por los tribunales hace que en el distrito de Mica cuatro de cada diez votantes sean nuevos. La nueva camada incluye ligeramente más demócratas, jóvenes del centro de Orlando, así como hispanos y negros. Aproximadamente el 30% de la población pertenece a alguna minoría.

“Es un tipo productivo”, dijo Tim Whitefield, ejecutivo bancario de Lake Mary de 55 años. “Pero si en esta elección priva la actitud de ‘al diablo con todos esos vagos’, podría quedar afuera”.