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Ariel Del Valle recuerda el viaje que hizo en barco, de México a Estados Unidos, para reunirse con su familia en Huntington Beach.
Ariel Del Valle recuerda el viaje que hizo en barco, de México a Estados Unidos, para reunirse con su familia en Huntington Beach.
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Ariel Del Valle comenzó a negociar con Dios cuando el agua del mar dentro del barco subió hasta poco debajo de sus rodillas.

Cerca de él, un hombre vomitaba lo último que comió. Algunos discutían sobre si deberían pedir ayuda. Mientras que otros no decían nada, más bien se daban por vencidos a lo que les esperaba.

Del Valle, de 30 años y originario de Aguascalientes, México, pensaba en su familia. Le rogó a Dios en voz suave: “Me permitiste ver el atardecer. Por favor dame la licencia de ver que amanezca”.

Este viaje, una alternativa en barco a comparación de una marcha de varias semanas por el desierto, se convirtió en una pesadilla. La panga que llevaba a Ariel y a otros hombres mexicanos estaba flotando sin dirección alguna en el Pacífico.

La historia de Del Valle se había convertido en un nuevo fenómeno de contrabando de personas.

En 2010, en San Onofre Beach, Dana Point y San Clemente, agentes de ICE arrestaron a 63 personas en siete excursiones. El año pasado, el número de personas detenidas en el océano en el condado de Orange casi se duplicó a 119.

Algunas personas que realizan viajes en pangas u otro tipo de naves llegan a California y hayan trabajo. Algunos son detenidos. Otros desaparecen o mueren. Durante las siguientes semanas, Excélsior publicará una serie titulada “La nueva frontera”, enfocada en la nueva tendencia de algunos coyotes, a veces aliados con carteles de drogas, a pasar a gente por el océano en pangas u otras naves.

Este proyecto fue posible por el International Reporting Fellowship, el International Center for Journalists y el Ford Foundation.