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Nury Chavarria aseguró de que creyó que pasaría más tiempo en la iglesia protestante donde le acogieron junto a su hija Hayley, de nueve años.
Nury Chavarria aseguró de que creyó que pasaría más tiempo en la iglesia protestante donde le acogieron junto a su hija Hayley, de nueve años.
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Nueva York.- La guatemalteca Nury Chavarría comienza a recuperar su vida normal luego de que hace una semana se refugiara en una iglesia en Connecticut, estado en el que ha vivido por dos décadas, para evitar ser deportada.

“En el momento en que me dieron la noticia estaba con mis dos hijas y lloramos. Ellas no lo podían creer. Me decían: ‘¿De verdad mami, estás segura?'”, dijo a Efe Chavarría al recordar la peripecia de las últimas horas.

La ciudadana guatemalteca, de 43 años, pasó la noche del miércoles en su hogar con sus cuatro hijos y hoy acudió a Inmigración para restaurar el programa de vigilancia electrónica.

A Chavarría se le colocó un brazalete electrónico el pasado junio, luego de que se le informara que sería deportada en pocos días.

“Entré de nuevo en el programa de supervisión”, indicó, y explicó que las autoridades de Inmigración tenían previsto quitarle el dispositivo en el aeropuerto, previo a que saliera de EEUU a su país, el pasado 20 de julio.

Sin embargo, optó por refugiarse en una iglesia santuario en New Haven, dirigida por latinos, donde estuvo hasta el miércoles, luego de que la corte migratoria aceptara reabrir su caso.

Los abogados de Chavarría lograron detener su orden de deportación, emitida hace casi 20 años, y solicitaron asilo político para la madre guatemalteca, que ha trabajado limpiando casas, ha pagado sus impuestos y no tiene récord criminal durante las dos décadas que ha vivido en este país.

Cuando Chavarría llegó a EE.UU. en 1993, desde su natal Jutiapa, solicitó asilo político, que le fue negado. En 1999 un juez de Inmigración le dio la oportunidad de salir voluntariamente del país, lo cual no hizo.

Luego de diez años, en 2010, agentes de Inmigración se presentaron a su casa tras lo cual solicitó visa humanitaria por la condición de salud mayor de su hijo, que también le fue negada.

Sin embargo, logró que Inmigración le renovara cada año su permiso de estadía en el país, hasta el pasado junio, cuando le notificaron que ejecutarían la orden de deportación y le colocaron un grillete electrónico.

Chavarría dijo a Efe que la nueva solicitud de asilo “es basada en la situación en mi país”.

También aseguró de que creyó que pasaría más tiempo en la iglesia protestante donde le acogieron junto a su hija Hayley, de nueve años, quien a su corta edad se ha convertido en una activista en defensa de su madre.

“Pasaba el tiempo ocupada y a pesar de todo, estaba tranquila. Tenía mucho apoyo de la iglesia y mis hijos me iban a visitar. Gracias a Dios ya dormí en mi casa con ellos”, en Norwalk, afirmó sin ocultar su felicidad.

“Lloré de alegría, era difícil de creer. Estoy tranquila de que por ahora no me pueden deportar”, aseguró Chavarría, que volverá a su trabajo y a conducir ya que Connecticut es uno de doce estados, así como Puerto Rico y el distrito de Columbia, donde los indocumentados pueden sacar un carné para manejar.

Chavarría ha contado con el apoyo de la comunidad y de varios funcionarios electos, entre ellos del gobernador demócrata de Connecticut, Daniel P. Malloy, que la visitó en la iglesia el pasado viernes y aplaudió la decisión de las autoridades de Inmigración.

“La razón y la compasión han prevalecido, Nunca hubo una justificación racional para haberla amenazado con la deportación y separarla de sus hijos”, afirmó Malloy en un comunicado tras conocer la noticia.

Glenn Formica, abogado de Chavarría contactó abogados de la clínica legal de la Escuela de Leyes de la Universidad de Yale, que se le unieron para presentar los argumentos a la corte que lograron detener por ahora su deportación.

Según dijo Formica a Efe, por ahora tienen que esperar por la revisión del caso y no hay una fecha para volver a la corte.

Aunque no entró en detalles, se pidió a la corte que revisara las circunstancias (en Guatemala) cuando ella llegó a este país, las necesidades de sus hijos, en particular del mayor, con parálisis cerebral y el impacto que tendría en ellos si es deportada.