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Numerosos menores de edad que viven hacinados en complejos de departamentos, en el vecindario Lacy de Santa Ana, ya tienen un sitio donde efectuar ejercicios y actividades de esparcimiento que los aleje de las pandillas.
Numerosos menores de edad que viven hacinados en complejos de departamentos, en el vecindario Lacy de Santa Ana, ya tienen un sitio donde efectuar ejercicios y actividades de esparcimiento que los aleje de las pandillas.
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En el barrio Lacy de Santa Ana hay un oasis de oportunidades para evitar que niños y jóvenes se involucren en pandillas

Cuando se tiene un padre involucrado en drogas y se vive en un barrio donde es difícil no terminar involucrado en pandillas, Johnathan Hernández demostró que cuando se tiene plena conciencia de salir adelante, todo se puede lograr.

Hernández, de 24 años vivió en alguna época en el vecindario de la calle Raitt y Civic Center, desde donde salió para convertirse en director ejecutivo de Santa Ana Unidos, una organización sin fines de lucro, donde trabaja con denuedo para que unos 230 niños y jóvenes no acaben en las garras de los grupos criminales.

“De chiquillo yo no tenía papá, él siempre andaba metido en una pandilla destructiva, entraba y salía de la cárcel”, narró Johnathan. “Mi hermano Michael, mi mamá [María Elba Hernández] y mis abuelitos eran quienes siempre estaban a mi lado”.

La ausencia de la figura paterna como ejemplo a seguir fue lo que motivó a Johnathan a meditar que debía cambiar el curso del destino que le esperaba. Él y otros jóvenes son agentes del cambio junto a tutores como Joey Linnert, Earth Steward y Brian Peterson.

A través del ofrecimiento de servicios gratuitos y programas extracurriculares de cocina, pintura, jardín del vecindario, música y arte, boxeo y artes marciales, Hernández quiere cambiar el mundo a su alrededor.

En coordinación con el Centro Comunitario Corazones Verdes, Santa Ana Unidos se ha unido ahora con Latino Health Access, para auxiliar a la numerosa población latina empobrecida que reside en el vecindario Lacy.

Sus actividades están diseñadas para reducir las disparidades en salud, aumentar la resistencia y las habilidades de liderazgo, ampliar la visión del mundo, fortalecer las familias, mejorar la salud mental y física y mejorar el desempeño académico.

De hecho, los promotores juveniles aprenden sobre la nutrición, la actividad física, la prevención de lesiones, salud mental y el cuidado de los hermanos. Ellos coordinan y planean actividades después de la escuela y en edificios de apartamentos y en patios.

AUMENTA EL APOYO

Cuando iniciaron los programas de Santa Ana Unidos, la organización recibió un respaldo económico por 324,000 dólares, provenientes de donativos y dinero del estado para otorgar servicios gratuitos.

Este año, los ingresos se elevaron a $1.1 millones, como consecuencia de la diferencia que Santa Ana Unidos está haciendo en la vida de los niños y jóvenes.

Hernández, expuso que espera que la organización siga creciendo porque tiene la visión de llevar los programas de ayuda a las ciudades vecinas de Garden Grove y Anaheim.

“Tenemos que buscar la manera de conectar a las comunidades”, declaró. “Para ello tenemos que identificar a jóvenes estudiantes comprometidos con la comunidad”.

Justamente, tres de esos jóvenes que quieren cambiar la vida de las nuevas generaciones: José Alfredo Elías, de 20 años, activista comunitario, Fátima Avalos, de 18 años y Mario Chávez, quien dirige el grupo Crecimiento Orgánico de Santa Ana (OGSA).

“A mí no me gusta el racismo ni las pandillas”, dijo José, quien fue apuñalado el año pasado por un grupo de pandilleros, cuando se dirigía a casa en su patineta. “Me preguntaron de que barrio era, y como no supe que decirles, me atacaron y me dejaron tirado en el piso”.

Fátima Avalos se integró a Santa Ana Unidos para seguir los pasos de su hermana Cindy, quien tenía cinco años de practicar el boxeo.

“En la actualidad, ya soy entrenadora de lucha en Tustin High School, dijo Fátima, quien acaba de recibir una beca para estudiar sociología en Chicago. “Me gusta enseñar a las mujeres a saber defenderse”.

Por su parte, Mario Chávez expresó que su interés es enseñar a los niños de Santa Ana a tener hábitos de comida saludable y a interesarse en el consumo de productos orgánicos

“El vecindario Lacy es uno de los más insalubres; estamos llenos de lugares de venta de comida rápida y eso no es saludable”, dijo Chávez. “Aquí motivamos a la gente a sembrar, y les decimos que las familias siembran juntas”.

Programas gratuitos que se ofrecen en Santa Ana Unidos:

•Artes marciales mixtas de intervención y prevención de pandillas.

•Boxeo

•Música y poesía

•Crecimiento Orgánico (Jardín del vecindario)

•Pintura

•Cocina