ANAHEIM – Como cada año, un ángel se aparece en las vidas de centenares de niños hambrientos y pobres.
Su nombre es Bruno Serato, nacido en Francia, quien pasó su infancia en Italia y es el chef y propietario del restaurante The White House, un exclusivo restaurante ubicado a las sombras de Disneylandia.
A escasos minutos del “Lugar más Feliz de la Tierra”, cientos de niños viven una realidad distinta. Cohabitan con sus padres, amontonados en los 75 moteles baratos de la ciudad, comúnmente asociados con pandilleros, traficantes de drogas y prostitutas.
A pesar de ello, para Serato la verdad de su existencia es alimentar a cuantos pueda. Su corazón es tan grande que, si tuviera más, más daría.
Este inmigrante de 58 años de edad, lleva en su pecho un rosario con la imagen de la Madre Teresa de Calcuta.
La santa y la Virgen de Lourdes son la inspiración que mueve su fe para llevarle un poco de ayuda a los más necesitados.
“Siempre admiré de la Madre Teresa su preocupación por los pobres”, dijo. “Ella nunca le negó ayuda a nadie”.
Además, sabe que las familias de los pequeños apenas sobreviven en esta ciudad y que sus padres no pueden pagar un departamento.
“Son niños y familias desfavorecidas”, expresó. “Merecen comer bien, como lo hacen las estrellas de cine”.
El lunes, 17 de noviembre, Bruno recibió en su lujoso restaurante a aproximadamente 300 niños. Todos fueron atendidos como reyes. Decenas de cocineros, meseros, voluntarios y jugadores de fútbol americano del equipo Panteras de Universidad Chapman de Orange sirvieron suculentos platillos típicos del día de Acción de Gracias a los niños.
Grupos de latinos, asiáticos, afroamericanos, llamados “Los niños de motel” llegaron en autobuses escolares y furgonetas contratadas por el mismo Bruno Serato.
Felices y contentos, los chicos fueron recibidos por duendes y recibieron abrazos de Santa Claus y su esposa, de Frosty, el muñeco de nieve y de Rudolph, el reno con la nariz roja.
A pesar de la riqueza y bonanza económica de Anaheim y el Condado de Orange, es común que los invitados de lujo de Bruno Serato, por unas horas hayan olvidado sus penurias.
“Esto es realmente de lujo”, dijo el pequeño Aldair. “Me encantó la carne de pavo”.
Después de haber mitigado el hambre, los niños disfrutaron de resbaladillas y 10 toneladas de nieve natural. Los más traviesos se dedicaron a lanzarse entre sí copos de nieve.
“Cuando me enteré que estos niños pasaban hambre, decidí que debía hacer algo por ellos”, dijo Serato.
Cuando llegó a Estados Unidos, en 1981, su dominio del inglés era escaso y debió conformarse con un empleo como lavaplatos. Así fue como descubrió el hambre a su alrededor.
En 2003 creó Caterina’s Club www.thecaterinasclub.org que recauda dinero para los niños de escasos recursos y los alimenta con pasta y vegetales siete días a la semana. La organización caritativa lleva el nombre de su madre, quien le enseñó a cocinar en la taberna familiar en Verona, Italia.
Serato creció en la pobreza, al lado de siete hermanos. Pero su madre Caterina, quien vino a visitarle el 18 de abril de 2005 se quedó asombrada cuando observó a un niño de Anaheim Boys & Girls Club que comía de una bolsa de papas fritas y se enteró de que este bocado era su cena.
“¡Debes darles de comer pasta a todos!”, fue la orden de la progenitora.
Cinco años más tarde, en 2008, Serato se convirtió en jefe de cocina y propietario de la Casa Blanca de Anaheim, un restaurante italiano ubicado en el 887 South Anaheim Boulevard, el cual ha sido visitado por celebridades como Lionel Richie, Robert De Niro, Kim Bassinger, Marlon Brando, Elton John, Madonna, Sophia Loren, el beisbolista Derek Jetter o el astro del fútbol brasileño, Pelé.
Michael Baker, el director ejecutivo de Anaheim Boys & Girls Club, dijo que miles de los “niños de motel” dependen de sus comidas diarias de pasta.
De igual forma, se alegra con la situación irónica: “Estos son algunos de los niños cenando en uno de los restaurantes más exclusivos de Anaheim”.
Randy Bruegman, jefe del Departamento de Bomberos de Anaheim indicó que la cena para los niños había sido la oportunidad para demostrarles que ellos le interesan a alguien.
“Nuestro mensaje para estos niños es que aprendan que también hay cosas buenas en la vida”, dijo Bruegman. “Yo, a todos los miembros del Departamento les pido que para que sean buenos servidores públicos, primero deben tener un buen corazón para ayudar a todos”.
Hasta el presente, Serato ha servido de forma gratuita casi un millón de platos de comida. La pasta nunca faltó en su mesa y su madre Caterina los hizo crecer como hijos de bien, a base de espagueti.
“Los niños no deben estar sufriendo por hambre”, dijo el buen samaritano. “Yo tenía que hacer algo”.
Y ¿Cómo le gustaría a Serato que los niños de motel lo recordaran en el futuro?
No duda en responder: “¡Que Bruno fue el mejor cocinero de la mejor pasta!”