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    Mauricia Horta Fuentes, de 36 años, vivió en Estados Unidos por años antes de ser deportada a México recientemente.

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    La comunidad latina que vive en Estados Unidos sin documentos vive en desventaja que otros grupos étnicos. Sepa por qué aquí.

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Nació en México y vive en Estados Unidos. Pero Laura Rocío Ordóñez oficialmente no existe en ningún país.

No puede abrir una cuenta bancaria, casarse ni estudiar. Es invisible a los ojos de ambos gobiernos.

Ocurre que la mujer, de 40 años, no solo se encuentra en Estados Unidos sin documentos, sino que tampoco tiene documentos mexicanos. Esto la pone en una situación más desventajosa todavía que la de los extranjeros que viven en el país sin autorización legal pero sí tienen documentos de su patria de origen.

Bancos como Chase, Citibank o Banco Popular aceptan matrículas consulares y pasaportes para que inmigrantes sin papeles puedan abrir cuentas corrientes o de ahorro. Las escuelas públicas de Nueva York aceptan los mismos documentos para que los inmigrantes irregulares puedan entrar en sus recintos y participar en reuniones con los maestros de sus hijos.

Inmigrantes sin papeles que disponen de ciertos documentos de su país natal pueden obtener un número identificación fiscal (ITIN, por sus siglas en inglés) que permite pagar impuestos en Estados Unidos y tener acceso a crédito o hipotecas.

Ninguno de estos recursos está al alcance de personas como Ordóñez, que ni siquiera pueden afiliarse al Seguro Popular de salud de México desde Estados Unidos o solicitar becas del Instituto de los Mexicanos en el Exterior para la educación superior. Están condenadas a una existencia extremadamente marginal.

“Sientes impotencia, frustración”, dijo la inmigrante, bajita y de ojos grandes y negros. “Esto me ha afectado mucho”.

“Puedo estudiar inglés aquí, en centros comunitarios, pero no puedo ni sacarme un título de GED (equivalente al diploma de la preparatoria)”, dijo Ordóñez, quien trabaja en una tienda de comestibles en Brooklyn. La mexicana no sabe si sus padres no la registraron cuando nació y no se preocupó de solucionar el tema cuando vivía en México.

Varios organismos oficiales mexicanos dijeron no tener estadísticas acerca de las personas cuyos nacimientos no fueron registrados, pero el presidente de la organización no gubernamental Be Foundation Derecho a la Identidad, que estudia este tema, Oscar Ortiz Reyes, dijo que en el 2008 eran el 14 por ciento de la población, unos 14 millones de personas, según datos del Banco Mundial.

Se sabe que el fenómeno es bastante común en poblados pobres y remotos de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Veracruz, Hidalgo y Puebla, donde a menudo hay que cubrir largas distancias para encontrar una oficina con registro civil.

En Oaxaca, de donde es oriunda Ordóñez, la Oficina del Registro Civil calcula que un 23 por ciento de las personas nacidas allí nunca fueron registradas.

Las cifras sobre este tipo de inmigrantes son difusas en Estados Unidos, pues es difícil detectarlos en vista de que tratan de pasar inadvertidos. Carlos Sada, cónsul de México en Nueva York, estima que puede haber “cientos de paisanos” sin registro o con errores en sus actas en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut y “cifras considerables” en el resto del país.

Aunque imprecisas, esas cifras son lo suficientemente altas como para que funcionarios del registro civil de Oaxaca pasasen una semana en Nueva York recientemente para dar documentos a decenas de mexicanos considerados invisibles, entre otros trámites. Los funcionarios también han visitado Los Ángeles para ayudar a inmigrantes allí y se espera que empleados de registros civiles de Puebla y Guerrero visiten Nueva York próximamente.

La vida de esta gente sin documentos en su propio país es más dura si cruzan fronteras para vivir en otro país, opinó Haydeé Reyes Soto, directora del registro civil de Oaxaca.

“Por supuesto lo tienen peor”, dijo la funcionaria. “Es una realidad. Son vulnerables de doble forma”.

Soto expresó que las situaciones pueden ser a veces dramáticas y se dan casos en los que los inmigrantes son arrestados y las autoridades estadounidenses no saben ni dónde deportarlos. Si éstos tienen hijos nacidos en Estados Unidos, no les pueden ofrecer la ciudadanía mexicana porque carecen de acta de nacimiento mexicana. Eso puede provocar la separación total de la familia.

“Fíjese hasta dónde puede llegar no tener ese documento matriz”, dijo Soto, refiriéndose al acta de nacimiento.

A Ester Bautista le cuesta leer y escribir porque se vio obligada a dejar la escuela en México a los 10 años. La inmigrante, que ahora tiene 37, dijo que le pedían al menos un acta de nacimiento para continuar.

“Sólo estudié hasta segundo de primaria”, dijo Bautista. “Mi vida hubiera sido mejor (si hubiera sido registrada). Me he sentido desprotegida en muchos aspectos”.

La inmigrante, nacida en el poblado de Zimatlán de Lázaro Cárdenas, en Oaxaca, dijo que su padre fue asesinado cuando ella tenía dos meses. Su madre, Juana Cruz, estaba sola y sin recursos, lo que hacía muy difícil viajar hasta otro pueblo donde se encontraba la oficina del registro civil.

Bautista nunca ha podido casarse con su compañero, Jaime García, con quien tiene un hijo de 12 años, nacido en Nueva Jersey. Tras vivir 13 años en Estados Unidos, la inmigrante logró su acta de nacimiento recientemente la semana pasada gracias a la visita de los funcionarios de Oaxaca.

Se la entregaron en mano y ella la tomó orgullosa, con una tímida sonrisa en la cara.

“Es como volver a nacer”, dijo García. “Ella necesitaba una identidad. Lo primero que vamos a hacer es casarnos”.

La falta de identificación es común en comunidades indígenas en las que se habla mixteco y donde el hecho de no hablar español dificulta la realización de trámites burocráticos.

Ulfrano González, un mexicano nacido en el pueblo de San Marco Natividad, en Oaxaca, no fue registrado por sus padres al nacer y llegó a Estados Unidos de forma indocumentada a los 17 años, hablado tan sólo en mixteco.

“Mis padres se preocupaban en buscar qué comer, no en el registro”, dijo González, un trabajador de la construcción de 32 años que aprendió español en Nueva York.

“No tengo con qué identificarme. Eso me ha dolido mucho. Tengo a mis tres niños nacidos aquí, pero no puedo darles la ciudadanía mexicana”, dijo el inmigrante, visiblemente preocupado.

Además de no haberse casado ni tener cuenta bancaria, González asegura que siempre ha tenido problemas cuando le han pedido identificación. El oaxaqueño dice que sólo tiene un documento llamado constancia de vecindad que sacó en México, con una foto suya, con su nombre, pero que nunca le ha servido de nada en Estados Unidos. Hay varios tipos de constancias en México, expedidas por autoridades municipales, y son a menudo usadas por mexicanos que carecen de otra identificación.

Leticia Alanis, presidenta de La Unión, una organización de ayuda al inmigrante, dijo que el problema se hace más grave ahora que algunos estados implementan duras leyes para combatir la inmigración indocumentada y la Policía empieza a colaborar con las autoridades federales para identificar qué arrestados son deportables, a través de un programa llamado Comunidades Seguras.

“Para todo se necesita identificación. Si te encuentras con la Policía, si te detienen, te van a requerir una identificación”, dijo Alanis. “Es una cuestión que tiene muchas consecuencias. Y más ahorita con Comunidades Seguras. Todos deberíamos tener algo que dice quiénes somos”.

Organizaciones de defensa de inmigrantes como Se Hace Camino Nueva York o El Centro del Inmigrante, en el condado neoyorquino de Staten Island, ofrecen sus propios carnés de afiliación, lo que a veces puede ayudar a mexicanos sin documentación de su país.

“Les pedimos que se manden una carta a sí mismos y que cuando ésta les llegue, la traigan. Así comprobamos la dirección”, dijo Gonzalo Mercado, director del Centro del Inmigrante.

El gobierno mexicano implementó el año pasado un programa con el lema “Todos unidos por el derecho a la identidad en Oaxaca” para combatir el problema en ese estado. El cantante Ricky Martin se ha convertido en un activista que lucha a favor de la promoción del registro de nacimientos a través de la campaña “Yo Amo América”.

“Garanticemos un registro para todos”, plantea en el video de su campaña mediática.

Bautista, la inmigrante que logró su acta de nacimiento tras gestionarla en Nueva York, dijo recientemente que llamó a su madre para anunciarle que iba a lograr el esperado documento.

“Ella se siente bien orgullosa”, dijo Bautista, que habla bajito pero con determinación. “Siempre se sintió muy mal…por no haberme registrado”.