La tensión aumentó de nuevo en Murrieta el miércoles, 1ro de julio, cuando los manifestantes contra la inmigración ilegal y los activistas pro-inmigrantes se enfrentaron en el aniversario del bloqueo de autobuses llenos de familias migrantes por parte de manifestantes, evitando la entrada en la estación de la Patrulla Fronteriza de Murrieta.
Hubo dos mítines separados —una manifestación a favor de la Patrulla Fronteriza por la mañana y una reunión pro-inmigrantes por la tarde— pero algunos activistas en contra de la inmigración ilegal interrumpieron con gritos e insultos, algunos obscenos, los discursos de los organizadores del mitin de la tarde.
Detrás de la cinta amarilla, los activistas gritaron: “extranjeros ilegales” y, “son todos un grupo de vividores”.
Las mítines de aniversario comenzaron a las 10 de la mañana, cuando unos 30 activistas contra la inmigración ilegal se reunieron frente a la estación de la Patrulla Fronteriza de Murrieta para mostrar su apoyo a la agencia federal, y para celebrar lo que el residente de Murrieta, William Satmary, calificó como “activismo exitoso” por detener los autobuses el año pasado.
“Lo consideramos una victoria”, dijo Satmary, quien participó el año pasado en el bloqueo. “Se dio a conocer por todo el país, y Murrieta fue reconocida como el epicentro del debate sobre la inmigración y nos sentimos orgullosos por eso”, agregó.
Robid Hvidston de “We are the People Rising”, quien participó en las protestas del año pasado, dijo que simplemente expresaron su punto de vista al gobierno. Hvidston estuvo presente afuera de la estación de la Patrulla Fronteriza en Murrieta el miércoles por la mañana para mostrar su apoyo a los agentes de la Patrulla Fronteriza.
Otros, sin embargo, dijeron que el bloqueo de autobuses mostró una imagen negativa de Murrieta.
Mark Lane, quien ayudó a organizar la manifestación a favor de los migrantes la tarde del miércoles en el Town Square Park, dijo que las protestas del año pasado revelaron “lo peor de lo que puede ofrecer nuestro país”.
“Es importante que no permitamos esas demostraciones de odio hacia niños y mujeres”, dijo Lane. “Si dejamos que ellos ganen, todos perdemos”.
Lane dijo que las protestas contra la inmigración ilegal impulsaron un mayor activismo y respaldo local para las familias migrantes.
La protesta del 2014 se produjo en medio de un aumento en el número de inmigrantes procedentes de América Central, quienes estaban cruzando la frontera hacia los EE. UU., muchos de los cuales intentaban escapar la violencia severade las pandillas y el narcotráfico, y algunos que escucharon rumores de que los niños eran elegibles para la residencia legal en los EE. UU.
La avalancha de inmigrantes capturados en el sur de Texas fue mucho más de lo que las instalaciones podían alojar, por lo que algunos migrantes fueron enviados a otros lugares para ser procesados, incluyendo Murrieta.
Hace un año, la nación observó la confusión en Murrieta a través de los medios sociales y los noticieros cuando los manifestantes bloquearon los autobuses. Lo que siguió fueron días de protesta, con activistas de ambos lados del debate, enfrentándose a gritos.
El ambiente se tornó tenso el miércoles por la tarde cuando cerca de 15 personas que habían participado en la manifestación de la mañana a favor de la Patrulla Fronteriza se presentaron en la manifestación a favor de los migrantes, donde casi 70 partidarios pro inmigración se habían reunido para su mitin de tres horas.
Los activistas contra la inmigración ilegal gritaban, por medio de megáfonos —algunas obscenidades— y portaban carteles que condenaban la inmigración ilegal. Un cartel leía: “¿Opresión? Solo si usted paga impuestos para los ilegales”.
En respuesta, una fila de mujeres sostenías carteles que leían: “La compasión es el sello de los Estados Unidos”, y “¡Todos los seres humanos tienen el derecho de vivir con seguridad!”
Jaime Fernández, de 40 años de Wildomar, dijo que asistió a todas las manifestaciones contra la inmigración ilegal del año pasado en Murrieta, y decidió ayudar a organizar el mitin del miércoles a favor de una reforma de inmigración y los derechos humanos.
“Esto sucede aquí, en nuestros vecindarios, así que mi familia y yo decidimos involucrarnos. Vimos muchos comentarios negativos hacia los inmigrantes y refugiados”, dijo Fernández. “Desde entonces, todo está fuera de control”.
