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MORELIA, México.- Las autoridades mexicanas rechazaron el lunes los cuestionamientos de familiares acerca del balance desigual de un tiroteo en el que murieron 42 sospechosos y un policía federal.

Parientes de algunos de los muertos en el enfrentamiento en el estado de Michoacán dijeron a The Associated Press que luego de ver en la morgue cómo quedaron los cuerpos de sus hermanos, esposos o hijos, no creen en la versión oficial de los hechos. A un cadáver le faltaba un ojo y tenía la cara cubierta de moretones, a otro le faltaban todos los dientes. Adicionalmente, otro mostraba un orificio de bala en la coronilla.

“No hay una sola ejecución” en el tiroteo del viernes, dijo el jefe de la policía federal Enrique Galindo a la prensa local. “Te lo digo categóricamente”, agregó.

Si no hubiera llegado el helicóptero, “quizás los números de bajas habría sido diferentes”, aseguró.

Las autoridades dicen que los presuntos criminales abrieron fuego sobre la policía en este estado donde impera el narcotráfico, desatando el enfrentamiento más mortífero de los últimos tiempos.

Un funcionario del gobierno de Michoacán dijo a AP que los 42 fallecidos eran hombres y que la mayoría eran originarios de Jalisco, donde tiene su sede el poderoso cartel Jalisco Nueva Generación al que se atribuye la muerte de 15 policías estatales en una emboscada en abril y el derribamiento el 1 de mayo de un helicóptero militar mediante un lanzacohetes, un hecho inédito en la historia mexicana.

La mayoría de los supuestos delincuentes murió por heridas de arma de fuego, agregó el funcionario, quien habló a condición de permanecer en el anonimato porque no estaba autorizado a hablar con periodistas.

Según dijo el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, en entrevista con Televisa los análisis de los cadáveres revelaron que les habían disparado desde “una distancia significativa… de decenas de metros” y descartó que hubiese disparos a quemarropa.

“Ellos iban corriendo y disparando contra la policía” y el terreno presentaba desigualdades y sitios para esconderse, indicó después Rubido en un encuentro con la prensa. “No sabemos cuántos había”.

También atribuyó que sólo un policía muriera a que tres de los ocho vehículos en los que se movieron los agentes eran blindados.

A preguntas directas sobre si se disparó desde los Black Hawk, el comisionado señaló que los helicópteros llevaban armamento y que recibieron tres impactos de rifle pero no confirmó ni negó que dispararan. Tuvieron una “labor de contención”, se limitó a decir.

También subrayó que no podía explicar por qué los supuestos criminales no se rindieron si se encontraban cercados por los agentes en tierra y por el helicóptero en el aire, como sí hicieron los tres que luego detuvieron, dos de los cuales confirmaron pertenecer al cártel Jalisco Nueva Generación.

Aclaró que dos de los fallecidos murieron calcinados. El enfrentamiento hizo que varios vehículos que estaban en una bodega junto a bidones de gasolina se prendieran durante el tiroteo, explicó Rubido.

Juan Enrique Romero Caudillo, de 34 años, trabajaba como chatarrero. “Dijo que había conseguido una chamba (trabajo) para dar mantenimiento a un rancho”, comentó uno de sus familiares, que no cree que fuera miembro de un grupo criminal.

Mario Alberto Valencia Vázquez, de 22 años, trabajaba en una mueblería, dijeron dos familiares que también pidieron mantenerse en el anonimato por temor a represalias. “Le ofrecieron trabajo en el rancho y se vino”, dijo uno de los familiares y refirió que tras ver el cuerpo notaron que los dientes parecían flojos “como si lo hubieran golpeado con algo” y que también tenía golpes en el cuerpo.

Según el gobierno, el tiroteo comenzó cuando autoridades federales respondieron a una denuncia sobre la toma de un rancho por parte de hombres armados en el municipio de Ecuandureo, cerca del límite con Jalisco.

Las fuerzas federales que se dirigían al rancho se cruzaron con un camión desde el cual varios hombres abrieron fuego y cuando los persiguieron hasta el rancho fueron recibidos con nuevos disparos, dijo Rubido.

Agregó que la dueña del rancho, que lo tiene rentado, y su administrador están rindiendo declaración en Guadalajara.

Fotos del sitio muestran cuerpos de hombres sin camisa y algunos sin zapatos. Unos parecían yacer junto a fusiles semiautomáticos en un campo donde había maquinaria agrícola y otros en un patio entre charcos de sangre, ropa, colchones y sacos de dormir. Un video obtenido por AP muestra a varios policías recibiendo disparos.

En el lugar fueron confiscados 36 armas semiautomáticas, dos armas cortas, un lanzagranadas y tres armas largas.

El 30 de junio, en el Estado de México, ocurrió un caso similar cuando el ejército dijo que en un enfrentamiento habían muerto 22 presuntos delincuentes y sólo un soldado había resultado herido. Una investigación de AP reveló que varios de los sospechosos fueron ejecutados después de que se rindieran en una bodega de la municipalidad de Tlatlaya.

Las autoridades negaron que el tiroteo del viernes fuera similar al de Tlatlaya, por el que están acusados siete soldados.