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MEXICO.- El afamado arquitecto británico Norman Foster y el mexicano Fernando Romero, yerno del magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim, resultaron triunfadores para diseñar un nuevo aeropuerto de la ciudad de México, un proyecto contemplado a 50 años y que se espera cuadruplicará la capacidad de la actual terminal aérea.

El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, dijo el miércoles que el proyecto de ambos arquitectos fue electo la víspera por unanimidad en un comité.

El nuevo aeropuerto se construirá en terrenos contiguos al actual, en el oriente de la ciudad de México, y tendrá una superficie de 4.600 hectáreas. Tendrá seis pistas, con una capacidad de 120 millones de pasajeros al año, comparado con las dos pistas y los 32 millones que actualmente se transportan al año hasta hoy.

Se espera que requiera una inversión por unos 120.000 millones de pesos (unos 9.169 millones de dólares).

“El nuevo aeropuerto será una obra trascendental, emblema del México moderno”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto durante la presentación general del proyecto.

La construcción se espera que inicie este mismo año y la primera etapa está contemplada que termine en 2020, cuando el aeropuerto comenzaría a operar con tres pistas y una capacidad para 50 millones de pasajeros al año, dijo luego del anuncio a periodistas Manuel Angel Núñez, director del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.

Dijo que el nuevo aeropuerto está proyectado a 50 años, es decir que hasta después del 2060 se alcanzaría su potencial máximo de 120 millones de pasajeros.

“Este es un proyecto a 50 años y va a depender del desarrollo del mercado; vamos a abrir con una capacidad para 50 millones de pasajeros y crecerá paulatinamente de conformidad con la demanda. Si la demanda se acelera, aceleraremos la construcción”, dijo.

Una imagen del proyecto muestra que tendrá una forma de una gran “X”, en un intento por mostrar el simbolismo de una de las letras emblemáticas del nombre del país.

El secretario de Comunicaciones describió el proyecto como “moderno, vanguardista, que expresa gran dosis de simbolismo mexicano y que será sin duda referente a nivel mundial y una gran puerta de entrada” al país.

Foster es uno de los más afamados arquitectos de aeropuertos en el mundo y diseñador de la terminal de Hong Kong (1995) y de Beijing (2007). También ha recibido los principales premios en el mundo arquitectónico, como el Pritzker.

El arquitecto británico dijo que los espacios monumentales que tendrá la terminal permitirán que se puedan usar como museo o lugar de exhibiciones.

Romero, diseñador del Museo Soumaya del magnate Slim en la capital, dijo que el aeropuerto también busca honrar al emblemático escudo de México, en el cual destaca un águila que posa sobre un nopal mientras devora a una serpiente, que hace referencia a la fundación de Tenochtitlán, la antigua ciudad prehispánica en donde hoy se encuentra la capital del país.

El arquitecto mexicano refirió que la entrada a la terminal será un jardín de cactáceas con elementos que también simbolicen a la serpiente y a las alas del águila. Además, dijo que los espacios serán amplios y grandes como un homenaje a la arquitectura monumental que caracteriza a algunas obras, como el Museo de Antropología en la ciudad de México.

El aeropuerto, cuya construcción se espera que genere más de 160.000 empleos, sólo tendrá una terminal con 95 puertas de embarque.

Las autoridades esperan que la nueva terminal se vuelva el principal espacio de conexión aérea en Latinoamérica.

Hace más de una década, las autoridades federales presentaron un proyecto de un nuevo aeropuerto en una zona cercana al actual, aunque las protestas de los habitantes de esas áreas -en particular de la comunidad de San Salvador Atenco- llevo a que el gobierno cancelara el plan y en su lugar se decidiera sólo ampliar las instalaciones de la actual terminal aérea.

Algunas de esas protestas, en particular las encabezadas por habitantes de la comunidad de San Salvador Atenco, se tornaron violentas y hubo varios enfrentamientos con la policía.

Ahora, el gobierno señaló que los terrenos donde está proyectado el nuevo aeropuerto son propiedad federal y no tendrían que expropiar nada, lo cual motivó en el pasado las protestas.

Hasta ahora, es el principal proyecto de infraestructura del actual gobierno.