Una noche al año, Palm Springs se convierte en el verdadero Hollywood. Una larga alfombra roja se extiende desde la calle hasta la entrada del Palm Springs Convention Center. Jóvenes vestidos de blanco con corbatas negras esperan a la llegada de coches elegantes para abrirles las puertas de los vehículos.
En el momento que salen las superestrellas, allí les están esperando sus emocionados fans.
Algunos seguidores vienen con pancartas con los nombres escritos, otras portan pequeños escalones para poder subirse y ver mejor, alguna usa binóculos para ver más de cerca mientras que la mayoría están listos con sus teléfonos móviles en la mano para el momento oportuno de tomarse un selfie con su estrella favorita. Hasta inclusive unos otros llevan retratos de los artistas para que les hiciera el favor de firmarlo con su autógrafo.
Hay momentos de silencio entre la multitud hasta que llega un rostro conocido dentro de un Mercedes o una limosina. Y luego, empieza el gran griterío, acompañado por aplausos y la luz encandilante del flash de las cameras. Ha llegado alguien importante.
En esta noche de gala podría ser Benedict Cumberbatch, Julianne Moore, David Oyelowo, Reese Witherspoon o, quizás, alguien quien no estuvo en la lista de invitados pero decidió venirse de todas formas, como en el caso del artista Sir Patrick Stewart que se presentó de sorpesa el sábado, 3 de enero. Saludan a los fans y luego se van caminando por la alfombra roja hacia la sala de la ceremonia para recoger sus premios.
Los fans se arriman más para verlos de cerca.
Un canadiense, que estaba subido en un banco, dijo que en años pasados había visto a George Clooney y le había parecido mucho más chaparro que se lo había imaginado. “Era más bajo que yo”, comentó el hombre con asombro. “También recuerdo que a uno le dio un paro cardíaco al ver a la Angelina Jolie”.
Una fan colombiana Christine Peres-Peña dijo que la parecía que la noche de gala y el resto del Festival Internacional de Cine de Palm Springs era muy accesible para todos, en particular, para la comunidad hispana.
“Me interesa ver a la gente que realmente está rompiendo barreras en la industria del cine. Como nosotros hispanos, es un honor que el director mexicano Alejandro González Iñárritu esté recibiendo un premio esta noche”, dijo. “Ya hay más latinos en estos niveles pero ahora faltan más mujeres latinas dirigiendo proyectos. La cosa es que para entrar a este mundo, hay que tener realmente palanca y conexiones. Si no lo tienes eso, olvídese. Es un anillo cerrado”.
Otra fan mexicana que llegó fue Lupe Bustamante. Ella se había arrepentido de no haber podido venir a la gala el año pasado, como solía hacer cada vez que podía porque la encantaban ver a los artistas y las modas de los vestidos.
“Brad Pitt es uno de mis favoritos y la actriz Shirley MacClaine también. He visto en años a Leonardo di Caprio y a la Mariah Carey. Dustin Hoffman me pareció muy sencillo y serio. Nos fue saludando a todos con la mano”, dijo la mujer de Cathedral City.
A las 6:25 de la tarde, ya han parado de llegar más vehículos lujosos y poco a poco los fans se van retirando.
“Siempre es una sorpresa ver quien aparecerá”, comentó Bustamente. “Aunque he vivido aquí por 33 años nunca me he ido hasta Hollywood, pero esta noche me parece como si estuviéramos allá”.