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 Mildred García, presidenta de la Universidad Estatal de California, Fullerton.
Mildred García, presidenta de la Universidad Estatal de California, Fullerton.
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La primera vez que vi la pintura, no me di cuenta que la niña estaba triste. Todo lo que sabía era que los muros blancos y vacíos de mi oficina ahora estaban llenos de un colorido arte que reflejaba el rostro cambiante del Condado de Orange y la rica diversidad de los estudiantes artistas que lo habían creado.

Pero después de la quinta o sexta vez que pasé frente a la niña, tuve que detenerme para estudiar su melancólico rostro. Y ella me observó, solemnemente, como diciendo, “oh, te diste cuenta”.

La pieza fue creada por Leonardo Lambaren, un estudiante de arte latino en la Universidad Estatal de Fullerton, y en ella representa a una niña latina de unos 10 años, sentada en medio de dos hombres blancos. Los tres tienen un violín y parecen estar listos para tocar, pero un observador astuto se dará cuenta que el violín de la niña no tiene cuerdas.

Al darse cuenta de eso, su tristeza tiene significado, pero no fue hasta que llevé a cabo una recepción en mi oficina para honrar a Leonardo, y a muchos otros estudiantes artistas cuyo trabajo está ahora en mi oficina, que comprendí plenamente su profundidad.

Cuando Leonardo tenía seis años, su maestra de kindergarten le advirtió que “no se graduaría” porque su inglés era demasiado malo. Sus padres reaccionaron prohibiéndole hablar español en casa. Él se sintió silenciado en todos los frentes – no podía comunicarse con sus maestros o compañeros de habla inglesa en la escuela, y no se le permitía comunicarse con sus padres o hermanos en español en casa.

Para parafrasear lo que Leonardo dijo mientras observábamos a la niña con el violín sin cuerdas, “sentí que tenía el instrumento con el cual hablar pero me habían robado las herramientas necesarias para usarlo”.

Comparto esta historia para señalar una verdad simple pero a menudo olvidada en California, el primer estado con una mayoría de minorías en los Estados Unidos continentales: aunque nadie en ningún nivel educativo va a la escuela esperando fallar, no todos están bendecidos con las mismas herramientas para tener éxito. No todos nacen con cuerdas en su violín.

Hoy día, estos estudiantes se han convertido en “la nueva mayoría” en California, y si no encontramos la manera de darles una voz igual a sus compañeros, no solamente vamos a privarlos del “bien privado” que es un título universitario, sino que también el Condado de Orange perderá “el bien público” de una fuerza laboral educada.

Una estudio Gallup-Purdue del 2014 de más de 30,000 egresados de la universidad encontró que “si un egresado contaba con un profesor que se preocupaba por ellos como persona, que los emocionaba acerca del aprendizaje, y los motivaba a seguir sus sueños, sus probabilidades de enfocarse en el trabajo se duplicaban, así como también probabilidades de prosperar y tener éxito”.

Yo diría que esta verdad, aunque más a menudo aplica a “un profesor”, también se traslada a cualquiera que trabaje en una universidad, especialmente en una como la Universidad Estatal de Fullerton, donde el 55 por ciento del cuerpo estudiantil se esfuerzan para ser los primeros en sus familias en obtener un título universitario. Como presidenta, no tengo la oportunidad de dar clases tanto como alguna vez lo hice, pero reconozco la necesidad de hacer lo que pido a nuestra facultad, personal y administradores: afectar las vidas de los estudiantes en formas que trasciendan la descripción de nuestros trabajos y demostrarles que son importantes como personas, motivándolos a perseguir sus sueños.

Es por eso que el arte de nuestros estudiantes cubre muros de mi oficina; es por eso que recientemente llevé a cabo una recepción para honrar a los estudiantes artistas, aprendí las historias detrás de su inspiración, y me reuní con ellos y sus familias para articular mi orgullo en su trabajo. Y fue así como llegué a conocer a Leonardo… Y a la niña en la pintura.

Y resulta que ella es la hija de Leonardo, el modelo de todo su trabajo, lo cual encuentro irónico porque él es claramente su modelo a seguir en la vida. Ella es una joven latina brillante, ambiciosa, orgullosa y, gracias en gran parte a la educación transformadora que su padre experimenta como estudiante de arte en la Universidad Estatal de Fullerton, no está creciendo sin cuerdas en su violín. Ella escucha de primera mano las hermosas melodías que esas cuerdas pueden tocar cuando son afinadas en una universidad llena de personas que en realidad se preocupan por su padre y lo motivan a seguir sus sueños.

Estoy tan orgullosa de que en mayo, Leonardo se convertirá en la primera persona en su familia en obtener un título universitario, y algo me dice que su hija no está demasiado lejos de él.