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Araceli Robles, (der.), asistiendo en un centro de recuperación de desastres en Longmont, Colorado, tras las inundaciones en ese estado el año pasado.
Araceli Robles, (der.), asistiendo en un centro de recuperación de desastres en Longmont, Colorado, tras las inundaciones en ese estado el año pasado.
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Araceli Robles está luchando contra la desidia. Y lo hace como voluntaria por todo el país.

“Hay mucha apatía en este país. Cuando te comprometes a dar servicio, es como hacer una declaración diciendo ‘no’ a esa apatía”, dijo.

Robles recuerda haber comenzado a prestar su tiempo desde que era una adolescente en Santa Ana, yendo de puerta en puerta repartiendo información a padres de familia sobre la educación de sus hijos, e impulsando a residentes a involucrarse en la política.

“Nos une como comunidad”, dijo la joven de 24 años acerca del trabajo voluntario. “Estoy haciendo de mi parte para mejorar el mundo…estoy conciente que tengo privilegios que otros no tienen. Siempre trato de expandir esos privilegios a otros”.

Actualmente está expandiendo esos privilegios en Nueva York, ayudando con las secuelas que dejó el Huracán Sandy y, antes de ello, estuvo en Colorado asistiendo a los sobrevivientes de la inundación que se vivió en ese estado el pasado septiembre.

Ambas estancias son parte de 10 meses de servicio nacional que Robles se comprometió a realizar como parte del Atlantic Region’s 20th Class of the National Civilian Community Corps (NCCC, por sus siglas en inglés), como miembro de FEMA Corps.

“Puedes ver de primera mano cómo tu servicio está afectando a la gente”, dijo sobre su trabajo en Colorado, donde vivió una de las experiencias más emotivas.

Un día, mientras Robles trabajaba en un centro de recuperación de desastres en Greeley, Colorado, ayudando a familias impactadas por las inundaciones en esa región, conoció a un hombre que la conmovió de manera especial.

“Nunca antes había visto llorar a un hombre. Me hizo querer hacer lo que estuviera a mi alcance para darles los servicios que necesitaran. Te pones en shock, imaginarte estar en su situación, perder tu casa y no tener un lugar a donde ir”, dijo. “No los dejé ir hasta que recibieron todo lo que necesitaban”.

Después de completar sus 10 meses de servicio con el programa, Robles se graduará en mayo y recibirá un premio educativo de 5,550 dólares, según un comunicado.

Tiene planeado usar ese dinero si se cumple su sueño de asistir a la universidad para recibir su maestría en arqueología, un campo del cual está “realmente apasionada”.

Por ahora, no tiene planes de dejar de servir como voluntaria, aunque eso signifique permanecer más tiempo lejos de su familia y hogar.

“No están acostumbrados”, dijo la joven sobre el pensar de sus padres. “Obviamente me extrañan. Probablemente creen que estoy loca. (Pero) saben que estoy haciendo con mi vida lo que quiero hacer, están orgullosos de mí”.

Orgullosa también está Robles, ya que el hecho de que vino de una familia de clase trabajadora, que batallaba para pagar sus facturas y de un área que “no necesariamente es lo mejor, pero tampoco no necesariamente es lo peor”, fue lo que la impulsó a convertirse en voluntaria.

“Realmente me motivó a ir detrás de lo que quería en la vida. Cualquier persona puede hacer lo que quiere. El mundo está abierto para todos”, dijo. “No se trata de ti. (Prestar tu tiempo) demuestra que tienes carácter. Así es como estás dejando tu legado. La gente siempre te recordará por tus actos, por lo que hiciste, no por lo que dijiste”.

Falta menos de un mes para que Robles se despida de Nueva York, pero su trabajo continuará. Aún no sabe dónde terminará su servicio nacional, pero algo sí tiene claro: “No va a parar (mi voluntariado), es algo que haré hasta que esté viva. Es algo que siempre haré sin importar dónde trabaje o qué esté haciendo con mi vida”.

Infórmese visitando nationalservice.gov/programs/americorps

“Araceli ha mostrado entusiasmo para aprender desde el primer día. Ha acogido el programa y está haciendo todo lo que puede para sacarle provecho. Hasta en su tiempo libre, presta su tiempo”.

-Adrianne Roe, Líder del equipo Otter 3 del Atlantic Region campus