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José Julán (izquierda) interpreta el hijo de Demain Bichir en la película "A Better Life".
José Julán (izquierda) interpreta el hijo de Demain Bichir en la película “A Better Life”.
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Es uno de los más temas más controvertidos y espinosos de nuestra generación. Así que el director Chris Weitz no se ha detenido para filmar una película sobre la vida de los indocumentados mexicanos en Estados Unidos.

Mucha gente hoy en día, incluidos los políticos, ha ignorado el tema de la inmigración ilegal. En cambio, la división se ha apoderado del debate.

Así que cuando escuché sobre la filmación de la película “A better life” (Una mejor vida), quedé intrigada. Parte de ello tiene que ver con mi propia experiencia, como hija de inmigrantes mexicanos y un padre que trabajó la mayor parte de su vida en Estados Unidos, como jardinero en vecindarios de Santa Bárbara.

En “A better life” el personaje principal Carlos Galindo, interpretado por Demian Bichir, es un padre soltero que es indocumentado y trabaja como jardinero en Los Ángeles para sacar adelante a su hijo Luis, interpretado por José Julián.

Weitz no es el director que uno pensaría para este tema. Su última película fue “Luna Nueva” de la saga “Crepúsculo”, así que la inmigración es un tema muy distante de los vampiros y lobos.

Pero Weitz, como hijo de inmigrantes, se sintió atraído por un guión que no se centra en la política, sino en la compleja relación padre-hijo que se plantea en este modelo familiar.

En la película, Carlos aspira a darle a su hijo una buena educación. Él toma el riesgo y le pide prestado a su hermana para comprar una camioneta y herramientas de jardinería, para así empezar un negocio por su propia cuenta. Sin embargo y pese a ver todos los esfuerzos de su padre, su hijo Luis sólo lo ve como alguien de la clase trabajadora.

“Tengo un hijo de cuatro años y eso hace que te des cuenta todo lo que puedes hacer para mejorar las cosas para ellos, para hacerles la vida más fácil”, dice Weitz. “Comencé a darme cuenta lo que los inmigrantes están haciendo, son gente que a menudo pasa desapercibida, que olvidamos o que simplemente es invisible para nosotros porque cerramos los ojos a nuestra conveniencia, pero ellos están haciendo lo que cualquiera haría”.

Curiosamente, mientras que la cinta aterrizó en sus manos gracias al productor que sabía de su herencia mexicana (su abuela materna es la actriz mexicana Lupita Tovar, quien protagonizó la versión en español de “Drácula”), también empezó a caer en cuenta de la experiencia de su padre como refugiado de la Alemania nazi, y finalmente fue lo que lo hizo tomar la decisión de hacer este filme.

“Aquí está el caso de alguien que en su propio país era un ciudadano de segunda clase. Para él, Estados Unidos representa la oportunidad de rehacer su vida y darle una vida mejor a su hijo, en la que no sufriera las humillaciones y las privaciones que tenía en casa”, dice Weitz. Su padre, John Weitz, se asentó en Nueva York y se convirtió en un legendario diseñador de ropa para hombres.

Weitz dice que él pudo tener una vida privilegiada, gracias al duro trabajo y al éxito de su padre. Así que aunque ve la película como un homenaje a su abuela Lupita Tovar y su herencia latina, también la ve como un agradecimiento a su padre cuando piensa en “una vida mejor”.

“Siento que la inmigración, que es la meta de venir a Estados Unidos a darles a sus familias una vida mejor, es universal”, opina Weitz, quien también ha co-dirigido cintas como “About a boy” y “American Pie”.

Y esa es la fuerza de “A better life”. Aunque Carlos Galindo es de México, podría ser de cualquier parte. Y su intento de enseñar a su hijo cómo navegar en los momentos difíciles de la vida, es la lucha de cualquier padre.

Luis se mete en peleas en la escuela, no le echa ganas al estudio y hace pasar muchos corajes a su papá, a quien ve como un jardinero humilde, un don nadie. Hasta que un día le roban la camioneta a su padre y juntos emprenden una aventura no sólo para recuperar la camioneta, sino para reparar su relación.

Es ahí cuando Luis empieza a comprender lo que su padre tuvo que dejar atrás para poder cumplirle el “sueño americano”.

“Es realmente un descubrimiento de lo que significa el uno para el otro”, dice Weitz.

La película –que hace ver a los indocumentados como personas- es un viaje también en el debate político sobre la migración ilegal que aún no ha tenido efecto. Se burlan de los casos, difaman y atacan a los inmigrantes sin saber nada de ellos.

La inspiración para realizar esta película surgió hace 25 años, recuerda Weitz, cuando le robaron la camioneta al jardinero de uno de sus amigos. Después de querer ir a la policía y descubrir que su jardinero era indocumentado, este amigo se dio cuenta que conocía muy poco sobre la vida de su jardinero.

Es por eso que esta película bien vale la pena la ida al cine. Porque al tratar de resolver este asunto de la inmigración ilegal, no debemos olvidar que más allá de las leyes, la economía y las relaciones exteriores, esta cuestión también se trata de algo tan básico como el amor y el sacrificio.

Yvette Cabrera es presidenta de la Asociación de Noticias Chicanas de California y escribe acerca de la comunidad latina en el condado de Orange.