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FE: Dos sacerdotes corren el Maratón de L.A. para recaudar fondos para su nueva iglesia

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    El Rev. Miguel Ruiz, centro, y el Rev. Ramón Ávila, derecha, corren junto con otros miembros de su iglesia, Queen of Angels Church, el 7 de marzo, para entrenar para el Maratón de Los Ángeles, que se llevó a cabo el domingo, 15 de marzo. Ambos corrieron en el maratón para recaudar dinero y comprar bancas para su iglesia.

  • Feligreses de la inglesia Queen of Angels Church y los...

    Feligreses de la inglesia Queen of Angels Church y los sacerdotes, hacen calentamientos antes de iniciar su carrera el sábado, 7 de marzo en Riverside.

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    El pastor Miguel Ruiz da su bendición a feligreses de la iglesia Queen of Angels Church, el 7 de marzo 2015.

  • El pastor Miguel Ruiz amarra sus agujetas antes de salir...

    El pastor Miguel Ruiz amarra sus agujetas antes de salir a correr con en grupo de feligreses el sábado, 7 de marzo en Riverside.

  • Miembros de la iglesia Queen of Angels Church corren junto...

    Miembros de la iglesia Queen of Angels Church corren junto a sus pastores sobre Victoria Ave. en Riverside el 7 de marzo 2015. Los sacerdotes, Miguel Ruiz y Ramón Ávila, nunca habían corrido, pero lo hicieron con fines de recuadar dinero para construir su nueva iglesia.

  • El pastor Miguel A. Ruiz saludó a feligreses después de...

    El pastor Miguel A. Ruiz saludó a feligreses después de una Misa en la iglesia Queen of Angels Church el domingo 8 de marzo 2015 en Riverside.

  • El padre Ramón Avila (izq.) y el sacerdote Miguel Ruiz,...

    El padre Ramón Avila (izq.) y el sacerdote Miguel Ruiz, hacen tamales para recaudar fondos en noviembre 2014.

  • Fieles escuchan Misa por el pastor Miguel A. Ruiz, en...

    Fieles escuchan Misa por el pastor Miguel A. Ruiz, en la iglesia Queen of Angels Church en Riverside el domingo 8 de marzo 2015.

  • Fieles escuchan Misa por el pastor Miguel A. Ruiz, en...

    Fieles escuchan Misa por el pastor Miguel A. Ruiz, en la iglesia Queen of Angels Church en Riverside el domingo 8 de marzo 2015.

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Dos sacerdotes salieron de un elegante sedán híbrido ante vivas y aplausos.

Llegando tarde, como las celebridades que son en la parroquia Queen of Angels Church en Riverside, los sacerdotes en sus nuevos trajes de maratonista pronto fueron rodeados por casi 50 feligreses en el estacionamiento del Supermercado Ralphs.

“¡Buenos días!“

El padre Miguel Ruíz apretó manos y besó mejillas. El padre Ramón Ávila era todo sonrisas.

Aún no se habían estirado, pero llegaron emocionados una mañana de sábado para una carrera de entrenamiento de 14 millas con jóvenes y algunos adultos de la Iglesia. Era la semana antes del maratón.

Los sacerdotes – conocidos por sus seguidores simplemente como Padre Miguel y Padre Ramón – empezaron a correr en agosto para seguir su sueño de participar el martes 15 de marzo en el maratón ASICS de Los Angeles para ayudar a la Iglesia.

Al igual que en la película “Nacho Libre” – la comedia del 2006 sobre un monje y luchador novato sube al cuadrilátero para ayudar a niños huérfanos – los sacerdotes argentinos empezaron en el Estadio de los Dodgers en su primera maratón de 26.2 millas para recaudar dinero para nuevos banquillos.

“Le pedimos al señor que nos cuide a todos hoy. Que nos proteja a todos los que estamos corriendo”, rezó ante el grupo Rosa Gouveia Luna, directora del ministerio juvenil.

El feligrés Ismael Hernández, el entrenador de maratón de los sacerdotes, lideró los calentamientos. Un ágil Padre Ramón, de 42 años, se inclinó y tocó los dedos de sus pies, luego de un par de saltos como un soldado con su barba al estilo Van Dyke y su cabeza rasurada.

Doblándose, el Padre Miguel, de 46 años, sólo pudo tocar sus rodillas. Él emitió un pequeño quejido al escuchar que harían 20 saltos, no 10, y luego irían de adelante hacia atrás. Conforme 21 jóvenes y algunos adultos se dirigieron rumbo Sur sobre la Avenida La Sierra, él se rezagó volviendo a amarrar sus zapatos para correr color verde neón.

Creciente parroquia

La torre con cúpula de cobre de 40 pies de la Iglesia Católica Reina de los Ángeles y algunas palmas vecinas se elevan sobre las haciendas simples de La Sierra Acres como un pedacito del México antiguo.

Pollos cacarean en el pequeño patio de la rectoría. Estatuas del fundador de la misión de California, Junípero Serra, del Cristo en la cruz y de su madre María, conocida por los católicos como “Reina de los Ángeles”, rodean la iglesia de 60 años con sus paredes de estuco y techo de tejas rojas.

La congregación data de 1949, cuando menos de 50 familias construyeron la Iglesia Católica de 70 asientos de La Sierra al otro lado de la Avenida Jones. La parroquia creció rápidamente. Seis años más tarde, construyeron la actual iglesia con un santuario para 240 personas en el bloque 4824 de la Avenida Jones.

La parroquia prosperó. Las personas se mudaban pero volvían por la iglesia.

Los domingos, de 800 a 1000 personas pueden asistir a misa, que se celebra simultáneamente en la iglesia y en el salón social. En la actualidad hay seis misas los domingos y dos los sábados.

La congregación ha soñado con una iglesia más grande por 30 años. Esfuerzos iniciaron en serio hace ocho años

El Padre Miguel, quien ha estado allí por una década después de crecer en Mendoza, Argentina, asumió la tarea cuando se hizo cargo del lugar un año más tarde. Él sabía que recaudar el dinero suficiente para construir una iglesia de 7.5 millones de dólares tomaría un milagro.

“Dije, ‘no puedo recaudar esa clase de fondos’”, dijo, riendo, sentado en su oficina en la parroquia. “No tenemos gente rica en la comunidad. Son trabajadores muy sencillos”.

Aprendiendo a correr

Los feligreses corrieron rumbo oeste por la histórica Avenida Victoria.

Ellos atravesaron huertos de cítricos, donde las flores blancas de los naranjales perfumaban la cálida mañana.

Los sacerdotes corrieron juntos, aún cerca de la parte trasera del grupo, con zapatos y pantalones cortos de Asics: el Padre Miguel con una camisa atlética color camuflaje gris que absorbe la humedad y el padre Ramón vestido de negro. Sin pantalones atléticos elásticos a la vista.

Los religiosos dicen que también corren para inspirar a los niños – para demostrarles lo que se puede lograr si tratan.

Otros feligreses esperaban en una estación en la banqueta con agua y gatorade casi a cada milla, desde la Calle McAllister hasta el Boulevard Van Buren.

Para la segunda parada, el grupo se había dispersado. Algunas personas caminaban. Los sacerdotes se habían movilizado cerca de la parte delantera y seguían corriendo, sonriendo sin parar a beber agua.

Cuando corrieron por primera vez con Rodríguez el verano pasado, los sacerdotes trotaron por seis millas corriendo una milla y caminando un minuto a la vez. Ellos vestían camisetas de algodón y calcetines negros de vestir con sus zapatos tipo sneakers.

Durante el próximo mes, aumentaron a 10 millas, eliminaron los descansos y aprendieron a seguir su paso de trote. Ahora tienen zapatos para correr.

La tendinitis estalló en los tobillos del Padre Miguel. Ahora corre con vendajes verdes en sus tobillos y medias de compresión en un pie.

Usualmente corren dos veces por semana: una vez por al menos 20 millas y otra de cuatro a seis millas cuando pueden.

Misas diarias en español e inglés, confesiones y otras obligaciones sacerdotales ocupan la mayor parte de su tiempo. Deberes de bodas. Deberes funerarios. Incluso labores de cocina.

Ellos aprendieron a cocinar y jugaban futbol en seminarios argentinos. Ahora cocinan para la fiesta anual y baile de la parroquia y ayudan a hacer los tamales de Navidad en la cocina de la iglesia para recaudar dinero para la construcción.

El Padre Miguel vende jalea de mango en la oficina de la iglesia y monta a caballo para inaugurar la fiesta del rodeo. Como originario de Misiones, Argentina, el padre Ramón montó en el toro mecánico del rodeo el verano pasado después de unirse a la parroquia hace un año.

Moliendo millas

Los sacerdotes atacaban al asfalto bajo enormes árboles de pimienta que cubren a la Avenida Victoria rumbo a la Avenida Arlington, el punto de vuelta. Sudando, ellos dieron la vuelta pasando por campos verdes y viviendas ante el sonido de los pájaros.

Omar Castillo, de 16 años y jugador de basquetbol en la Escuela Preparatoria Norte Vista, o el miembro del coro Luís Dávila, corrían con ellos. Después de participar en 20 maratones, Dávila, de 48 años, les dio consejos para que pudieran completar su primero. Podrían necesitar más de cuatro horas, pero lo pueden hacer, dijo.

Ésa misma mañana, cinco hombres trabajaban en el futuro sitio de la iglesia colocando barras de refuerzo para el cimiento de concreto de la nueva parroquia.

La nueva iglesia ya estaba tomando forma sobre las tierras utilizadas para la fiesta y rodeo de verano.

El edificio elegante y moderno, con su torre de 65 pies, columnas exteriores y santuario para 1600 personas, será construido sobre una colina con magníficas vistas, arriba de la actual iglesia y al otro lado de la calle del primer pequeño y antiguo edificio – manteniendo la vista sobre sus raíces.

Cuando el Padre Miguel se convirtió en el líder de la iglesia, la parroquia tenía menos de un cuarto de los fondos necesarios para la construcción, según Margaret Medeiros, miembro desde 1963 y quien envió a sus tres hijos a la ahora cerrada escuela parroquial.

La asistencia se disparó después de su llegada. El sacerdote es ambicioso, espiritual y agradable – alguien que inspira a los feligreses trabajando a su lado y haciéndose parte de su familia.

A él se le ocurrió la idea de correr en el maratón para recaudar los últimos 11,000 dólares para comprar banquillos a través de donaciones y promesas. Otras donaciones, incluyendo “asientos” patrocinados por 160 dólares, han recaudado el resto de los 300,000 dólares.

La construcción de la nueva iglesia ha tomado años de fiestas, ventas de flores, galas, rifas y ventas de comida los domingos, recopilando 6 millones de dólares. Ahora el lugar se encuentra a tan solo meses de su apertura, con los trabajos de construcción probablemente terminados para finales de otoño.

“El Padre Miguel vino por acá – estaba listo para todo”, dijo Medeiros, de 73 años, sobre un recorrido en el sitio de construcción.

Esa mañana, después de correr 14 millas en dos horas y 35 minutos, los sacerdotes regresaron al estacionamiento ante los aplausos de los feligreses. Manchados de sal, sonrientes y un poco adoloridos, trotaron los últimos pasos con los brazos en el aire como si estuvieran cruzando la línea de meta.

Fue como construir la iglesia: pensaron que podían hacerlo. Y lo están haciendo”.