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Sharon y Samantha González, respectivamente, fueron de las primeras de su tropa en asistir al campamento de verano del Girl Scout.
Sharon y Samantha González, respectivamente, fueron de las primeras de su tropa en asistir al campamento de verano del Girl Scout.
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Después de regresar del campamento de verano del Girl Scout, el año pasado, Sharon y Samantha González se pararon enfrente de su tropa y describieron su experiencia en español.

Enseguida repitieron su historia en inglés.

Las hermanas formaban parte de un grupo de ocho adolescentes pertenecientes a una tropa bilingüe de Santa Ana, que asistieron al campamento con el Girl Scout Council of Orange County, por primera vez en la historia de siete años de la tropa. Sus historias se escuchaban tan divertidas que 24 jóvenes de la tropa, incluyendo a las dos hermanas, asistieron al campamento el pasado verano.

Las hermanas González recibieron becas del Fondo Campership del Register, el cual recauda recursos para darles a los jóvenes locales la experiencia de ser independientes y de convivir al aire libre.

“Gracias a todas las personas que donaron, los niños de bajos ingresos van a poder disfrutar el verano (y) sus vacaciones”, dijo su papá, Jesús González, que tiene dos trabajos y presta su tiempo con la tropa. “Estoy muy agradecido que la gente respondió al programa como lo hizo”.

Sharon, de 15 años, que asiste a la Preparatoria Beckman de Irvine, dijo que realmente nunca había estado interesada en asistir, porque ella pensaba que era algo similar a los campamentos de ciencias y matemáticas, a los que ella normalmente asistía.

“No era lo mismo”, agregó Sharon. “En vez de llevar un libro y una pluma en la mochila, tienes una toalla de playa y un traje de baño. Era mucho más divertido”.

Las jóvenes hicieron amigos por todo el estado.

“No tenía tiempo de pensar en mi familia”, dijo Samantha, de 14 años. “Cuando llegó la hora que teníamos que regresar a la casa, realmente no quería hacerlo”.

Mientras las experiencias que han vivido las hermanas González en el campamento del Girl Scout y vendiendo galletas son universales, su tropa resalta por razones culturales y económicas.

Cuando la tropa planeó decorar camisetas como una actividad, Sharon sabía que algunas de las niñas no tendrían una camiseta, entonces buscó y halló más camisetas que ya no le quedaban para dárselas.

Samantha ha estado dándole tutoría a una niña de primer grado, cuyos padres que solamente hablan español, no pueden ayudarla con su tarea.

Los padres de las jóvenes, ambos inmigrantes de México, jamás habían escuchado del Girl Scout hasta que la tropa comenzó a presentarse en un centro comunitario, cerca de su apartamento de Santa Ana, en 2005. En ese entonces, las jóvenes estaban en el segundo y cuarto año de la escuela.

“Decidimos que un club de niñas sería un buen comienzo”, dijo Sharon.

Su mamá, María, asistió a todas las juntas y pronto se convirtió en líder de la tropa.

La familia se ha metido por completo en las actividades de exploración, incluyendo la venta anual de galletas. Mientras las hermanas pasaron la etapa de venderlas de puerta en puerta, aún les venden a amigos y a personas afuera de las tiendas.

“Vendo mucho a través de la escuela porque en la preparatoria no había muchos clubs del Girl Scout y muchos de los niños tienen trabajos de medio tiempo para tener dinero para poder comprarlos”, dijo Sharon. “A veces me mandan un mensaje de texto: ‘¿me puedes traer Mini Mints mañana?’”.

En julio, cuando Sharon y Samantha regresaron de su segundo campamento de verano, su mamá las esperaba con pancartas dándoles la bienvenida a casa, en inglés y español.

Para donar al fondo, visite www2.ocregister.com/campership/