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 Yolanda Ojeda, de Indio, con su hijo Jorge.
Yolanda Ojeda, de Indio, con su hijo Jorge.
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Su historia es de valentía, de fe y de amor.

Así es la vida de Yolanda Ojeda, quien en 1994 dio a luz a un niño llamado Jorge, un hijo con capacidades diferentes. Desde que nació ha estado cerca de él, y ha tomado decisiones que ninguna otra madre quisiera realizar.

Es originaria de la ciudad de Cuautla, estado de Morelos. Junto con su niña de 4 años llegó a Indio en 1993. Su esposo ya estaba en este país y un año después nació Jorge. El nacimiento se adelantó y nació casi un mes prematuro.

Ojeda nunca escuchó llorar a su hijo y eso la inquietó. Su esposo le decía que todo estaba bien, que no se preocupara.

“Cuando me dejaron ver a mi bebé, yo lo vi que estaba muy chiquito, pesaba únicamente 5 libras. Me dejaron darle un besito y después los doctores se lo llevaron. Lo colocaron en una incubadora”, dice Ojeda.

Fue hasta el otro día que le permitieron estar nuevamente con él y al verlo se quedó impactada, ya que estaba conectado con muchas mangueras.

“La enfermera me dijo que no le hablara porque estaba dormido. Estuve rezando y después de un momento me dijeron que ya había despertado. Fue entonces que comencé a cantarle, le toqué sus manos, sus pies, su cabeza, le hablé diciéndole que lo esperábamos con mucho amor”, dice Ojeda. “Hubo un momento en que mi hijo me apretó mi dedo”.

El niño no fue dado de alta. Se quedó en el hospital. Ojeda indica que tenía que llevarle la leche para amamantarlo, y así estuvo por dos semanas.

“Yo me venía a mi casa muy triste”, dice ella. “En esos días el cardiólogo nos dijo que nuestro hijo tenía un soplo en el corazón y necesitaba una cirugía. Fue algo muy fuerte para mí. Yo me preguntaba, ¿por qué?”

Debido a que estaba muy chico, la operación no se la realizaron.

Finalmente, lo dieron de alta. Pero cuando ya venían en camino a su casa, el niño presentó algunas complicaciones.

“No podía respirar y parecía que se ahogaba. Entonces lo llevamos al hospital John F. Kennedy de Indio”, dice Ojeda. “No nos quisieron atender y nos regresaron en una ambulancia a San Bernardino”.

Con el pasar de los días Ojeda se dio cuenta que su hijo no se podía enderezar, no se podía sentar, así mismo no producía ningún sonido. El niño comenzó a caminar cuando tenía un año y medio. Las enfermeras iban a la casa a revisarlo.

Una vez que cumplió un año y 8 meses fue sometido a la operación del corazón que se realizó en la ciudad de Los Angeles en el hospital de UCLA.

“Mi esposo y yo rezábamos en silencio. Estábamos ansiosos. De pronto nos dijeron, ‘ya pueden pasar a ver a su hijo nuevamente’. Para mí fue muy triste verlo entre mangueras y aparatos”, agregó.

Fue dado de alta un día 8 de diciembre, una fecha muy importante para esta familia, ya que son devotos de la Virgen de Guadalupe.

“Estábamos a cuatro días de las celebraciones de la guadalupana”, dice Ojeda. “Y le pedí a mi esposo que me consiguiera un traje del Indio Juan Diego y así fue, mi niño salió del hospital con ese trajecito”.

Después del nacimiento de Jorge, esta pareja tuvo otros dos niños, Jonathan y Esmeralda.

Fue difícil para ellos, pero un médico les dijo que no tuvieran temor ya que la situación de su hijo no tenía que ver con ellos. Jorge fue diagnosticado con una enfermedad conocida como síndrome de Smith Magenis y Déficit de Ventrícula Septal, la cual es provocada por una irregularidad en el cromosoma número 17.

Cuando Jorge cumplió 8 años, le dio bronquitis y neumonía y lo tuvieron que llevar de emergencia al hospital de John F. Kennedy.

Cuando lo vio su mamá, nuevamente estaba conectado con mangueras. Lo transportaron vía helicóptero al hospital de Loma Linda.

“Cuando lo vi ya estaba conectado a una ventiladora, el médico me dijo que su pulmón derecho no estaba funcionando por lo que le tenían que hacer una traqueotomía. Yo le di la autorización al médico. Mi esposo me apoyaba en todas mis decisiones, y les decía a los médicos hagan lo que tienen que hacer”, agregó.

Hubieron varias complicaciones después de la operación, y llegó un punto que necesitó diálisis.

“Todos los días rezaba, leía mi biblia; las enfermeras, amigos y su maestro de secundaria rezaban por él”, agregó.

Los días pasaron y Jorge comenzó a comer por la boca, así mismo expresa algunos sonidos.

“Para mi todo ha sido una lección, mi hijo ha sido como un maestro, entiendo todo lo que me dice. No produce palabras, pero me habla con el corazón, estoy muy feliz con mi hijo”, dice Ojeda. “Le doy gracias a Dios por haberme dado un ángel, yo sigo aprendiendo de él”.

Actualmente Jorge está en unos programas educativos en la ciudad de La Quinta conocidos como “Summit”. Le gusta ver la televisión, sus programas favoritos son de comida, el deporte y construcción; tiene su computadora “tablet” donde escucha músic.

Las últimas emergencias han sido menores, el próximo mes de agosto estará cumpliendo 20 años.