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Michael Peña, de 42 años, pone la voz de Kai, uno de seis jóvenes ninjas encargados de defender a su ciudad llamada Ninjango.
Michael Peña, de 42 años, pone la voz de Kai, uno de seis jóvenes ninjas encargados de defender a su ciudad llamada Ninjango.
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Atractivo, discreto y de origen mexicano, Michael Peña, de 42 años, sabe ganarse a la gente. Para que le abrieran la puerta al mundo del cine, tuvo que aprender a encarnar el “latino” que quería que fuera Hollywood y tuvo que ser persistente.

Sus primeros papeles fueron los del típico rufián sin nombre como el “pandillero número cuatro” y “pandillero número cinco”. El actor ha dicho en entrevista con la revista masculina “Esquire Latino” que esa situación se volvió tan común que repetidamente le prometía a su madre que llegaría el día cuando no actuara simplemente de delincuente.

Con el tiempo logró un papel sin nombre, “en el que su diálogo no tenía más de cuatro líneas”. Dijo que a pesar de costarle obtener un rol que no fuera de pandillero, cuanto menos eso le ayudó a abrirle el paso a la fama.

“La mera verdad es que todos empezamos de cero”, expresó. “Tenemos que hacer esos papeles y lidiar con ello. A mí me tocaba el de pandillero o el de niño que abandona la casa, mientras que a mi compañero (no hispano) Richard le tocaba el de futbolista. Lo que importa es el ser parte de una historia que valga la pena contar”.

El personaje que se dice que le arrojó al éxito cinematográfico fue el de Daniel Ruiz—un cerrajero angelino con ropa holgada, cadenas sobre el pecho y pelo rapado—, en “Crash”, que ganó el Oscar en la categoría de mejor filme en 2006. Cuando el director le ofreció este papel, Peña quiso saber si esta vez iba a tener un nombre ya que hasta entonces sus personajes habían sido anónimos.

No obstante, el hecho de ser hijo de padres mexicanos, le ha servido como buena base. Su madre nació en San Luis Potosí y su padre en Jalisco. Los dos habían dejado sus hogares para venirse a Estados Unidos cuando se conocieron en Chicago.

Recuerda que cuando él y su hermano eran pequeños su madre les contaba historias por las noches mientras tomaban una “avenita con Quick” (avena con sabor a chocolate). “Era muy buena para contarnos cuentos. No se si fueran unos que ya se sabía o si se los inventaba”, dijo Peña a Excélsior California.

Al crecer en un barrio marginado de Chicago, donde los balazos de pistola eran acontecimientos diarios, relate que se pasaba el fin de semana metido en el cine con su hermano y madre viendo tres o cuatro películas en español e inglés.

Entiende lo que es vivir con el miedo a las redadas de deportación, algo que a él le ha tocado atravesar. En la infancia se quedó sin sus padres por más de un año cuando fueron deportados.

A pesar de que se gana la vida como actor, cree que no puede identificarse completamente con ninguno de los personajes que ha interpretado. “El único acento que tengo es el de Chicago”, le dijo Pena a Jimmy Kimmel haciendo que el público estallara de risa al presentar la película “Cesar Chavez” en 2014 donde él fue el protagonista.

“Es importante el ser orgulloso (por ser latino) pero ha que recordar que eso es solamente un sentimiento. Es preciso el convertir ese sentimiento en acción y, por ejemplo, salir a votar”.

En su tiempo libre, a Peña le gusta jugar al ajedrez, al golf, hacer el boxeo y pasar tiempo con su familia. “Vivo una vida tranquila, no vivo una vida loca de actor”, señala.

LEGO NINJANGO

El 22 de septiembre estrenará un rol bastante distinto. Pondrá la voz a Kai, uno de seis jóvenes ninjas encargados de defender a su ciudad llamada Ninjango en la película de animación, basada en los juguetes de marca Lego, titulada “The LEGO NINJAGO Movie”.

Su personaje lucha por la justicia con los demás ninjas adolescentes. Durante el día, van a la escuela secundaria. Y por la noche, se convierten en guerreros secretos dotados de habilidades especiales para enfrentarse en contra de los malos.

El participar en la película de Lego le ha gustado mucho, quizás porque ha visto las dos anteriores con su hijo. No puede esperar hasta que pueda ir a verla. Sabe que le hará mucha ilusión oír la voz de su padre en la pantalla.

De cierta manera, ha vuelto al anonimato. No le hace. Son gajes del oficio.