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    El capitán jubilado de la policía de San Bernardino, Ron García, izquierda, ayuda a su hijo, el oficial de Policía de San Bernardino, Gabe García, quien fue críticamente herido en un tiroteo en agosto 2014.

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    El oficial de Policía de San Bernardino, Gabe García (de camisa negra), quien fue herido durante un tiroteo en agosto 2014, posa con un grupo de colegas y voluntarios de Home Depot en su casa en Beaumont el jueves, 19 de febrero 2015. Los voluntarios estaban haciendo un proyecto de mejora en el jardín de García.

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    Richard Taack, (CQ) 64, de Yucaipa, carga césped el jueves, 19 de febrero 2015, durante un proyecto de mejoramiento en el jardín del oficial Gabe García, quien fue herido de gravedad en agosto 2014.

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    El oficial de Policía de San Bernardino, Gabe García, junto a su madre Lydia García, el jueves, 19 de febrero 2015 en Beaumont.

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Gabe García soltó una carcajada cuando le dijeron que se miraba extraordinariamente bien para un hombre que había sido considerado muerto por una estación de radio.

Pero esa fue una verdadera posibilidad del 22 de agosto, cuando el oficial de Policía de San Bernardino recibió un disparo en la cabeza mientras él y su compañero confrontaban a un grupo de hombres en la Avenida North Garner alrededor de las dos de la mañana.

El compañero de García, Marcus Pesquera, devolvió los disparos, matando al hombre armado.

“Me siento honrado de que me salvó”, recuerda García.

El jueves, 19 de febrero, García, sus padres Ron y Lydia, y la familia Pesquera se encontraban entre personas reunidas en la vivienda de García en Beaumont, donde voluntarios de Home Depot y otros oficiales continuaban su tarea de una semana para arreglar la casa y el patio.

Superando expectativas

“Ves a Gabe, y es alentador. Te inspira”, dijo el jefe de policía, Jarron Burguan después de casi mojarse durante una prueba del nuevo sistema de aspersores. No sabíamos cuál iba a ser su calidad de vida”.

García, de 31 años, parecía estar saludable y presentable. Con poco uso de su lado derecho, el saluda con la mano izquierda. García ya no necesita un bastón para caminar, aunque con un aparato ortopédico en la parte inferior de la pierna derecha, camina poco a poco y con pasos pequeños, como si navegara un campo minado.

García responde rápidamente a preguntas y se ríe fácilmente, pero habla lentamente, y los pensamientos que expresa no son complejos.

Su meta, según García, es “recuperar todo lo que perdí”. García porta una banda de color escarlata en su muñeca izquierda con las palabras #FightOnGave (sigue luchando Gabe) en letras doradas.

Él no recuerda el tiroteo, o sus horas difíciles en el Centro Médico Regional Arrowhead en Colton cuando se acogía precariamente a la vida. Su primera memoria después del tiroteo fue despertar en el Centro de Rehabilitación Casa Colina en Pomona. Él había sido transferido allí en noviembre y fue dado de alta bajo el cuidado de sus padres a principios de enero.

Cuando García regresó a Arrowhead a conocer al personal, reconoció a las enfermeras, a quien pensaba haber conocido antes – como en un sueño. Él no sigue los pasos del caso criminal en el cual tres hombres se declararon no culpables al cargo de intento de asesinato.

“Él no está enfocado en otra cosa más que no sea recuperar su salud”, dijo Lydia García.

García vive con sus padres en Yucaipa por ahora. Un día típico inicia con desayuno, y luego un viaje de una hora a un centro de rehabilitación en Pomona. Por cinco horas, García recibe terapia en su lado derecho, moviendo y estirando su brazo y pierna. Los terapeutas se enfocan en habilidades diarias como comer y vestirse que García necesitará para vivir por cuenta propia nuevamente.

“Me siento muy bien al respecto”, comentó. “Aprendí a caminar. Me hizo sentir bien”.

Ron García dijo que motiva a Gabe a hablar y leer todo lo que pueda para mejorar sus habilidades cognitivas. Su padre, quien fue capitán de Policía en San Bernardino, se jubiló en diciembre para cuidar a su hijo.

Sus padres aún tienen que cortar su comida.

“Le dije, ‘no te acostumbres a esto’”, dijo Lydia. Él nos dijo, ‘los amo, pero no los amo tanto como para vivir con ustedes para siempre’”.

Él habla con sus compañeros de trabajo varias veces todos los días. El padre de García lo lleva a sesiones de información de la estación de policía para ayudarlo a seguir conectado a la fuerza policial.

“Lo disfruto”, dijo.

Su hija de 5 años, Aubrey, ayuda a su padre con otras tareas.

Como una muestra de que García avanza en su meta de ser nuevamente como cualquier persona, se dejó absorber por su teléfono el jueves, enviando mensajes de texto y utilizando la función de voz.

Dando de vuelta

García estaba sentado tranquilamente en una mesa plegable en su jardín mientras actividades tomaban lugar a su alrededor.

Su vivienda, comprada en condición presente hace seis años, necesita algo de trabajo.

Esta semana, entre otros proyectos, 40 voluntarios de Home Depot y oficiales de policía volvieron a pintar el interior gris a un color marrón más alegre, instalaron un nuevo fregadero y lavaplatos, colgaron persianas verticales en la sala, instalaron pisos de madera, también un nuevo sistema de aspersores, césped, sacaron unos arbustos de adelfa y volvieron a plantar el terraplén del patio trasero.

Ellos también lijaron y repararon el equipo de juego de Aubrey que incluye un tobogán y un columpio. Se espera que una nueva alfombra sea instalada en el segundo piso de la vivienda el viernes.

“Me siento honrado”, dijo García.

El honor fue todo suyo, según la empleada de Home Depot, Vigie Flores, quien ha organizado otros proyectos similares, incluyendo uno para la familia del difunto detective de San Bernardino, Jeremiah MacKay.

“Doy de vuelta”, dijo Flores. “Éstos (oficiales de policía) son personas que nos cuidan. Si algo les sucede, es lo menos que podemos hacer”.