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    Brissa Lechuga, izquierda, y Edith Ortiz prestan atención durante una clase de inglés como segundo lenguaje en la Escuela para Adultos de Corona-Norco el 17 de septiembre 2014.

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    Estudiantes en su clase de inglés como segundo lenguaje en la Escuela para Adultos de Corona-Norco el 17 de septiembre.

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    Estela Murrieta claps a cadence as she reads sentences during English as a Second Language class at Corona-Norco Adult School on Wednesday, Sept. 17, 2014. Immigration and schools: The summer was filled with bitter debate over immigration and the logjam of children fleeing Central America. But Inland SoCal schools are not strangers to the challenge of undocumented youth. They have been accommodating the steady of flow of young immigrants because the law gives them little choice -- all young people must be educated.

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La madre de familia Edith Ortiz practicaba como pronunciar “lose” y “lost” (perder y perdió) con sus compañeros de clase en la Escuela para Adultos de Corona-Norco.

Ortiz, una residente de Corona que vino de México hace dos años, estudia inglés como segundo lenguaje.

“Es importante para mi comunidad y mis hijos para que los pueda ayudar con su tarea”, dijo Ortiz, quien agregó que no se encuentra en el país legalmente.

Su compañera de clase, Brissa Lechuga, estuvo de acuerdo en que aprender el idioma es algo valioso.

“Vivimos en un país que habla inglés, y necesitamos comunicarnos”, dijo Lechuga, quien es residente de Norco y dijo ser una inmigrante legal.

El ayudar a los estudiantes inmigrantes – y a sus padres – ha sido rutina durante mucho tiempo para las escuelas del Inland, incluso cuando el gasto de fondos públicos en personas que no son ciudadanas sigue siendo un tema político divisivo.

Hace unos tres meses, el debate de inmigración se intensificó cuando manifestantes de todo el sur de California llegaron a Murrieta y bloquearon el paso de buses que transportaban a migrantes centroamericanos detenidos en México.

El creciente flujo de nuevos inmigrantes que cruzaron ilegalmente la frontera rumbo a Texas fue más de lo que los oficiales de la Patrulla Fronteriza podía manejar en ese lugar, lo que resultó en que los migrantes fueron enviados a otros lugares para ser procesados.

Manifestaciones posteriores a Murrieta también atrajeron a simpatizantes de los inmigrantes y se convirtieron en un microcosmos de la controversia nacional.

Aun así en las escuelas del Inland y más allá, los maestros tratan a los inmigrantes como a cualquier otro estudiante, sin importar si sus familias tienen permiso para vivir en los Estados Unidos. Las escuelas a menudo ofrecen programas como lecciones de lenguaje para ayudar a los padres, mientras que los educadores en el Valle de Coachella llevan servicios de tutoría, una biblioteca móvil y otras clases de ayuda a los niños cuyos padres trabajan en los campos.

De hecho, los distritos escolares no saben cuántos estudiantes inmigrantes tienen, mucho menos sobre su estado de ciudadanía.

Por ley federal, las escuelas no pueden preguntar.

Las estadísticas sobre los estudiantes inmigrantes son difíciles de obtener.

Las escuelas conocen el número de estudiantes aprendices de inglés, pero muchos son estadounidenses de segunda o tercera generación, de acuerdo a la portavoz del Departamento de Educación de California, Tina Jung. Aunque la mayoría de estos estudiantes habla español, los niños en las escuelas públicas de California saben 60 idiomas.

Y la instrucción para ellos es la misma sin importar su lenguaje: los maestros utilizan inglés, fotografías, gestos y otras pistas visuales.

El estado no tiene una aproximación sobre el número de estudiantes inmigrantes, legales o no, agregó.

“No hacemos preguntas sobre su ciudadanía o estado migratorio”, comentó el asistente para el superintendente en el Distrito Escolar Unificado de Riverside, Antonio García. “Estamos en el negocio de educar a todos los estudiantes, no sólo a algunos de ellos”.

En el vecino Distrito Escolar Unificado de Alvord, el longevo concejal Greg Kraft dijo que es bueno que las escuelas no sepan cuantos inmigrantes, con o sin documentos, tienen.

No queremos convertir a nuestras escuelas en unidades policiales”, dijo.

Las personas que se oponen a la inmigración ilegal dicen que la inmigración no controlada hace que el trabajo de los maestros sea más difícil aumentando el tamaño de las clases con estudiantes que no saben inglés. Ellos piensan que los dólares para la educación pública deberían ser gastados en la enseñanza de los ciudadanos.

El grupo Federation for American Immigration Reform, con sede en Washington D.C., el cual busca mejorar la seguridad en la frontera, estima que la inmigración ilegal le cuesta a los contribuyentes de California 12,300 millones de dólares en educación en el 2014.

Daniel Berghamer, de 65 años y residente de Riverside, criticó las leyes que prohíben que los distritos escolares pregunten sobre el estado migratorio.

“Parece que los inmigrantes ilegales tienen más derechos que cualquier otra persona”, dijo Berghamer, quien tiene a dos nietos en las escuelas públicas del Condado de Orange.

Brent Austin, de 72 años y residente de Riverside, dijo que los inmigrantes indocumentados drenan los recursos de las escuelas.

“Las escuelas no son lo suficientemente buenas, y las escuelas no pueden manejar la situación”, dijo Austin, añadiendo que apoya la inmigración legal pero se preocupa sobre la seguridad en la frontera.

“Son ilegales”, dijo. “Y punto”.

Otros dicen que los niños inmigrantes son inocentes, a menudo soportan dificultades en la búsqueda de sus padres por una mejor vida, y necesitan una educación.

“Como padre y persona de fe, valoramos la vida y cada persona debería ser tratada con dignidad”, dijo Sergio Luna, un organizador comunitario para Inland Congregations United for Change, una organización ecuménica sin fines de lucro.

Ya sea que vengan de Centroamérica, México o China, “están aquí ahora, y debemos aceptarlos como nuestros propios hijos”, comentó.

Precio desconocido

California recientemente reservó 3,500 millones de dólares para ayudar a las escuelas que observen un incremento en niños inmigrantes no acompañados este año escolar, incluyendo a cualquier recién llegado de Centroamérica. Eso representa cerca de 94 dólares adicionales por estudiante, de acuerdo a oficiales de educación estatal. Es parte del dinero federal que las escuelas reciben para estudiantes de bajos recursos y aprendices de inglés.

La federación determinó que el costo de educar a los niños de padres que se encuentran en el país ilegalmente es de 57,000 millones de dólares anuales a nivel nacional – un aumento de 761 millones de dólares con respecto a la cifra del año pasado. El grupo dijo que el 90 por ciento de ese costo es cubierto por los estados.

El grupo también dijo que California cuenta con 3,831 nuevos estudiantes este año que ingresaron a los Estados Unidos ilegalmente o cuyos padres lo hicieron, lo que representa 64 millones de dólares adicionales. Algunos cruzaron la frontera la primavera y el verano pasado huyendo de la violencia en Centroamérica. Otros son hijos de personas que viven en los Estados Unidos sin permiso legal.

Las escuelas del Inland no han reportado un aumento significativo en el número de niños inmigrantes aparentes, pero otros estados si lo han hecho.

Las escuelas siempre han bienvenido a los niños inmigrantes, algo que el Departamento de Educación de los Estados Unidos les recordó a los estados y distritos el pasado mayo. Es la ley.

Los Estados Unidos tienen a más de 840,000 estudiantes inmigrantes, sin importar su estado migratorio, y más de 4.6 millones de aprendices de inglés, de acuerdo al departamento.

Una decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1982, en el caso Plyler v. Doe, requiere que los estados eduquen a cualquier estudiante que viva en su área. Los distritos escolares pueden pedir recibos por renta o utilidades para demostrar residencia local pero no pueden solicitar cualquier información que pudiera disuadir a los estudiantes de asistir a la escuela si ellos o sus padres se encuentran en el país sin permiso.

Más allá del inglés

Las escuelas del Inland han enseñado durante muchos años inglés como segundo lenguaje a estudiantes de cualquier origen étnico.

Muchas escuelas también tienen clases descritas como “para recién llegados” para los estudiantes inmigrantes.

“No son todos hispanos. Algunos (recién llegados) son hmong y vietnamitas”, dijo Martinrex Kedziora, asistente del superintendente para el Distrito Escolar Unificado de Moreno Valley. “Son de todas partes”.

Las escuelas a menudo refieren a las familias a servicios comunitarios o gubernamentales si los necesitan, por ejemplo, del cuidado de salud o alimenticios.

Ellos también ofrecen clases para padres y clases de inglés para adultos. Ésos programas son para estudiantes y padres, sin importar su estado migratorio, ingresos familiares, origen nacional o étnico.

“Nuestro trabajo es el éxito de cada niño que pasa por nuestras puertas”, dijo Michael Lin, superintendente del Distrito Escolar Unificado Corona-Norco, el distrito más grande del Condado de Riverside.

Si una familia no habla inglés, los estudiantes reciben una prueba para que puedan ser colocados en el programa de idioma inglés apropiado.

Para los nuevos estudiantes, las escuelas solicitan transcritos de su escuela más reciente para ayudar a colocarlos en las clases correctas, pero estos documentos no siempre están disponibles, ya sea que el niño sea de otra parte del país o de otro país, según Kedziora.

Migrantes del desierto

Quizás en ninguna parte del Inland es el tema más aparente que en el Valle de Coachella, en el desierto, donde un programa federal de educación de migrantes tiene un presupuesto anual de 3.5 millones de dólares.

El programa, operado por la Oficina de Educación del Condado de Riverside, busca llenar las brechas educativas creadas cuando los niños faltan a la escuela porque sus padres siguen a los cultivos, según su directora María Deharo.

Muchos trabajadores migratorios se movilizan dentro del estado, dividiendo su año entre los Valles de Coachella y Central, dijo. Algunos trabajan en Oregón, Texas y Florida.

“Algunos pueden ser indocumentados”, dijo. “Algunos pueden haber sido residentes muchos años”.

El programa cuenta con 4,052 estudiantes y ofrece servicios como tutoría después de la escuela, en su mayoría en los distritos escolares del Valle de Coachella, Desert Sands, Palo Verde y Palm Springs. Los niños de trabajadores migratorios también se encuentran en Hemet, Perris y Temecula, donde los migrantes cosechan uvas y aguacates.

La mayoría de los migrantes de la región trabajan en el Valle de Coachella desde principios de octubre hasta junio, según Deharo.

“Mientras están aquí, hacen lo que pueden para asegurarse que la educación de sus hijos no sea interrumpida”, dijo.

Otros servicios de educación para migrantes incluyen un programa de recuperación de créditos de preparatoria de 35 años de antigüedad y un programa de concienciación universitaria de 30 años en la cual los estudiantes de preparatoria pasan ocho días en un complejo universitario durante el verano. Un programa de tutoría y lectura a domicilio durante el verano ayudó a 735 estudiantes el año pasado.

Durante los últimos cuatro años, una biblioteca ambulante con un maestro abordo se asegura que los estudiantes estén leyendo y escribiendo, y aprendiendo matemáticas básicas, según Deharo.

Del otro lado del condado, en Corona, la directora de la escuela para adultos, JoDee Slyter, se enorgullece de sus clases y estudiantes.

“Todos los padres aquí quieren una vida mejor para sus hijos”, finalizó.