Skip to content
Nicolás solo tenía cinco años cuando vino a Estados Unidos. Vino como miles y miles de menores centroamericanos que atraviesan una, dos, tres, y hasta cuatro fronteras en busca de un futuro mejor.
Nicolás solo tenía cinco años cuando vino a Estados Unidos. Vino como miles y miles de menores centroamericanos que atraviesan una, dos, tres, y hasta cuatro fronteras en busca de un futuro mejor.
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

Con apenas 5 años, el pequeño Nicolás cruzó la línea divisora entre Estados Unidos y México. Llegó en autobús desde el Altiplano Maya de Guatemala acompañado hasta la frontera por su padre.

Pese a que no hizo el viaje solo, ahora enfrenta la vida en este país sin sus padres luego que su progenitor fuera deportado y así como él, lo hacen millares de menores centroamericanos que atraviesan una, dos, tres, y hasta cuatro fronteras en busca de un futuro mejor.

El pequeño ahora de 6 años, ha logrado obtener su residencia en este país, algo que muchos menores aún no logran obtener.

Pese al clima político en Estados Unidos con la posible construcción de un muro fronterizo, con la eliminación de un programa para menores centroamericanos, el flujo de estos no se detiene.

Como este niño maya guatemalteco, 59,692 menores no acompañados fueron detenidos en la frontera estadounidense entre el 1º de octubre de 2015 y el 30 de septiembre de 2016, de acuerdo con las cifras oficiales de la Patrulla Fronteriza.

Cuando estalló la crisis humanitaria por menores no acompañados en 2014, la cifra era 68.541.

Para las autoridades consulares, este fenómeno no se detendrá mientras existan condiciones económicas adversas y los peligros de la violencia en Centroamérica.

Una historia de muchas

Al querer entrar a este país, las autoridades migratorias deportaron a su padre porque tenía antecedentes penales. Luego llamaron a su tía, María Nicolás Joaquín, de 40 años.

“El niño estaba llorando. Como está chiquito, no sabía lo que le estaba pasando”, dijo María, quien es nativa, igual que su sobrino Nicolás, de San Pedro Soloma, un municipio del Departamento de Huehuetenango, que se ubica en el noroeste de Guatemala, donde el 90% de la población es de la etnia Q’anjob’al (kanjobal).

“Me dijeron las migraciones que el niño se había quedado solo y estaba en una casa de hogar. Hablé con mi esposo para ver si podíamos ser responsables por él porque el criar a un niño es difícil”, recordó María, quien ha vivido en Estados Unidos por 15 años.

Nicolás no habla mucho pero lo va captando todo. Tiene los ojos almendrados y expresivos. Su lenguaje materno es el kanjobal—un idioma maya—, y entiende el español. Acaba de comenzar el primer grado y está aprendiendo “unas palabritas” en inglés. Le gusta ir a la escuela y dice que tiene muchos amigos.

Frecuentemente se comunica con su madre, que vive en Guatemala, quien está contenta de que el niño no sufra de hambre ni de golpes. “Ella está agradecida de que el niño esté aquí porque la situación está difícil allá como su padre anda en el vicio”, comentó María.

Menores centroamericanos

Un total de 59.692 menores no acompañados fueron detenidos en la frontera estadounidense entre el 1º de octubre de 2015 y el 30 de septiembre de 2016, de acuerdo con las cifras oficiales de la Patrulla Fronteriza.

Tras su detención en la frontera, los menores inmigrantes son primero transferidos a refugios u hogares de crianza durante un promedio de un mes. Después se les dejan en las manos de sus familiares o patrocinadores. La mayoría de ellos son sometidos a un proceso judicial de inmigración.

De estos menores recibidos en 2016 en California, como Nicolás, la mayoría, 3.517, fueron destinados al Condado de Los Ángeles. El Condado de Orange recibió a 338 menores, el de Riverside a 310 y el de San Bernardino a 171.

Según el cónsul general de Guatemala en San Bernardino, Billy Muñoz Miranda, los menores no solo huyen de la violencia.

“Nuestras causas principales son las situaciones económicas y la reunificación familiar”.

De diez menores guatemaltecos que llegan solos: “Nueve vienen por razones económicas y uno por la violencia de pandillas”, agregó.

Esta oficina consular abrió sus puertas en abril de 2015 para descentralizar a la de Los Ángeles y poco tiempo después que estallara la crisis humanitaria de 2014 cuando llegaría la ola masiva de 68.541 niños procedentes principalmente de El Salvador (16.404), Guatemala (17.057), Honduras (18.244) y México (15.634).

Sigue el flujo de menores solos

A pesar de los peligros que conlleva el camino y el endurecimiento de las normas de inmigración, el flujo de los menores centroamericanos que vienen solos, y sin papeles, no muestra ninguna señal de frenar, indica un informe titulado “Sueños rotos: El peligroso viaje de los niños centroamericanos a Estados Unidos” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) publicado en agosto 2016.

A los menores de los países del Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) se les garantiza una audiencia en un tribunal de inmigración para que defiendan su derecho a ser protegidos. No obstante, suelen tener que hacer frente a una situación de incertidumbre durante años mientras esperan a que se resuelvan sus casos de inmigración.

Aunque existen abogados que prestan servicios legales gratuitos, los datos del informe del UNICEF indican que cerca del 40% no tienen representación jurídica y, por lo tanto, son más vulnerables a ser deportados.

“Lo que pasa es que hay muchos de estos casos pendientes en las cortes federales”, declaró Hadley Bajramovic, abogada de inmigración en Riverside, cuyo despacho representa a Nicolás. “Actualmente tenemos unos 20 casos de menores no acompañados, la mayoría siendo guatemaltecos. No obstante, el Consulado de Guatemala calcula que hay miles de menores no acompañados—alrededor de 2.800 menores—en los Condados de Riverside y de San Bernardino. Ellos requieren representación judicial y estos casos salen caros, pudiendo costar 10.000 dólares”.

* Esta es la primera parte de una serie sobre los menores no acompañados que llegan al país.

CIFRAS:

Entre el 1º de octubre de 2015 y el 30 de septiembre de 2016, la Patrulla Fronteriza detuvo a 59.692 menores no acompañados que entraron al país. La mayoría venían de Guatemala, con 18.913, seguido por El Salvador, 17.512, México, 11.926, y Honduras, 10.468.