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SANTA ANA: Taxista describe la semana aterradora con los tres fugitivos de la cárcel del condado de Orange

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    Long Ma relata su calvario de cinco días tras ser secuestrado por los tres reclusos que escaparon de la Cárcel Central para Hombres de San Ana. Uno de los reclusos, Bac Tien Duong, parece que tuvo un acercamiento con Ma, aunque el propio Ma dijo que no confiaba en él. Le compró una chaqueta a Ma en un día de compras desmedidas, y con lágrimas en los ojos le pidió a Ma que lo ayudara a entregarse. Ma dijo que se negó porque tenía miedo, y le dijo a Duong que no necesitaba el dinero.

  • Long Hoang Ma, parado al lado de su auto, el...

    Long Hoang Ma, parado al lado de su auto, el cual usa como taxi. En este carro transportó a los tres reclusos, dijo durante una entrevista afuera del periódico Vietnamita Nguoi Viet en Westminster el 3 de febrero 2016.

  • Long Hoang Ma fue secuestrado por los tres reclusos que...

    Long Hoang Ma fue secuestrado por los tres reclusos que escaparon de la Cárcel Central para Hombres de San Ana.

  • Long Hoang Ma, usa su auto personal como taxi. El...

    Long Hoang Ma, usa su auto personal como taxi. El taxista narró su odisea de cinco días con los tres reclusos que escaparon de una cárcel en Santa Ana.

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El taxista Long Ma dijo que se había resignado a morir en las manos de los tres secuestradores, ebrios y enfadados, quienes discutían noche tras noche sobre su destino, una lucha que llegó hasta los puños en la habitación de un motel.

Ma, quien solo habla vietnamita, no podía entender lo que los hombres – tres prófugos de la cárcel – decían, pero suponía que hablaban de él; y no era nada bueno.

“Al principio, estaba muy asustado, pero para entonces ya me había dicho: ‘si muero, moriré feliz y no triste, porque esa no es la manera de vivir’”, dijo Ma, el taxista independiente, de 74 años, de la ciudad de Garden Grove, a través de un intérprete. “Si Dios te llama, debes acudir al llamado”.

Durante siete días, los fugitivos de la cárcel del condado de Orange mantuvieron cautivo al taxista, llevándolo de un motel barato a otro.

El calvario de Ma comenzó alrededor de las 9:30 p.m. del viernes, 22 de enero, una noche lenta para el negocio. Solo había recaudado $50 en pasajes cuando recibió la llamada; era Bac Tien Duong. Él y sus amigos necesitaban sus servicios.

Ma no lo sabía en ese momento, pero ese mismo día, Duong, junto con los otros reclusos, Hossein Nayeri y Jonathan Tieu, lograron salir de la cárcel de Santa Ana, escalaron cinco pisos con una cuerda hecha de sábanas. Descendieron cerca a la entrada del Departamento del Alguacil del condado de Orange en algún momento después de las 5 a.m.

Los investigadores dicen que el conductor los recogió esa mañana y condujeron a residencias en Wesetminster, Huntington Beach y Santa Ana, en donde recibieron dinero y cheques de amigos o familiares.

Ma dijo que el año pasado utilizó su automóvil Honda como taxi, y promocionaba sus servicios en periódicos vietnamitas. Estaba más que contento de recoger al trío de un restaurante en Santa Ana.

Los hombres le ofrecieron $100 para que los llevara a un Wal-Mart en Rosemead, indicó Ma. Una vez en Rosemead, decidieron ir mejor a un Target.

Mientras Nayeri hacia las compras, los otros dos hombres esperaban dentro del taxi. Ma dijo que él estuvo hablando en su celular y se paseaba por el estacionamiento, pero cada vez más impaciente a medida que pasaban los minutos. Ma finalmente anunció que quería regresar a su casa.

Pero los hombres lo convencieron para que fueran a una cafetería y la casa de un familiar. Nunca ofrecieron una dirección de sus destinos, solo le daban instrucciones a Ma. De pronto, Duong —sentado en el asiento del pasajero— le pidió a Tieu “el arma”, y la presionó contra el abdomen de Ma, de acuerdo con el relato del taxista.

“Entré en pánico. Les dije: ‘ayúdenme; haré lo que ustedes pidan’”, recuerda Ma, frotando sus manos agrietadas en su regazo y girando los pulgares. “Sabía que eran algún tipo de pillos”.

Explicó que los hombres le arrebataron su celular y lo obligaron a subir al asiento trasero; Nayeri tomó el volante.

A partir de ese momento, Ma recuerda un sin número de moteles, donde sus captores pasaban cada noche bebiendo botellas de Jack Daniels y cajas de cerveza —Bud Light para Duong y Heineken para los otros dos. Le ofrecieron a Ma, pero él no podía beber por su diabetes.

Los fugitivos, dijo, empezaban cada mañana nublada de la misma manera: viendo en televisión las conferencias de prensa del Departamento del Alguacil del Condado de Orange y señalando con orgullo sus fotografías. No tenían miedo, indicó Ma; se deleitaban.

Antes de dirigirse hacia el norte, Duong respondió a un anuncio de Craigslist de una furgoneta blanca, y luego se robó el vehículo durante una prueba de manejo, de acuerdo con el Departamento del Alguacil.

Los prófugos – junto con el taxista como rehén – se dirigieron hacia el norte de California en dos vehículos, el taxi y la furgoneta blanca, de acuerdo con el recuento de los ocho días de fuga de los reclusos del Departamento del Alguacil.

Después, el grupo se hospedó a media semana en el Alameda Motel en San José, los altercados nocturnos entre Duong y Nayeri eran cada vez más intensos y finalmente estallaron en una pelea a puños. Ma dijo que observó con pánico cuando Nayeri derribó al suelo a Duong y le golpeó la cara, al parecer le fracturó la nariz.

Fue después de esa pelea que Duong, de acuerdo con Ma, comenzó a susurrar la idea de escaparse juntos. La oportunidad llegó para ambos cuando Nayeri y Tieu salieron para polarizar las ventanas de la furgoneta blanca.

“Vámonos”, le dijo Duong a Ma. Se fueron en el Honda, en dirección al sur de California. Durante el viaje, contó Ma, que Duong le dijo en vietnamita lo que él había sospechado desde el principio —Nayerí quería matarlo.

Duong quería entregarse. Fueron a una tienda en Santa Ana a cargo de un amigo de Duong. Allí, Duong se entregó el viernes por la mañana.

Y allí, dijo el taxista, Duong lo dejó libre. Ma recordó que miró a Duong sentado en la acera, mientras él se alejaba en su taxi.

Duong agitaba sus manos, diciéndole adiós.

Khanh Berg contribuyó con este reportaje.