SANTA ANA – Un pandillero que se rio de dispararle a un estudiante de flebotomía de Santa Ana (una especialización que trata de la recolección, procesamiento y transporte de muestras de sangre al laboratorio) mientras la víctima de 20 años suplicaba en vano por su vida, fue sentenciado el viernes a prisión de por vida sin la posibilidad de libertad condicional.
El juez de la Corte Superior del Condado de Orange, Gary Paer, añadió otros 25 años a cadena perpetua de prisión para Ricardo Ray Alcalá, quien fue condenado en abril por matar a tiros a Edgar Sura.
Los coacusados Isaac Ángel Martínez, de 27 años, y Jeamy Beatriz Meléndez, de 25 años, aceptaron ofertas de culpabilidad el viernes y fueron sentenciados a 26 y 6 años de prisión, respectivamente, según Erik Petersen, abogado de la fiscalía.
El juez señaló que Alcalá, de 26 años, regresó a la escena del tiroteo, donde un altar improvisado fue hecho en honor a Sura.
“Es despreciable”, dijo Paer, añadiendo que el acusado era un “viajero frecuente” en el sistema de justicia criminal.
“Este es un caso horrible”, comentó el juez. “Cuando hablas de una víctima vulnerable, este es el epítome de una víctima vulnerable… Él se encontraba en el lugar equivocado al momento equivocado”.
Alcalá “merece cada día” de su cadena perpetua, agregó. “Se la ganó”.
La madre y padre de Sura le dijeron al juez entre lágrimas como la muerte de su hijo los había afectado.
María Sura dijo que extraña cuando su hijo llegaba a casa después del trabajo, iba a su habitación, la abrazaba y se “acostaba junto a ella y siempre le pedía su bendición”. Cada noche, ella lo imagina llegando a casa para repetir el ritual, “pero sé que es imposible”.
Francisco Sura dijo que los domingos ya no son un día para jugar fútbol con su hijo en el parque. “Ahora los domingos los paso en el cementerio con mi hijo”, comentó.
“Ellos han destruido a mi familia”, dijo refiriéndose a los asesinos de su hijo.
La hermana de la víctima, Gabriela, dijo que su hermano era “muy amable y protector”, y la animaba a no odiar a nadie.
“Pero ya no voy a mantener esa promesa”, dijo. “Veo (a los acusados) como escoria… No entiendo por qué tomaron una vida inocente”.
Ella dijo que a su hermano le gustaba caminar a casa después del trabajo porque podía donar efectivo a indigentes a lo largo del camino, y ella recuerda como a menudo paraba para comprar alimentos para la familia.
Petersen le dijo a City News Service que el caso probablemente no hubiera sido resuelto de no haber sido por algunas de las tácticas por las cuales las agencias de ley del Condado de Orange han sido criticadas – y que utilizaron en el proceso penal de Scott Dekraai, el peor asesino en la historia del condado.
Un informante ayudó a la policía a encontrar el arma homicida y un oficial encubierto recibió declaraciones incriminatorias del acusado mientras se encontraban juntos en una celda de detención, de acuerdo al fiscal.
“Cuando ellos pueden utilizar estas herramientas legales, nosotros podemos resolver casos”, dijo Petersen.
Alcalá y su pandilla merodeaban un vecindario de Santa Ana buscando a rivales el 19 de octubre del 2012 cuando vieron a Sura montando su bicicleta.
Meléndez, quien se reunía con la pandilla de Alcalá y tenía una relación romántica con él, testificó para la fiscalía, agregó Petersen.
Sura atravesaba el vecindario poco después de la medianoche cuando fue confrontado en un “hit-up”, que consiste en preguntarle a la persona a que pandilla pertenece, comentó.
Sura, quien estudiaba para convertirse en un flebotomista, no estaba involucrado con ninguna pandilla, según el fiscal.
Sura negó estar afiliado con cualquier pandilla y suplicó por su vida, de acuerdo a Petersen. La víctima recibió un disparo en la espalda mientras corría, y siguió corriendo “por una buena distancia” hasta que finalmente colapsó frente a una vivienda y se desangró hasta morir, añadió el fiscal.
