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 En esta fotografía de Honduras del 19 de noviembre del 2013, los médicos forenses se llevan el cuerpo de un taxista que se cree fue asesinado por un joven de 15 años de edad, debido a que un grupo de taxistas no pagaron a una pandilla y se habían quejado con la policía. Miles de personas que cruzan a los Estados Unidos ilegalmente dicen que están huyendo de la violencia y las amenazas de las pandillas en Centro América.
En esta fotografía de Honduras del 19 de noviembre del 2013, los médicos forenses se llevan el cuerpo de un taxista que se cree fue asesinado por un joven de 15 años de edad, debido a que un grupo de taxistas no pagaron a una pandilla y se habían quejado con la policía. Miles de personas que cruzan a los Estados Unidos ilegalmente dicen que están huyendo de la violencia y las amenazas de las pandillas en Centro América.
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Muchas de las decenas de miles de migrantes centroamericanos que cruzaron la frontera hacia Texas en los últimos meses, o han solicitado asilo o lo solicitarán.

Las tasas de homicidios en Honduras, El Salvador y Guatemala se encuentran entre las más altas del mundo, y muchos migrantes dicen que están huyendo de la violencia de pandillas.

Pero los abogados de inmigración dicen que no importa lo grave del peligro que enfrentan los migrantes en sus países de origen, tienen pocas posibilidades que se les otorgue el asilo.

Mucho menos probable es la inmigración a través de los canales legales normales. La mayoría de los migrantes se cree que son pobres, y la posibilidad de que un inmigrante latinoamericano pobre sin un patrocinador que sea ciudadano de EE.UU. o residente legal pueda inmigrar legalmente a los Estados Unidos es remota.

“La posibilidad es casi nula”, dijo Eli Kantor, un abogado de inmigración de Beverly Hills.

Nadie discute que las mal afamadas pandillas, Mara Salvatrucha y Calle 18, aterrorizan a la población en todo El Salvador, Honduras y Guatemala, especialmente en las zonas urbanas.

Pero la ley de asilo de EE.UU. especifica que la condición de refugiado se limita a aquellos que han sufrido la persecución – en base a su raza, religión, nacionalidad, opinión política o por pertenecer a un grupo social particular.

“Es muy raro ganar un caso con el argumento de la violencia de pandillas”, dijo el abogado de inmigración de Los Ángeles, Todd Becraft.

Rosa Elena Sahagún, abogada de inmigración en Riverside, sostiene que los jóvenes y adolescentes en ciertas partes de América Central deben de calificar como un “grupo social”, porque se enfrentan a una intensa presión – a menudo acompañada de amenazas de muerte – para unirse a las pandillas, y, a menudo son víctimas de la violencia de las pandillas.

Pero Kantor dijo que el gobierno probablemente resistiría esa ampliación de la definición de grupo social a causa del temor que eso abriría las puertas a cientos de miles de nuevas solicitudes de asilo. Los tribunales de inmigración han dictaminado que las personas perseguidas por motivos de género u orientación sexual están cubiertos bajo “grupo social”.

La Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigración de EE. UU. no hace seguimiento de la cantidad – si las hay – de personas que reciben asilo debido a la persecución por parte de pandillas, dijo la portavoz, Kate Sheehey.

En los nueves meses que finalizaron el 30 de junio se aprobaron menos de 16 por ciento de las solicitudes de asilo de salvadoreños, guatemaltecos y hondureños.

AMENAZAS DE PANDILLAS Y PALIZAS

El migrante salvadoreño, Milton Reyes de 18 años, solicitó asilo en enero y ahora vive con su madre, sus hermanos y su tío en San Bernardino.

Reyes dijo en español que un día el año pasado cuando estaba caminando a casa desde la escuela secundaria en El Paisnal, al norte de la capital San Salvador, varios jóvenes lo amenazaron con matarlo si no se unía a la pandilla. Reyes dejó de asistir a la escuela y se quedó en casa por un mes, por temor a que iba a ser asaltado. En su segundo día de regreso a la escuela, dijo, los pandilleros lo confrontaron, de nuevo, advirtiéndole que moriría si él no se unía a la pandilla.

“Mis padres no sabían qué hacer, y hablé con mi tía en Riverside, y me dijo: ‘yo te ayudo’”, explicó Reyes al referirse a su tía, María Reyes, que vive en Jurupa Valley y que llegó a California hace más de una década.

Reyes, que tenía 17 años en ese momento, salió de su casa en agosto y fue detenido más de tres semanas más tarde cuando se entregó porque se quedó sin agua en el desierto de Texas.

Él está solicitando asilo con base a ser parte de un grupo social definido como niños o adolescentes susceptibles de ser reclutados y amenazados por las pandillas, dijo Emilio Amaya, quien presentó la solicitud a nombre de Reyes.

Muchos centroamericanos como Reyes tienen pocas posibilidades de ser poder permanecer en los Estados Unidos – y alejados de los graves peligros en sus países de origen – a menos que se les conceda asilo, dijo Amaya, director ejecutivo del Centro de Servicios Comunitarios de San Bernardino, una agencia sin fines de lucro de asistencia al inmigrante.

Joe Guzzardi, portavoz del grupo en contra de la inmigración, Californians for Population Stabilization, dijo que muchos de los centroamericanos que solicitan asilo afirman falsamente persecución relacionada con pandillas, cuando en realidad llegan a Estados Unidos por razones económicas. Los defensores de los inmigrantes en ambos lados de la frontera saben que las motivaciones económicas no son razones para recibir asilo, por lo que entrenan a los migrantes para que digan que son víctimas de violencia o amenazas, dijo Guzzardi.

“Creo que hay una gran cantidad de exageraciones”, agregó Guzzardi.

Después de que Reyes salió del El Salvador, sus hermanos, Bryan de 11 años y Wilber de 20 años, lo siguieron, como también su madre, María Antonia de 38 años, y su primo, Douglas de 16 años.

Bryan dijo que fue amenazado dos veces para unirse a una pandilla. Douglas dijo que lo golpearon en repetidas ocasiones después de negarse a participar en pandillas. Tenía cicatrices que describió como heridas de arma blanca en el estómago y justo por encima del ojo derecho.

Wilber Reyes dijo fue amenazado después que él y otros fueron en busca de su tío, quien había desaparecido unos días antes.

Wilber dijo que un miembro de una pandilla llamó a la puerta y le dijo: “Tu tío está muerto. Me mandaron a decirte ‘no busques a tu tío, porque si sigues buscándolo, vamos a matarlos a todos, uno por uno’”.

La familia cree que el tío fue asesinado por una pandilla que erróneamente lo consideró sospechoso de ser informante.

TIEMPO DE ESPERA LARGO PARA LOGRAR ESTATUS LEGAL

El hermano mayor de Wilber Reyes, Víctor de 23 años, y otro tío, Manuel de Jesús, de 37 años, huyeron hacia los Estados Unidos anteriormente. Víctor Reyes dijo que huyó porque miembros de pandillas intentaron matarlo a balazos; y, Manuel de Jesús Reyes por lo que él describió como amenazas por dinero de pandilleros. La madre de Douglas, Catalina Reyes, dijo que ella salió del El Salvador hace 10 años después que la robaron y agredieron con cuchillos. Todos indicaron que evadieron con éxito a la Patrulla Fronteriza.

Los tres dijeron que nunca solicitaron asilo, en parte porque temían proporcionar su información personal a las autoridades de inmigración y que después los deportaran si perdían sus casos. Las solicitudes de asilo, en general, deben de presentarse dentro de un año de la llegada a EE.UU.

Las leyes de EE.UU. permite a los ciudadanos y residentes legales patrocinar a algunos miembros de su familia inmediata para su migración. Pero eso no es una opción para la familia Reyes. Todos son inmigrantes indocumentados.

Los cónyuges, hijos menores y padres de ciudadanos mayores de edad, por lo general, pueden obtener la residencia legal en un año – a menos que hayan vivido en los Estados Unidos ilegalmente, en cuyo caso algunos tienen que pasar hasta 10 años fuera de los Estados Unidos antes de regresar a vivir legalmente.

Otros familiares inmediatos pueden enfrentar largos retrasos para inmigrar legalmente debido a los límites en visas. Por ejemplo, el hermano de un filipino, ciudadano de los EE.UU., cuya solicitud de visa se presentó en enero de 1991 verá su caso ser considerado el próximo mes. Las visas para hermanos tienen un tiempo de espera de más de 17 años para los mexicanos, y 12 años para los solicitantes de otros países.

Amaya dijo que el tiempo de espera para las visas familiares son demasiado largos para las personas que están amenazados de muerte.

“Sí usted está a punto der ser asesinado o secuestrado, no puede darse el lujo de esperar tres años”, dijo. “Necesita salir de inmediato”.

Hay un número limitado de visas de trabajo disponibles para los que no califican para visas familiares – pero relativamente pocas son para obreros no-calificados o con bajo nivel de educación.

Existe otra opción para los menores no acompañados – más de 57,000 de América Central han cruzado la frontera en los últimos meses – si fueron abusados, descuidados o abandonados en su patria, dijo Kantor. Ellos pueden tener derecho a vivir con sus familiares de los Estados Unidos quienes pueden obtener la custodia de los niños fuera de los tribunales de inmigración, explicó.

Guzzardi dijo que el sistema de inmigración actual ya es muy débil. Se opone a debilitar más las normas para la inmigración legal. La mayoría de personas pobres en América Central probablemente estarían viviendo en Estados Unidos si pudieran, pero el estado y el país no puede permitirse la continuación de la migración masiva porque va a abrumar los servicios de salud, educación, transporte, agua, y otros, agregó.

Pero Amaya dijo que la incapacidad de la mayoría de los latinoamericanos de emigrar legalmente significa que muchos continuarán haciéndolo de manera ilegal.

“La mayoría de personas deciden llegar a los EE. UU. sin documentos porque no funciona el sistema”, concluyó Amaya.