Lo admito. Cuando las cosas no van bien, volteo hacia la comida.
No comida chatarra o azúcares procesados. Quiero algo bueno, comida con alma que satisfaga y me dé calidez desde adentro hacia afuera, y que haga que la tristeza no parezca tan mala.
Este último par de semanas ha sido brutal. Mi último abuelo, mi abuela materna, falleció a los 93 años. La misma noche que pasó, mi mamá se cayó y se rompió la cadera.
Ahora realmente no quiero estar demasiado sensible aquí. Aunque puede suceder, así que tengan paciencia conmigo. Mi madre, una mujer muy activa y fuerte, fue operada y se recupera rápidamente. No tengo ninguna duda de que ella estará de nuevo persiguiendo a mi hijo y mi sobrino en cualquier momento.
En cuanto a mi abuela, ella fue mi primera gran influencia alimenticia en mi vida. Recuerdo una infancia de verla hacer magia en la cocina con el más básico de los ingredientes. Ella heredó su amor por hacer buena comida a mi mamá, quien me la pasó a mí.
Las fiestas siempre significaban que habría una multitud en la casa de la abuela Mary, con la familia y amigos llenando sus platos de los muchos platillos que se alineaban en dos largas mesas. Había historias de gente que ya no estaba más. La noche usualmente terminaba con una poca monta de póker para los adultos, mientras los niños rondaban cerca tratando de aprender a jugar o simplemente contando los centavos.
Por supuesto, a medida que la abuela Mary envejecía la familia se dispersaba y las reuniones se hicieron más pequeñas, mientras que las labores de la cocina pasaron a las generaciones más jóvenes. Pero ella seguía siendo y siempre será una parte importante de cualquier reunión familiar, si es una comida de fiesta grande, una barbacoa o una simple cena con sopa.
Cuando pienso en los alimentos que reconfortan, pienso en ella. Pienso en las galletas hechas desde cero y la salsa que le gustaba hacer para mi abuelo. Siempre había pan y pasteles hechos en casa, elaborados con el fruto de alguno de sus propios árboles.
Pienso en la olla de sopa que siempre estaba en la nevera, esperando a alguien que necesitara un poco de almuerzo o simplemente algo caliente para calmar el alma.
Fue ese tipo de comida la que se nos antojó la otra noche, cuando nos reunimos. Así que me dirigí a la cocina para reconfortarme y hacer una sopa cremosa de cangrejo, que yo sabía que mi mamá disfrutaría y que haría sentir a la abuela orgullosa.
La sopa es engañosa. Hecha con queso crema bajo en grasa y coliflor, es una versión que satisfará sin demasiada culpa sobre los ingredientes. (Si desea utilizar papas lo puede hacer, pero la coliflor es un buen cambio de ritmo.)
Hay un toque de especias de paprika ahumada, que también añade un color agradable a la base de la sopa. El cangrejo tiene un ligero sabor dulce para equilibrar la paprika ahumada y enriquecer la crema de queso. Yo agrego rodajas de cebolla verde, para un poco de brillo del color y sabor.
Para hacerla lucir mejor al momento de servir, espolvoree un poco de perejil italiano picado en la parte superior y añada un poco más de trozos de carne de cangrejo, y luego, suavemente espolvoree la parte superior de todo esto con más paprika ahumada.
Es una sopa muy fácil y rica que está lista en unos 30 minutos, por lo que es perfecta para una noche de entre semana o incluso para hacer un almuerzo de fin de semana. Y va muy bien con un queso a la parrilla.
Me gustaría decir que hice lo suficiente para tener una olla de sobras en la nevera. Pero estaba tan buena, que comimos casi todo el lote. Incluso los niños, entre las edades de dos y seis, limpiaron sus cucharas de sopa. ¿Esto habría hecho a su bisabuela muy feliz y orgullosa?
Sopa cremosa de cangrejo con coliflor
Tiempo: 30 minutos; rinde 6-8 porciones
24 onzas de floretes de coliflor ((alrededor de 5 tazas), picados en trozos grandes
1/2 taza de mantequilla
1/2 taza de harina todo uso
1/2 cucharada de pimienta blanca
1/2 cucharada de paprika ahumada (algo más para adornar)
4 tazas de caldo de vegetales o de pollo, o una combinación de ambos
4 tazas de leche baja en grasa
8 oz de queso crema bajo en grasa, a temperatura ambiente, cortado en 8 trozos
1 taza de cebollas verdes, en rebanadas
1/2 taza de vino blanco seco (opcional)
16 oz de trozos de carne de cangrejo, escurrida y seleccionada para asegurarse de que no tiene conchas
1/4 de taza de perejil italiano, picado
Preparación
Derrita la mantequilla en un recipiente para horno holandés o de sopa a fuego medio-alto y agregue la coliflor picada. Cocine de seis a siete minutos, revolviendo con frecuencia, hasta que se ablande, pero no permite que se dore.
Agregue la harina, la pimienta blanca y la paprika ahumada y cocine durante unos tres minutos, revolviendo con frecuencia. Agregue el caldo y la leche, revolviendo para mezclar. Cocine y revuelva hasta que espese y haga burbujas.
Añada el queso en crema bajo en grasa y las cebollas verdes, revolviendo hasta que el queso se derrita. Añada el vino y revuelva, cocine durante aproximadamente dos minutos.
Incorpore suavemente la carne de cangrejo y caliente. (Si desea utilizar algunos cangrejos como adorno, reserve cerca de media onza por dosis para añadir más tarde con el perejil picado.) Sazone con sal y pimienta al gusto.
Para servir, cubra con una rociada de perejil picado. Si lo usa, agregue media onza de la carne de cangrejo reservada en la parte superior y luego espolvoree ligeramente una pizca de paprika ahumada por encima.
Notas del Cocinero: Yo uso carne de cangrejo de la sección refrigerada del mercado. Si utiliza congelados, asegúrese de que esté completamente descongelado y escurrido antes de añadir a la sopa. Siempre selecciónelo con cuidado para asegurarse de que no tenga conchas o cartílagos.
Me gusta el sabor que el vino le añade a esto, pero lo puede obviar si lo desea.
