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PERSONAJE: Pasó de ser un niño hambriento, a ser un hombre que ayuda a los pobres

 Moisés García es parte de un grupo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la ciudad de Indio, que viaja a la frontera para donar alimentos.
Moisés García es parte de un grupo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la ciudad de Indio, que viaja a la frontera para donar alimentos.
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Cuando era niño más de una vez se quedó sin comer ó en el mejor de los casos, comía tortillas duras con frijoles acedos.

Esas experiencias quedaron atrás y ahora Moisés García, un residente de Palm Desert, busca que otros niños no sufran esas desdichas. García ocasionalmente lleva comida a los lugares más pobres de Mexicali y el puerto de San Felipe.

Nació en Cósala, Sinaloa pero desde los 5 años vivió en Mexicali. Su padre los abandonó y desde esa edad tuvo que trabajar junto con su madre. Recuerda que en ese entonces lavaba y planchaba ajeno.

“Yo viví la pobreza, sufrí hambres. Le ayudaba a mi mamá, fue muy difícil para los dos pero estoy muy agradecido por todo lo que me enseñó”, indicó.

Tanto su niñez como su juventud estuvieron influenciadas por alcoholismo y la drogadicción. El vicio lo consumió hasta que decidió venirse a este país, llegó en 1963.

Inicialmente vivió en Coachella y después en Palm Desert. Estuvo trabajando en la agricultura posteriormente consiguió un trabajo en uno de los clubs campestres más prestigiados del Valle de Coachella, Vintage Country Club.

Nunca olvidó sus raíces y no niega los sufrimientos vividos. A los 20 años de edad se integró a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la ciudad de Indio. Al estar en esa religión puso en práctica las enseñanzas del evangelio y comenzó su misión de ayudar a otros.

“Mi madre me enseñó que tenemos que ayudar al prójimo. Yo he sido muy bendecido y por eso hace 17 años que estamos llevando comida a los lugares con mucha pobreza, entre ellos, las colonias Santa Isabel, Baja California, Nueva esperanza, el ejido Durango, el Kilometro 57, Algodones y el Puerto de San Felipe”.

García, de 65 años de edad, pertenece a un grupo de 10 personas de su iglesia que se encarga de realizar este trabajo. Entre la comida que llevan a la frontera se encuentra arroz, frijol, pastas, jugos, leches, cereal, verduras enlatadas y aceite entre otras cosas.

Con respecto a las familias que viven en los ejidos de Mexicali, la pobreza es tan extrema que viven en casas de cartón y cuando llevan la comida los niños dicen que llegó Santa Claus.

Pero García les dice que no lleva juguetes.

“Es más importante llevar comida. A los niños les encanta la crema de cacahuate. Cuando los veo salir de sus casas recuerdo mi niñez. Yo sufrí muchas hambres, comí tortillas duras, las aflojábamos con agua y las hacíamos chilaquiles”, cuenta García.

Cabe indicar que parte de la comida es donada por el banco de comida y otra parte es adquirida con dinero que le dan a García.

“En mi trabajo me dan cantidades grandes, he llegado a juntar hasta 10 o 15 mil dólares y todo lo gasto en comida. No me quedo con ningún centavo; hay ocasiones que incluso les doy dinero a las personas, 100 o 200 pesos”.

Además de realizar esta actividad en la frontera, García también participa entregando comida los fines de semana en la Iglesia Adventista de Palm Desert.

Cada semana van entre 150 a 180 personas. Los necesitados son filipinos, mexicanos, afroamericanos, asiáticos, dijo García.

“Cada sábado entregamos comida de las 7:30 a las 9:00 de la mañana. Estamos entregándoles cajas de víveres con valor de 50 dólares. A nadie le cerramos las puertas, hay gente que viene semana por semana, muchos de ellos son personas de la tercera edad. El dinero que les dan en su cheque del Seguro Social no les alcanza, ellos son los que más me preocupan”, manifestó.

Cabe señalar que en esa iglesia de Palm Desert, también cuentan con un médico quien da consulta el segundo sábado de cada mes. También han ayudado monetariamente a familias quienes han perdido algún ser querido.

“Para mi es una satisfacción muy grande, es una responsabilidad que tengo con Dios y conmigo mismo. Cuando uno es cristiano lo hacemos por amor, por ayudar al prójimo. Yo he recibido muchas bendiciones. Tengo trabajo, salud y me gusta compartir lo que tengo”, agrego.

El próximo viaje al Puerto de San Felipe, será durante la segunda semana de febrero. Para más detalles pueden comunicarse al (760) 318-5856.