Skip to content
Un niño come un durazno, adquirido en uno de los puestos ambulantes de frutas y verduras de Nueva York que son el tema del documental "The Apple Pushers".
Un niño come un durazno, adquirido en uno de los puestos ambulantes de frutas y verduras de Nueva York que son el tema del documental “The Apple Pushers”.
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

NUEVA YORK Sarahi, una mexicana de Puebla, cruzó la frontera a los 15 años alentada por su padre, que la animó a venirse a Estados Unidos para ayudar económicamente a su familia. En la travesía fue asaltada por “coyotes”, pero finalmente llegó a Nueva York, donde ahora tiene un carrito de frutas y verduras.

Otro carrito de frutas es manejado por Bardo, también mexicano, de Guerrero, que perdió los 50,000 dólares que ahorró trabajando al mismo tiempo en la construcción y en un supermercado, cuando invirtió el dinero en un negocio de importación de frutas y verduras de México. Durante el transporte de la mercancía a Estados Unidos, ésta se estropeó porque hubo una falla en la cámara frigorífica.

Ambos son parte de un programa lanzado por la municipalidad de Nueva York para promover una comida saludable y que ha generado empleos para mucha gente, incluidos numerosos inmigrantes. El programa, llamado Green Cart Initiative, es el tema del documental “The Apple Pushers”, realizado por Mary Mazzio y narrado por el actor Edward Norton.

Lanzada en la primavera de 2008 por el Ayuntamiento, esta iniciativa, que cuenta con el apoyo financiero y logístico de la Fundación Laurie M. Tisch y de otras organizaciones como Karp Resources o Vamos Unidos, tiene el objetivo de combatir la obesidad que sufre parte de la población de la ciudad.

Pero si bien es muy temprano para medir el impacto del programa en la salud, según los propios impulsores del plan, el documental deja en claro que la iniciativa ya se ha hecho sentir en otro terreno, dándole trabajo a una cantidad de inmigrantes.

El Ayuntamiento concedió más de 500 permisos para puestos distribuidos sobre todo en zonas con población de bajos ingresos del Bronx, East Harlem, la zona central de Brooklyn y barrios de Queens como Jamaica, donde es difícil encontrar tiendas de verduras y frutas en lugares dominados por negocios de comida rápida, abundantes en grasas.

“Aunque esta iniciativa no estaba dirigida para inmigrantes específicamente, el 90 por ciento de los vendedores de Green Cart lo son”, explicó a AP Rick Luftglass, director ejecutivo de Laurie M. Tisch Illumination Fund, que apuntó que ciudades como Filadelfia, Washington o San José, donde se exhibió el film, están estudiando implantar esta iniciativa.

El film está siendo exhibido en instituciones que colaboraron con este proyecto.

En “The Apple Pushers” se explica la historia de inmigrantes de México, Ecuador, África del Norte, Rusia, Pakistán y Bangladesh, de por qué vinieron a Estados Unidos y cómo acabaron llevando su carrito ambulante Green Cart.

El documental presenta los rostros a la inmigración actual del país, de los nuevos extranjeros que buscan hacer realidad el sueño americano.

“Antes de que viniera aquí me imaginaba Estados Unidos como el castillo de una princesa”, afirma en el film Sarahi, identificada solo con su primer nombre en la cinta. Luego, la realidad sería otra: Trabajo duro y un nuevo idioma; enfrentarse a todo lo que supone vivir en un nuevo país. Sarahi, por ejemplo, tenía que pagar su deuda con los coyotes limpiando casas a cambio de cuatro dólares la hora.

Los productores no dieron el nombre completo de ningunos de los entrevistados en el documental para proteger su privacidad

“En el documental -explica a AP su realizadora, Mary Mazzio- hay dos aspectos: la crisis de la obesidad que afecta desproporcionadamente a los barrios de población con ingresos bajos, y la historia de inmigrantes de estos vendedores en la calle que trabajan bajo condiciones increíblemente difíciles, y que vinieron a este país sacrificándolo todo”.

En este sentido, Mazzio expone en el documental cómo la inmigración actual está haciendo lo mismo que hizo la inmigración que vino de Europa. “Los inmigrantes que vienen son la gente más valiente y emprendedora, los que trabajan más duro y los más ambiciosos”, afirma. “Los inmigrantes de hoy me recuerdan los inmigrantes de ayer, los que vinieron de Europa, de países como Irlanda o Italia, como hizo el padre de mi tatarabuelo”.

Mazzio no oculta sus simpatías hacia los inmigrantes y dice que “personifican el sueño americano”.

El film recuerda que antes eran inmigrantes griegos, italianos o judíos los que empezaron vendiendo su comida o productos en la calle hasta poder luego abrir sus comercios y prosperar.

Como los inmigrantes de entonces, los vendedores de Green Cart aspiran a abrir sus propios establecimientos, aunque no es fácil. Los protagonistas del film, como Bardo o Sarahi, ven cómo el negocio con el carrito va prosperando mientras que otro de ellos, Jake, que vino de Siberia con sus padres, dejó su Green Cart para probar suerte con un nuevo negocio.

Tampoco le es fácil a Felipe Vázquez, un dominicano que lleva tres décadas en Estados Unidos. Vázquez tiene con su mujer, Rosa, un carrito de frutas y verduras que regentan desde hace casi dos años en el Bronx, en una zona transitada y situada cerca del metro.

“Hay mucha competencia”, explica Vázquez a AP, agregando que de momento el negocio sólo da para pagarse los gastos del día a día. A pesar de ello, recuerda que optó por el carrito Green Cart después de tener uno de comida hispana, debido a que el permiso de éste último era demasiado caro.

“Trabajábamos para pagar el permiso del carro y que suponía pagar 15,000 dólares en dos años. No había manera que se produjera ese dinero y entonces comenzamos a trabajar con un carrito Green Cart, por el que el permiso nos cuesta 75 dólares cada dos años”.

Por otro lado, la mexicana María Carmona se muestra contenta con su carrito, que tiene instalado contiguo al que tiene su pareja, también de México. Ellos tienen el puesto a pocos metros del matrimonio Vázquez. Carmona explica a AP que antes se dedicaba a preparar comida en casa y la vendía en varias oficinas de la zona hasta que se enfermó y tuvo que ser hospitalizada por una neumonía.

“Al enfermarme dejé el negocio de la comida, que me hacía ir arriba y abajo”, explica Carmona a AP. A nosotros el negocio con los Green Cart nos va bien. Tal vez sea porque tenemos las máquinas que permiten a la gente utilizar sus food stamps –vales de comida que el gobierno ofrece a personas de ingresos bajos– para adquirir los productos. Tenemos a mucha clientela de food stamps”.

En total, hay permisos para 30 máquinas de este tipo para los Grenn Cart, que permiten comprar con tarjetas de débito de food stamps.

Carmona vino de México en el año 2002 tras cruzar la frontera previo pago a los coyotes. “Estuvimos cinco días por el desierto”, recuerda Carmona. “Íbamos perdidos, sin agua y sin comida, con los pies ampollados llenos de espinas y sangrados, pero llegamos aquí”.

“Uno trata de venir de su país para buscar nuevas oportunidades. A veces estando aquí es difícil por el idioma, pero le echamos ganas a trabajar”, comenta Carmona.

Por ahora, dijo, planea “seguir aquí con el Green Cart”.

“Nos encantaría tener una tienda pero las rentas están demasiado altas en esta zona”, acota.