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    Un motorista quema llantas en el punto de partida durante una carrera ilegal de autos en el sur centro de Los Angeles en la madrugada del sábado.

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    Un hombre llamado Otto toma posición para el inicio de una carrera callejera ilegal en el sur centro de Los Ángeles, en la madrugada del sábado.

  • Carreras callejeras ilegales en el sur centro de Los Ángeles.

    Carreras callejeras ilegales en el sur centro de Los Ángeles.

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La policía ha ido y venido dos veces por una calle llena de bodegas en el sur de Los Angeles que se convirtió en una pista de carreras ilegales la noche del viernes. Y casi nadie se asustó.

Un amague de salida y una rápida vuelta en U, y ahora 300 personas y 120 vehículos con adiciones especiales se han reunido. Dos columnas de competidores, más o menos de seis participantes de profundidad, se alinean en pares cada 30 segundos, arrojando nubes de humo -del escape y del hule quemado de las llantas- que son cortadas por las luces altas y las linternas de los tres hombres que dirigen la acción.

Son las dos de la mañana y esta escena pudo haber sido similar a las ocurridas hace meses, o incluso décadas en las calles desde Santa Ana hasta Riverside.

Las carreras ilegales de autos son tan características del sur de California como el surfeo. Y durante todo el tiempo que han ocurrido, la policía ha tratado de cancelarlas, y por muy buena razón. La policía culpa a las carreras ilegales de autos por las muertes de un padre de 27 años que chocó mientras se desplazaba a alta velocidad en Long Beach, la de un peatón de 17 años que fue impactado y muerto en North Hollywood, la de dos jugadores de fútbol de College Canyon en Sylmar, y la de un hombre de 33 años de Panorama City involucrado en un choque que mandó a un adolescente a la cárcel bajo cargos de homicidio vehicular.

Todo eso en los últimos tres meses.

Con ese tipo de tragedias, sería fácil asumir que la policía y los políticos son adversarios de los corredores. En su lugar, los corredores de autos de Los Angeles se han organizado, tratado de legitimar su pasatiempo ilegal, y forjado relaciones no muy probables con autoridades municipales. Ellos han ganado el apoyo del exalcalde Tom Bradleyand e incluso llegado al oído del alcalde Eric Garcetti.

Esta noche, Brotherhood of Street Racers (la hermandad de corredores callejeros) llegará a la reunión de comisionados en grandes números para nuevamente pedir el terreno para una pista de carreras.

‘En mi sangre’

Antes que la llamada llegue para informarle a cientos de conductores donde estará ubicada la pista de carreras esa noche, los corredores se reúnen en uno de varios estacionamientos iniciales: exhibiendo sus autos, intercambiando historias de carreras, esperando las noticias.

“Las carreras han estado en mi sangre desde siempre”, dijo Víctor Gonze, de 26 años y cocinero en una residencia para ancianos en el Valle de San Fernando. Gonze recientemente compró un automóvil Ford Mustang, color negro. Sus primos lo introdujeron al mundo de las carreras a la edad de 16 años.

“No voy a las discotecas. No consumo drogas. Sólo esto”.

Los conductores apuestan desde 20 hasta varios miles de dólares confiando en que su auto correrá más rápido que otro en contiendas de un octavo o un cuarto de milla.

Otras veces, las carreras son sólo por orgullo.

“Es sólo para vencer al otro tipo”, dijo Art Ramires, de 24 años y residente de Compton, parado junto a su vehículo Honda S2000. “Crecí con la velocidad. Las únicas personas que salen lastimadas son los que no saben cómo conducir o no son corredores callejeros de verdad”.

Es un mito común entre los corredores callejeros que la mayoría de los choques y muertes son el resultado de aficionados y errores de recién llegados. Cuando los corredores les dicen a otros que mantengan la ubicación del lugar secreta, ellos no tienen miedo de que llegue la policía – si no de que lleguen aficionados con la cabeza caliente que acaban de ver la más reciente cinta de la serie “Fast and Furious”.

Pero el teniente David Ferry de la División de Tránsito del Departamento de Policía de Los Angeles se resistió a la idea que las carreras callejeras organizadas son seguras.

“Si estuvieran interesados en la seguridad, no harían lo que hacen”, dijo Ferry, quien ha estado desmantelando carreras ilegales durante décadas.

Todo mundo entrevistado el viernes dijo que preferiría estar en una pista legal. Pero dijeron que las pistas que aún existen, en Irwindale y Fontana, están demasiado lejos. Otros fueron rechazados luego que sus vehículos no cumplieran con criterios de seguridad.

“Todas estas pistas fueron cerradas, ¿a dónde se supone que vayamos ahora?”, preguntó Fabián, de 50 años, quien empezó a participar en carreras a los 16 y dice ser propietario de 15 vehículos.

Pista de Carreras de Big Willie & The Brotherwood

Hace años cuando Los Angeles eran solo un punto rodeado por terrenos no incorporados y no desarrollados, la gente tenía las carreras a lo largo de amplios bulevares que conectaban comunidades periféricas.

Luego llegaron las viviendas, las restricciones, y la policía.

Sin embargo, las pistas de carreras empezaron a surgir alrededor de los Condados de Los Angeles y Orange, ofreciendo legitimidad. Desde 1950 hasta 1975 ocho pistas de carrera abrieron sus puertas en Santa Ana, Long Beach, Gardena, Riverside, Ontario, San Fernando y Palmdale.

Una de las más populares pistas de carrera fue el Brotherhood Raceway, iniciada en Terminal Island en el Puerto de Los Angeles en 1974 por el grupo nacional e internacional Brotherhood of Street Racers. El fundador del grupo, “Big Willie” Robinson, un veterano de la Fuerzas Especiales de Vietnam, de 6 pies y 6 pulgadas de estatura y 300 libras, a menudo actuaba como enlace entre los corredores y las autoridades.

Robinson regresó de la Guerra en 1966 a una comunidad en el sur centro de Los Angeles en medio de los disturbios de Watts y pronto organizó carreras en las calles para aliviar la tensión. A un puñado de policías les gustó la idea, y dos años más tarde, apoyados por el capitán de policía de Los Angeles, Frank Beeson, y otros oficiales de la Estación 77, el Brotherhood llevó a cabo carreras semi sancionadas en calles bloqueadas.

Cuando noticias de las carreras llegaron a la municipalidad, el concejal del distrito 8 de Los Angeles, Robert Farrell, empezó a apoyar los esfuerzos de la hermandad para encontrar una pista legal.

Para 1977, dos comisionados de Harbor nombrados por el alcalde Tom Bradley localizaron una pista de aterrizaje vacía en Terminal Island.

Pero cuando el puerto empezó a expandirse, negocios lucrativos compitieron por el espacio en el puerto y la pista cerró y reabrió 11 veces antes de ser finalmente clausurada en 1995.

La carrera continúa

Big Willie murió en el 2012 a los 69 años, pero otros ‘Brothers’ – como Donald Galaz, Fabián y “Moldy Marvin” – siguieron con la lucha.

El terreno que alguna vez fue ocupado por Brotherhood Raceway había estado vacante por 5 años, dijo Galaz, miembro del Concejo del Vecindario Central de San Pedro.

Pero el año pasado, 285,000 millones de dólares en cargamento fueron transportados por el puerto, una cantidad 12 veces mayor al volumen de los contenedores en 1980. Ese crecimiento ha aumentado el valor del espacio limitado del puerto.

“El puerto hoy en día es un lugar muy diferente al que era hace décadas cuando Big Willie estaba allí”, dijo Phillip Sanfield, portavoz para el Puerto de Los Angeles.

El ex concejal Farrell dijo que el puerto usó el mismo razonamiento hace varios años, cuando el Brotherhood siguió abriendo la pista. Todo lo que se necesita, dijo Farrell, es que a alguien en la municipalidad le importe lo suficiente para involucrarse.

Galaz y Fabián dijeron que cuando el Brotherhood ayudó en la campaña para alcalde de Garcetti en el 2013, él prometió que aseguraría un terreno. Pero ellos dijeron que el alcalde no ha contestado llamadas y cartas desde que tomó las riendas de su oficina. Su oficina no respondió a preguntas sobre sobre la pista de carreras.

“Cuando Willie murió, alguien me preguntó, ‘¿Por qué están perdiendo el tiempo? La pista nunca va a abrir’”, dijo Fabián. “Yo le dije, ‘tienes razón. Pero nunca vamos a parar. Si Willie hubiera parado, la pista nunca hubiera abierto sus puertas 11 veces como lo hizo”.