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Varios jóvenes disfrutando de la playa de Cancun durante el receso escolar conocido como "Spring break".
Varios jóvenes disfrutando de la playa de Cancun durante el receso escolar conocido como “Spring break”.
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CANCUN, México Trago en mano, los neoyorquinos Lauren Levy y Jacob Schum se acomodan en reposeras a pocos metros de las olas del Caribe. Levy se ajusta su bikini amarilla. Schum estira su pantaloneta azul. Los dos sonríen y suspiran de felicidad.

“Nunca vi un agua tan azul. Es algo hermoso”, comenta Schum.

La pareja había oído hablar de las matanzas del narcotráfico, de las bombas incendiarias en los casinos, los sobornos y la corrupción. Pero igual que millones de estadounidenses que ansían tomarse unas vacacioncitas durante el tradicional receso primaveral universitario de Semana Santa, no pudieron resistir los bajos precios y la idea de abundantes tragos en un sitio soleado, maravilloso.

“Sabemos que no debemos irnos del complejo hotelero, tomar agua ni comer vegetales”, dice Levy. “Arreglamos para que nos recogiesen en el aeropuerto porque no queríamos tomar un taxi. Pero sí, nos sentimos a salvo”.

Además, consiguieron un buen precio, según Levy. Tan solo 1,500 dólares por cinco días y cuatro noches con todo incluido: comida, tragos, pasaje aéreo y transporte.

Si bien el turismo estadounidense en México descendió un 3 por ciento el año pasado, el país sigue siendo de lejos el principal destino turístico de los estadounidenses, con unos 20 millones de visitantes anuales, de acuerdo con un estudio de las principales agencias de viaje. Es como si las poblaciones completas de Nueva York, Los Ángeles, Houston, Filadelfia y Phoenix se trasladasen a México.

La merma en el turismo estadounidense parece responder a razones económicas más que al temor a la violencia. El Departamento de Comercio estadounidense dice que la recesión hizo que la cantidad de estadounidenses que viajan al exterior bajase un 4 por ciento en comparación con el 2010.

De todos modos, hay quienes no viajan por miedo.

El Departamento de Estado estadounidense dice que se producen “tiroteos a plena luz del día” entre maleantes que luchan por el control del tráfico de marihuana, cocaína y metanfetaminas.

Las autoridades mexicanas dicen que 47,515 personas murieron en incidentes relacionados con el narcotráfico entre el 1ro de diciembre del 2006 y el 30 de septiembre del 2011. La mayoría estaban involucradas con el narcotráfico, pero también cayeron muchas víctimas inocentes, incluidos estadounidenses. La cifra de estadounidenses asesinados en México subió de los 35 del 2007 a 120 en el 2011.

Ciertas regiones son más peligrosas que otras, según el Departamento de Estado. Se recomienda a los turistas permanecer cerca de los hoteles y no viajar de noche en sitios como Acapulco y Mazatlán, por ejemplo. El 22 de febrero, 22 pasajeros de un crucero de Carnival fueron asaltados a mano armada durante una excursión a la costa cerca de Puerto Vallarta.

Cancún, sin embargo, no ha registrado mucha violencia y los estadounidenses siguen viniendo, sobre todo en el receso de primavera.

Funcionarios mexicanos y estadounidenses afirman que en la región casi no hay violencia porque la controla un solo cartel, el de los Zetas, una banda brutal que no tiene prácticamente oposición en Cancún, según el analista de temas de seguridad en Latinoamérica Samuel Logan.

“El área es segura porque los Zetas la controlan y son demasiado fuertes como para que sus rivales peleen por ella”, dijo el experto en un correo electrónico.

McKay dijo que ir a bares, comprar drogas o involucrarse en actividades ilegales puede poner a un turista en situaciones de mucho riesgo en México. Pero que es un sitio seguro para las multitudes de personas que lo único que quieren es tirarse en la playa con una cerveza y un taco.

Los turistas estadounidenses con frecuencia viven en una burbuja en México. Los esperan en el aeropuerto, los transportan en vehículos con aire acondicionado hasta sus hoteles y de allí casi no se mueven, con excepción de alguna escapada para ir de compras.

Caminando por el exclusivo centro comercial de La Isla en Cancún, Irene Hanson empujaba la silla de ruedas de Debbie Streeter y pasaban delante de negocios muy conocidos: Cold Stone Creamery, United Colors of Benetton, Roxy. La pareja de Boston ha viajado por el mundo en las dos últimas décadas y dijo que no veían la hora de nadar con delfines por la tarde.

“No tengo ningún temor”, expresó Streeter. “Conozco la calle y sé distinguir cuando alguien está buscando problemas, pero esta gente vive del turista. No van a ahuyentarlo”.