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Edgar Martínez fue honrado por los Marineros, el equipo de toda la vida, con el que jugó, desde 1987 hasta el 2004, que se retiró.
Edgar Martínez fue honrado por los Marineros, el equipo de toda la vida, con el que jugó, desde 1987 hasta el 2004, que se retiró.
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Seattle (EE.UU.)- El béisbol puertorriqueño volvió a ser el centro de atención dentro del mundo de las Grandes Ligas durante el fin de semana con las retiradas del los números que les hicieron a los legendarios Iván Rodríguez y Edgar Martínez, otro de los jugadores emblemáticos dentro de las mayores.

Martínez no sabe con certeza cómo se sentirá en los próximos días cuando vaya a trabajar al Safeco Field y vea su legendario 11 entre los números retirados de los Marineros en la fachada de los jardines del campo, pero lo que si representa es el reconocimiento a su clase, lealtad a un franquicia, entrega y ética profesional.

Lleno de orgullo y satisfacción

Durante los últimos 12 años, cada vez que llegaba al estadio desde su casa, tomaba la calle “Edgar Martínez” e ingresaba al estacionamiento del campo de los Marineros, el equipo de toda la vida, con el que jugó, desde 1987 hasta el 2004, que se retiró.

Tener la oportunidad de ver su nombre en las señales de tránsito en las calles y autopistas de Seattle es algo que el estelar boricua nunca imaginó y que le llena de orgullo y satisfacción.

Aunque también siempre ha admitido que se sentía raro cuando comenzó a vivir esa experiencia diaria.

“Al principio, me sentía raro, además ahora siempre giró mi cabeza para asegurarme que mi nombre sigue ahí puesto”, destacó Martínez, que desde el sábado también tiene ya su número y nombre inmortalizado en el campo.

Martínez cree que sentiría algo similar cada vez que levante la vista y vea su número 11 junto al 24 de Ken Griffey Jr como los únicos números retirados por los Marineros, allí, al lado también del 42 de Jackie Robinson que ha sido retirado por todos los equipos como símbolo de haber roto las barreras del racismo en el béisbol.

En honor a carrera de éxitos 

El legendario expelotero boricua, que fue honrado el sábado antes del juego contra los Angelinos de Los Angeles, en una ceremonia que duró 45 minutos, agradeció a todas las personas que lo ayudaron a forjar una carrera de éxitos deportivos.

Como lo demuestra el haber disputado siete Juego de Estrellas, y tener cinco Bates de Plata, dos títulos de bateo de la Liga Americana, el premio Roberto Clemente en el 2004 y cinco galardones como Bateador Designado del Año, una distinción que ahora se conoce como el Premio Edgar Martínez.

“El béisbol, que juego tan bonito”, subrayó Martínez. “Gracias al béisbol conocí a mi esposa, tengo una bella familia, todos estos premios, la calle, el número retirado, vivo en una zona espectacular, con un lago fantástico, montañas y gente maravillosa. Cuando creo que el béisbol ya me dio todo lo que podía darme, pues viene y me da más”.

Viaje increible

Ha sido un viaje increíble para Martínez, de 54 años, que llegó a los Marineros después que firmó a los 19, en 1983, mientras jugaba semi profesional en Puerto Rico.

La decisión de cambiar de competición fue una lo que cambió dramáticamente su vida y el inicio de una carrera que ahora será recordada para siempre en la pared de los jardines del Safeco Field.

Martínez también le dio las gracias a los fanáticos que lo apoyaron a lo largo de toda su carrera profesional, los mismos que el sábado tuvieron una nueva oportunidad de corear el nombre de una de las figuras más populares en la historia de la franquicia.

“Fui muy afortunado de poder jugar frente a ustedes por 18 años”, reconoció Martínez. “Gracias por recibirme como si fuese uno de ustedes y abrirme las puertas de sus casas. Ustedes fueron una de las razones por las que siempre me sentí motivado y les doy las gracias por eso. Gracias, Seattle”.

Ejemplo a seguir para jovenes

Mientras, los Marineros volvieron a poner la figura y trayectoria profesional de Martínez como el modelo a seguir por los jóvenes valores que llegan a las Grandes Ligas, donde siempre aportó una combinación perfecta de respeto máximo al deporte, entrega, limpieza y modelo en su comportamiento fuera de los campos de béisbol.

Ahora su próxima meta podría ser el que al final también le den el reconocimiento de llegar a formar parte del Salón de la Fama, donde este año llegó Rodríguez, el cuarto pelotero en la historia del béisbol puertorriqueño que lo consigue.

Martínez nunca ha pedido nada, siempre lo dio todo, por lo que espera que al final el deporte del béisbol, “tan bonito” como el mismo lo definió de una manera perfecta, le dé la mayor alegría, poner su nombre al lado de las grandes leyendas, algunas de las que ya estuvieron presentes en la retirada del número.