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Al finalizar el partido de la Fecha 7 entre Tiburones y Tigres, se registraron trifulcas en la tribuna.
Al finalizar el partido de la Fecha 7 entre Tiburones y Tigres, se registraron trifulcas en la tribuna.
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Fue un acto de barbarie lleno de cobardía cometido por una jauría de locos.

Las escenas que se pudieron apreciar por televisión correspondían a las de una sociedad enferma, a las de hombres actuando como verdaderos animales, a las de criminales disfrazados de aficionados de futbol.

Pocos minutos antes de que concluyera el partido del viernes pasado que Veracruz perdió 3-0 ante Tigres, se desató una vorágine en las tribunas del Estadio Luis “Pirata” Fuente.

Los seguidores de los Tiburones protagonizaron uno de los actos más viles, insensatos e inhumanos que se hayan visto en una escenario de la Liga MX.

En la parte más alta del estadio, miles de fanáticos del conjunto veracruzano tendieron una emboscada para cazar vivos a los pocos seguidores de Tigres que se encontraban en el inmueble.

Envestidos con armas punzo cortantes, y muchos de ellos absortos de alcohol y drogas, los miembros de la porra de Veracruz, denominada “Barra 47”, agredieron a los “Libres y Lokos” de Tigres.

En la trifulca aparecieron picahielos, palos y piedras, empujones, golpes y patadas que colmaron las gradas del estadio.

Los elementos de seguridad se dedicaban solamente a mover sus macanas al aire pero sin tener la menor intención de intervenir para tratar de parar la trifulca.

La explosión de violencia que se vivió en el inmueble terminó con al menos medio centenar de lesionados, pero de manera por demás increíble, la policía veracruzana no realizó un solo arresto.

Escenas como las anteriormente descritas no se veían en los estadios mexicanos sino hasta que se comenzó a copiar el modo de operar de los intransigentes grupos de animación que proliferan en el sur del continente.

Las cosas comenzaron a cambiar en México hace 20 años cuando el Club Pachuca, a través de su presidente deportivo, el argentino Andrés Fasi, importó el modelo de las barras sudamericanas.

En Sudamérica, las barras son sinónimo de violencia, de caos, de insurrección, de irresponsabilidad y hasta de muerte.

En Argentina, por ejemplo, las barras se han convertido en grupos de extorsión y nido de delincuentes.

La discusión de si en México deben de desaparecer las barras estilo sudamericanas tiene que expenderse más allá del tema del futbol.

Las barras, si no son controladas, si no son supervisadas, si no son regidas por la legalidad que impone la autoridad, se convertirán en un foco más de esa violencia que se ha apoderado de toda la sociedad mexicana.

Para que actos como este no vuelvan a ocurrir, la Liga MX está obligada a desterrar la violencia de los estadios para evitar que en poco tiempo se conviertan en guaridas de criminales.

Las autoridades, por su parte, deben ejercer todo el peso de la ley sobre estas lacras que lo único que merecen es pudrirse en la cárcel.