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Aunque el VIH/SIDA ha disminuido al paso de los años, aún exiten muchos casos de la enfermedad. En la foto, un hombre se somete a una prueba de VIH.
Aunque el VIH/SIDA ha disminuido al paso de los años, aún exiten muchos casos de la enfermedad. En la foto, un hombre se somete a una prueba de VIH.
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Hace pocos días, a propósito de la celebración mundial de la lucha contra el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), la Organización Mundial de la Salud reportó que en el 2011 hubo 2.5 millones de nuevos casos de infección por el VIH y que se calcula que 1.7 millones de personas murieron. Eso representa 700,000 nuevas infecciones menos que hace diez años, y 600,000 muertes menos que en 2005.

Es decir que vamos avanzando. Según la organización mundial, ello está directamente relacionado con los tratamientos basados en antirretrovirales, medicamentos que pueden salvarles la vida a las personas infectadas. Estos medicamentos reducen la cantidad de virus en la sangre, lo que aumenta la posibilidad de que el paciente conserve la salud y reduce el riesgo de que pueda transmitir el virus a otra persona.

Saber que las metas de las naciones que buscan reducir el impacto de la enfermedad en todo el mundo son posibles, es una buena noticia; la mala es que, al parecer, los jóvenes se están quedando atrás.

De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC por sus siglas en inglés, en Estados Unidos cerca de 50 mil personas se infectan con el virus cada año, y una de cada cuatro de esas personas está entre los 13 y los 24 años de edad. Los jóvenes representan alrededor del siete por ciento del millón de personas que viven con VIH en Estados Unidos.

La misma fuente indica que cerca de 12 mil jóvenes se infectaron en el 2010. El riesgo crece cuando los jóvenes inician su vida sexual o deciden inyectarse drogas. No es vano recordar, que el virus – VIH – sin tratamiento genera la enfermedad que conocemos como SIDA y puede causar una muerte temprana. Por ello, de nuevo la prevención es la clave. Todos los jóvenes deben conocer los riesgos y estar preparados para enfrentarlos.

Todos deben estar al tanto de las formas de transmisión y tomar las medidas de precaución indicadas. Si bien es cierto que en Estados Unidos cerca del 60 por ciento de las nuevas infecciones ocurren entre los afroamericanos, los hispanos, de acuerdo con las últimas cifras, se quedan con el 20 por ciento de ellas.

Eso es grave, pero la cosa empeora si pensamos que cerca del 60 por ciento de los jóvenes infectados no saben que lo están, lo que impide que reciban tratamiento y lo que facilita la transmisión.

¿Qué está pasando?

No podemos dejar a nuestros jóvenes atrás. La prevención comienza en casa. La comunicación es la clave. Hable con ellos. Asegúrese de que los jóvenes a su alrededor estén consientes de los riesgos que corren al consumir drogas y relajar sus conductas sexuales. Existen programas preventivos en comunidades y escuelas. Hagámonos cargo y asegurémonos de que nuestros jóvenes tengan la información que necesitan, no tenerla puede costarles la vida.