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  • Agustín E. Pradillo

    Agustín E. Pradillo

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    Daniel Roblero, de 40 años y originario de México, espera afuera de un local de envíos, donde cantidades de inmigrantes mandan remesas a sus países natales.

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Desde hace algunos años, el envío de dinero de los mexicanos a sus lugares de origen se ha convertido en un punto de encuentro; algunos opinan que son un elemento fundamental para el sostenimiento de las familias, y otros que ha generado sociedades dependientes. Lo que es un hecho, es que cada año México recibe de sus ciudadanos que radican en Estados Unidos miles o millones de dólares.

Desde 1999 el envío de dinero a México pasó de 591 mil millones de dólares hasta su pico máximo en 2007, cuando alcanzó los casi 27 mil millones. De ahí se fue a la baja y 2011 volvió a repuntar en los casi 23 mil millones. Para 2014, los pronósticos del Banco de México son similares a los mejores tiempos.

México es el tercer receptor mundial de remesas en el mundo, después de China e India, el problema es que de esta enorme cantidad, sólo el 13 por ciento se utilizan para inversión; el resto es un colchón para atenuar la pobreza que enfrentan millones de mexicanos.

Para muchos este dinero sólo ha significado sobrevivir, sin que en ningún momento se haya transformado realmente en generador de riqueza. “Nos hace falta educación financiera y más promoción entre las comunidades para fomentar la inversión en México”, reconoce Efraín Jiménez, presidente de la Federación de Zacatecanos, en una entrevista ofrecida a un diario de Los Ángeles.

Para ejemplificar esta situación, se relata en el mismo reportaje la vida que han tenido los hermanos Pérez, quienes desde hace tres años reciben remesas de Estados Unidos, pero su situación económica prácticamente no ha cambiado nada, ya que sólo ha ayudado a pagar escuelas, renta y algo de comida, pero en nada se compensa la ausencia del padre por los últimos tres años: la madre se las ve difíciles también, porque los dólares se acaban en medicina para los hijos enfermizos de 11 y siete años.

Pero esta situación no es aislada, su familia como la de miles están separadas y la migración no ha servido para mitigar la pobreza, una situación que encuentra réplica en más de un millón de familias en México que dependen completamente de las remesas, a pesar de que en las cifras globales representan miles de millones de dólares..

Para ello es importante voltear la cara a ciertos programas que ha desarrollado el gobierno de México, como es el caso del 3×1, dedicado a crear infraestructura, donde por cada peso de los migrantes, los gobiernos municipales, estatales y el federal ponen otro. Pero esta propuesta no ha sido suficiente, ahora se cuenta con cuatro programas con los que se intenta motivar a los paisanos a realizar inversiones productivas: Paisano Invierte en tu Tierra, Fondo Migrante, Estrategia de Inclusión Financiera para Migrantes y Fomento a la Inversión de la Propiedad Rural.

El éxito del proyecto Fondo Migrante es un ejemplo. En este contexto, la Secretaría de Economía brinda asesorías para emigrantes que busquen fondos de hasta por 200,000 dólares, para impulsar empresas de paisanos en comunidades de menos de 50,000 habitantes.

Hasta la fecha se han aprobado seis proyectos y 20 más se encuentran en revisión, los cuales han sido propuestos por organizaciones de mexicanos en de San José y Los Ángeles, oriundos de Zacatecas, Tlaxcala, Estado de México, Guanajuato y San Luis Potosí: “Estas empresas son un modelo a seguir porque son sustentables: cubren las necesidades básicas de las familias y tienen potencial para crecer y dar autonomía”, observó Abraham Vergara, académico de estudios empresariales de la Universidad Iberoamericana.

Pero también es importante para lograr un avance significativo, que se involucre en estos proyectos la iniciativa privada, y se alcance a desarrollar verdaderas cadenas productivas con grandes empresas en las comunidades que aprendan a trabajar en equipo.

Este es el momento para avanzar y crecer, los recursos económicos existen entre la amplia comunidad mexicana que radica en Estados Unidos, más de 30 millones, además del conocimiento del mercado; por otro lado, los recursos naturales y la fuerza laboral se encuentran en abundancia en México, lo importante es lograr la conjunción de estos elementos para alcanzar realmente un crecimiento económico, que beneficie a las familias mexicanas: las de aquí y las de allá.

La próxima semana ofreceré las herramientas y los contactos con quienes se pueden establecer estas amplias posibilidades.

Si desea hacer algún comentario, puede escribir a: aprapradillo@cimadesigns.com

Agustín E. Pradillo ha sido consejero de prensa en embajadas y consulados de México, periodista y especialista en temas hispanos.