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Chicago.- El inmigrante Jesús Lara López fue deportado a México, después de vivir 16 años sin estatus legal en Estados Unidos y dejando atrás en Ohio a su esposa y cuatro hijos ciudadanos y a una comunidad que se movilizó para apoyarlo.

El abogado David Leopold confirmó que su cliente fue acompañado por agentes de Inmigración hasta el portón de embarque de un vuelo de la compañía Delta en el aeropuerto internacional Hopkins de la ciudad de Cleveland.

“Es indignante, pero ICE (Oficina de Inmigración y Aduanas) lo puso en un avión a México, lo separó de su familia y le prohibió el regreso de por vida”, declaró en un comunicado.

Lara, de 37 años, vivía en Willard, Ohio, donde trabajó como empacador en una fábrica de galletas, y antes recogió frutas en granjas del estado de Florida, cuando llegó desde Chiapas (México) en 2001.

En 2008 fue detenido por manejar sin licencia por alguaciles del condado de Hurón (Ohio), que lo entregaron a Inmigración.

Sin embargo, dada su situación laboral y familiar, un juez de inmigración le permitió quedarse y trabajar en el país bajo un régimen de supervisión, con citas periódicas en las oficinas de ICE.

En 2011, cuando fue negada su última apelación, el juez ordenó su deportación y le colocaron una tobillera electrónica.

Unas 35.000 personas firmaron una petición para frenar la deportación de Lara López, entre ellas los maestros de sus hijos, los pastores de su iglesia, sus empleadores y vecinos.

Leopold dijo que Lara López no tenía antecedentes penales, estaba autorizado a trabajar, pagaba impuestos y nunca solicitó ayuda de alimentos o desempleo.

“Pero igualmente cayó en la barrida de miles de indocumentados, víctimas de las últimas directivas del presidente Donald Trump de aumentar y acelerar las deportaciones”, agregó.

La activista Lynn Tramonte, de America’s Voice, lamentó que ICE haya comenzado a detener a personas que concurren a citas de rutina en sus oficinas convencidas de que hacen lo correcto.

Trump prometió que realizaría deportaciones masivas para reducir al máximo la cifra de 11 millones de indocumentados que se calcula residen en EE.UU.