Skip to content
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

¿Recuerdas el momento en el que te convertiste en un adulto? El evento exacto que determinó esa etapa en la que ya no pensabas como adolescente, y en la que tuviste que pensar como adulto. ¿Puedes ver claramente ese día en que todo cambió? Creo que muchos de nosotros no podemos identificar cuando pasó ese cambio. Muchos de nosotros simplemente despertamos un día y nos dimos cuenta que ya habíamos dejado de ser niños. No podemos explicar cuándo, ni cómo, ni por qué cambiamos, pero sabemos que nuestra adolescencia ha pasado. Ya sea para bien o para mal, aunque también eso lo determinamos por el tipo de adulto en el que nos convertimos.

Al estar constantemente rodeada de jóvenes y jóvenes adultos que están tratando de averiguar cuál es el siguiente paso en su vida, me doy cuenta de que no están disfrutando el momento que están viviendo. Ser adolescente o un joven adulto, como algunas personas dicen, no es tiempo de ser inmaduro e irresponsable, pero tampoco es tiempo de poner más presión de la necesaria en ti mismo. Esa edad es preciosa. Es una edad para averiguar a dónde queremos ir, a dónde nos quiere llevar la vida y lento, pero seguro, nos vamos dando cuenta de cómo vamos a alcanzar nuestras metas. Ser joven no debe ser sinónimo de irresponsable. Debe ser una etapa para experimentar, descubrir y amar cada momento.

Muchas personas creen que una persona ocupada es una persona exitosa. Y eso no siempre es cierto. A veces la gente agenda demasiadas cosas para distraerse de otros problemas que no quieren enfrentar. Otras veces tratan de cubrir sentimientos que no quieren admitir que están ahí. De los 18 a mediados de los 20 años de edad es un tiempo tan divertido; no gastes tiempo ignorando tus sentimientos verdaderos.

La presión de tener siempre está sobre nosotros. Algunos de nosotros la tenemos de nuestros padres, o de algunos de nuestros amigos y si no, nos presionamos a nosotros mismos.

Nunca debemos compararnos a las personas a nuestro alrededor. De la misma manera en que todos maduran a su propio ritmo, nosotros crecemos y nos convertimos en adultos a nuestro propio ritmo también. No te hace menos adulto, ni te hace menos exitoso, si cuando llegas a casa aún llegas a la casa de tus padres.

Pronto tus años de adolescencia pasarán y el siguiente paso hacia ser adulto llegará con sus propios problemas. Valora lo que haces ahora, respeta quien eres ahora, y ten esperanza en el futuro y nunca pierdas tu ambición.